viernes, 30 de diciembre de 2022
La playa de los ahogados. Domingo Villar
jueves, 22 de diciembre de 2022
Miss Merkel. El caso de la canciller jubilada. David Safier
sábado, 17 de diciembre de 2022
Despedida de Serrat
Joan Manuel Serrat se retira de los escenarios en estos días, sirva como homenaje este artículo que recoge, de mano del escritor Manuel Vicent, lo que ha significado para varias generaciones de seguidores, los mismos que seguiremos utilizando sus canciones para continuar escribiendo las historias de nuestras vidas.
Fuente: El PaísArtículo publicado en El País del domingo 11 de diciembre de 2022.
Joan Manuel Serrat se despide. Si un artista se retira, puede volver, como sucede a menudo; en cambio, despedirse en este caso significa que Serrat se dispone a bajar definitivamente del escenario dejando atrás un caudal de belleza y de placer compartidos con su público durante más de 50 años. En el aire quedará el sonido de aquellos tranvías que transportaban hacia las playas los domingos a gente derrotada y la devolvían con los cuerpos llenos de sol de aquel Mediterráneo con olor a algas y a brea. En el aire quedarán los gritos de aquellas adolescentes que fueron las primeras en arañarse las mejillas en los conciertos de Serrat. Ignoras dónde estará aquella niña de 15 años cuyo nombre ya no recuerdas, que oyó tus primeras palabras de amor, sencillas y tiernas, con los labios salados de mar. Tal vez habrá engendrado a su hija en una noche de sábado oyendo una de las canciones de Serrat. Tal vez aquella niña estará sentada con esa hija y con alguna nieta en este último concierto y si te cruzaras con ella la reconocerías con la mirada. Atrás quedará intacta la rebeldía moral del artista, tenaz, comprometida, puesta a prueba en momentos muy aciagos de la dictadura, usando como arma la alegría de vivir. La voz de Joan Manuel Serrat dio a entender que existe una patria universal a la que te llevaba la belleza de aquellas palabras cantadas en catalán o en el castellano de Machado y de Miguel Hernández. Las canciones de Serrat quedarán en el aire como una lección que el Mediterráneo ofrece de placer, de equilibrio y de locura de un amor olvidado tras las cañas. Este mar le enseñó a un chaval del Poble Sec a ser un catalán de Barcelona, de Madrid, de Buenos Aires, de México, de Santiago de Chile, y también de cualquier taberna de Mahón sin más bandera que un vaso de vino enarbolado. Despedirse significa en este caso que en el aire siempre quedará Serrat.
SOBRE LA FIRMA.
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.
viernes, 16 de diciembre de 2022
Día de la Lectura en Andalucía
Hoy, día 16 de diciembre, se celebra en Andalucía el Día de la Lectura y el Centro Andaluz de las Letras lo dedica a la escritora Fernán Caballero, Autora del Año 2022, con el fin de potenciar el hábito lector entre la población y difundir el legado de figuras relevantes de nuestro rico patrimonio intelectual.
La alocución ciudadana de este año se titula: "La lectura invencible" , de la escritora malagueña Herminia Luque.
jueves, 15 de diciembre de 2022
Puerto escondido. María Oruña
El Club de Lectura Ben-al-Arte ha programado para el día 10 del mes de enero de 2023 la lectura de la novela "Puerto escondido", de María Oruña.
La reunión se iniciará a las 18:00 horas, en el local de su sede. La asistencia es abierta hasta completar aforo.
Este es el cartel anunciador.
Club de Lectura. Diciembre 2022
Las cuatro obras
que contiene el volumen pueden ser considerados relatos, quizás la segunda, Otra vuelta de tuerca, pueda ser
catalogada como una novela corta.
Daisy Miller es una joven muchacha
americana hermosa y libre que pasa unas semanas en Suiza junto con su madre, su
hermano, acompañados por un guía-cuidador. Después continuarán su viaje
haciendo escala en Roma.
La belleza de
la joven y su comportamiento desenfadado encandilan a un joven americano
residente en Suiza, donde realiza unos estudios. Ese comportamiento femenino irrita
a la tía del joven pues se salta las normas que rigen la estricta y cerrada sociedad
de la comunidad americana residente en Europa. Un colectivo que se caracteriza
por los prejuicios, los rígidos convencionalismos sociales, el cultivo de las
apariencias y un manifiesto sentimiento de superioridad y de desprecio a todo
lo que se salga de sus reglas.
El cortejo
del joven americano, que vuelve a coincidir con ella en Roma, choca con la
coquetería de ella, cuyo deseo es entrar a formar parte de la alta sociedad
europea a cualquier precio. Para ello se hace acompañar de un italiano, mayor
que ella, con el que mantiene unas relaciones que desaprueban los miembros de
la sociedad americana residente en Roma, algo que no impide que el joven
americano siga mostrando interés por ella, pues no sabe si la actitud de la
joven se debe a su propia inocencia, sin ninguna maldad, o ese comportamiento
es totalmente consciente y programado.
La actitud de
la joven, que chocará con diversos personajes femeninos del circulo que
frecuenta, terminará teniendo graves consecuencias, dejando al joven americano
en la duda de si su actuación con ella fue la correcta.
El narrador
expone los hechos de forma especulativa y deja que el lector saque sus propias
conclusiones. Algo que suele utilizar en los demás relatos.
Otra vuelta de tuerca. Comparte
narración en tercera persona, al inicio de la historia, con la primera persona
cuando es la institutriz, sin nombre en el relato, la que lleva el peso de la
misma en la mayor parte del relato.
En una
reunión de amigos en la que se cuentan historias de terror durante las noches
al calor de la chimenea, uno de ellos aporta el relato de una institutriz que
tuvo su hermana escrito por ella misma sobre una experiencia sufrida cuando era
joven.
La
institutriz, cuando contaba veinte años, es contratada para cuidar y educar a
dos niños huérfanos, niño y niña, que viven en una solitaria mansión en medio
de la naturaleza. Se da la circunstancia que los que tenían relación con los
niños, la anterior institutriz y el
ayudante del tío de los niños, han fallecido en extrañas circunstancias y
parece que ese hecho ha dejado una huella psicológica en ellos.
El tío de los
niños, que es la persona que la ha contratado, la única condición que especificó
en el contrato es que no puede ser requerido con ningún problema referente a
los niños, todo debe resolverlo la institutriz.
Cuando la joven
inicia su trabajo empieza a percibir la presencia de dos fantasmas en las
dependencias y entorno de la vivienda. Informada y puesta al corriente de sus visiones,
el ama de llaves le corrobora que la descripción que hace de los personajes
coincide con los dos empleados anteriores. Ante el desconocimiento de las
intenciones de estos aparecidos y si son también vistos por el resto de
habitantes de la casa, se fija como objetivo proteger a los niños, observarlos
y obtener información sobre sus percepciones.
El relato nos
irá mostrando la evolución en las relaciones entre los niños, la institutriz y
el ama de llaves hasta desembocar en un final trágico.
La ambigüedad
es la clave de todo el contenido de la obra.
La muerte
aparece desde el principio: el manuscrito es de la Institutriz, que lleva
veinte años muerta; quien transmitió el manuscrito ha muerto también; así como la
anterior institutriz y el ayudante; los niños son huérfanos, sus padres han
debido morir. Por tanto, la muerte está presente en todo el relato.
Las vueltas
de tuerca nos muestran como a cada hecho se le van añadiendo otros hechos nuevos
que van agrandando, si no complicando, la historia, cada vuelta va enmarañando
el relato y en lugar de tener una respuesta se va ampliando el número de
posibilidades que nos va ofreciendo el autor.
La obra nos
ofrece más dudas que certezas: ¿Existen en realidad los fantasmas, es decir,
los ven todos los personajes o sólo existen en la imaginación de la
institutriz? ¿Los ven los niños y el ama de llaves pero lo disimulan? ¿Está
relacionada la visión de los fantasmas con que expulsaran al niño del colegio?
¿Son tan inocentes los niños y es la intervención de los adultos con sus
fantasmas los que le complican la vida, o esconden algún secreto? ¿Los
comentarios del ama de llaves están basados en hechos ciertos o son simples
prejuicios?
Con estos
mimbres, el relato se abre a multitud de interpretaciones por parte de los
lectores.
De esta
novela corta se han realizado algunas adaptaciones cinematográficas en
distintos países.
La bestia en la jungla. El
protagonista comparte con una amiga el gran secreto de su vida: cree que su
vida está destinada a sufrir un acontecimiento catastrófico, algo espectacular
que marcará su vida y la de todos los que lo rodean. Según él mismo dice, ese
hecho lo acecha como la bestia en la jungla, de ahí el título del relato.
Lo que
podemos deducir es que esa bestia son sus propios miedos que lo convierten en
una persona vulnerable, que le impide disfrutar de una vida plena si tuviera
valor para enfrentarse a ella, si fuera capaz de saber lo que quiere y asumir
los hechos con todas las consecuencias, quitándose los prejuicios y analizando
lo que lo rodea, las personas, con sus sentimientos, que viven junto a él.
Su amiga está
dispuesta a esperar junto a él la acometida de la bestia, algo que él no llega
a entender pues insiste en que nunca involucrará a una esposa, y a sus posibles
hijos, en esa espera, que no formará una familia sabiendo que lo que le
deparará el futuro es una auténtica catástrofe. Nos muestra esa falta de
compromiso y la ceguera ante el ofrecimiento de su amiga.
Cuando ya no
hay solución en su vida, descubre que la bestia ha llegado y esa catástrofe que
predecía ha sido provocada por él mismo. Ha dejado transcurrir su vida, ha
estado ciego ante el amor que le ofrecían, ha tenido una vida en soledad elegida
por su propia voluntad, pudiendo haber compartido otra vida con una mujer que
se ofreció a permanecer a su lado en cualquier circunstancia por muy adversa
que fuera.
El rincón feliz. En este relato, el
protagonista, que cuenta con cincuenta y
seis años, regresa a New York, su ciudad
natal, después de haber vivido treinta y tres de ellos en Europa.
Regresa
porque ya no le queda ningún familiar y es heredero de dos grandes edificios:
uno lo ha vendido para que sea construido en su lugar un gran bloque de
viviendas. El otro edificio no lo quiere vender. El motivo es que es la casa en
la que había vivido su familia, la que él conocía como El Rincón Feliz. Pero no
es el recuerdo familiar lo que busca al no querer desprenderse de la vivienda, sino
lo que habría ocurrido si él no la hubiera abandonado para irse a Europa,
quiere encontrar al “yo” que habría vivido aquí, qué habría sido de su vida,
cómo sería ahora.
Para ello,
busca “un fantasma” que cree que habita en la vivienda de su familia, hasta el
punto que se convierte en una obsesión que hace que cada noche se encierre y
recorra casi a oscuras las habitaciones del edificio. Ese fantasma, con el que
se quiere encontrar, es su “otro yo”, su doble, la persona que hubiese llegado
a ser de haberse quedado a vivir en New York.
En esta
historia también tenemos a una antigua amiga con la que comparte sus
pensamientos y que está dispuesta a ayudarlo hasta obtener una conclusión final,
pero, como el relato anterior, él, en principio, se niega.
martes, 13 de diciembre de 2022
Clubs de Lectura. Jazmina Barrera
Babelia, el suplemento sobre libros y otras artes del periódico El País, publica hoy martes un artículo de la escritora mexicana Jazmina Barrera sobre los Clubs de Lectura. Me ha parecido interesante. Aquí os lo dejo.
JAZMINA BARRERA - 13 DIC 2022 -
Mi primera experiencia de lectura en compañía fue cuando era
niña. Antes de que supiera leer, mi madre me leía todas las noches, y cuando
supe, fingí por un tiempo, porque pensé que si se enteraba me iba a dejar
leyendo sola. Pero se enteró poco después y empezamos a turnarnos la lectura en
voz alta. Era mi momento favorito del día, si me había peleado con mi madre,
ahí se nos olvidaba, y se me olvidaban también las peleas con las amigas de la
escuela y el miedo a los alienígenas y a los caníbales. La lectura era el
espacio de entretenimiento, porque mi madre decía que a mi casa no llegaba la
televisión (y yo le creí por demasiado tiempo). Leímos juntas hasta que cumplí
diez años, cuando empecé a leer sagas de fantasía que desesperaban a mi madre
porque tenían demasiados personajes. Ahí descubrí el placer de la lectura en
soledad. Pero ese tiempo en que leí con mi madre, esa asociación de la lectura
con el afecto, la convivencia y el gozo, fue decisiva en mi elección de
estudiar literatura y dedicarme a las letras.
He sido parte de pocos clubs de lectura, aunque estudié
Letras Inglesas y eso era un poco como estar en varios clubs al mismo tiempo.
Con mis amigos de la carrera hicimos un club de Jane Austen donde leímos todos
los libros conocidos de la autora. Zeidy, El rojo, Antonio y yo nos reuníamos
una vez al mes, como señoritas victorianas, a tomar té en Azcapotzalco, en la
colonia Obrera y en la San José Insurgentes para discutir esas novelas
entrañables, geniales y divertidas que me han acompañado siempre.
También en la universidad asistí a un club de lectura al que
llamaban “tertulia”, pero como el anfitrión dijera que pretendía que fuéramos
el nuevo Ateneo de la Juventud salí corriendo de ahí y no regresé.
Un par de años después, un grupo de amigas y hermanos de
amigas hicimos un club de lectura que sólo tuvo una sesión —que yo sepa— donde
leímos y discutimos Los detectives salvajes entre clamores pasión y decepción (a
mí la novela me apasionó, me decepcionó y me volvió a apasionar). En ese club
conocí a Irene, con quien varios años después organizamos un club de lectura de
Wittgenstein. Irene es filósofa, yo le temo a la filosofía y sin su guía no me
habría atrevido a leer el Tractatus, que sin embargo resultó mucho más
entretenido de lo que imaginaba.
Ahí terminan mis experiencias de clubs de lectura. Desde
entonces he estado en varios talleres entre amigas, que son en el fondo clubs
de lectura donde leemos textos en proceso. Ahora me turno noche por medio con
el padre de mi hijo para leer con él. Estamos leyendo juntos la extraordinaria
novela Mofeto y Tejón.
A finales del 2021 publiqué una novela llamada Punto de cruz
que habla de amistad y de bordados. Desde que apareció, la novela ha sido leída
en más de 30 clubs de lectura a los que he tenido la suerte de asistir de
manera virtual, para escuchar comentarios y responder algunas preguntas sobre
el libro. Según me cuentan las organizadoras, casi todos son clubs nacidos en
pandemia y casi todos están compuestos principalmente por mujeres. Fuera de
eso, la diversidad es la regla. He estado en clubs de mujeres mayores de
sesenta años en bibliotecas españolas, clubs feministas de jóvenes
veracruzanas, clubs de diversas edades en librerías de Argentina, clubs de
suscripciones mensuales con cientos de participantes, clubs de cinco amigas en
la colonia Narvarte, clubs de bordado donde a veces también leen, clubs
dirigidos por influencers y clubs espontáneos y horizontales. En todos ellos me
he encontrado con ese entusiasmo, ese compañerismo, esa complicidad y ese
disfrute de leer en compañía.
Pero lo que más me ha sorprendido es que en muchos de esos
clubs he conocido personas que me cuentan que antes de unirse al club no leían,
que empezaron a leer desde que son parte. Leer es uno de esos hábitos que
siempre pensé difícil de adquirir después de cierta edad. Salvo mi abuela, que
empezó a leer cuando sus hijos crecieron, tengo pocos ejemplos a mi alrededor
de personas que agarraron el gusto por la lectura después de cumplir veinte
años. El fomento de la lectura me pareció siempre un trabajo dirigido a la
infancia y la adolescencia, nunca se me ocurrió que la clave para las personas
adultas era la misma que me llevó a mí a ser lectora: el acompañamiento, la
comunidad, el afecto.
Dice Margit Frenk en su hermoso libro Entre la voz y el
silencio que la lectura fue, hasta por lo menos el siglo XIX, una actividad
llevada a cabo principalmente en voz alta y en compañía. Quise escribir esto
para celebrar estas comunidades de mujeres que han regresado a esas raíces de
la lectura y que le están dando una nueva oportunidad, una mejor vida a los
libros.
Jazmina Barrera es escritora mexicana, autora de libros como
‘Cuerpo extraño’, ‘Línea nigra’ y ‘Punto de cruz’.