Las cuatro obras
que contiene el volumen pueden ser considerados relatos, quizás la segunda, Otra vuelta de tuerca, pueda ser
catalogada como una novela corta.
Daisy Miller es una joven muchacha
americana hermosa y libre que pasa unas semanas en Suiza junto con su madre, su
hermano, acompañados por un guía-cuidador. Después continuarán su viaje
haciendo escala en Roma.
La belleza de
la joven y su comportamiento desenfadado encandilan a un joven americano
residente en Suiza, donde realiza unos estudios. Ese comportamiento femenino irrita
a la tía del joven pues se salta las normas que rigen la estricta y cerrada sociedad
de la comunidad americana residente en Europa. Un colectivo que se caracteriza
por los prejuicios, los rígidos convencionalismos sociales, el cultivo de las
apariencias y un manifiesto sentimiento de superioridad y de desprecio a todo
lo que se salga de sus reglas.
El cortejo
del joven americano, que vuelve a coincidir con ella en Roma, choca con la
coquetería de ella, cuyo deseo es entrar a formar parte de la alta sociedad
europea a cualquier precio. Para ello se hace acompañar de un italiano, mayor
que ella, con el que mantiene unas relaciones que desaprueban los miembros de
la sociedad americana residente en Roma, algo que no impide que el joven
americano siga mostrando interés por ella, pues no sabe si la actitud de la
joven se debe a su propia inocencia, sin ninguna maldad, o ese comportamiento
es totalmente consciente y programado.
La actitud de
la joven, que chocará con diversos personajes femeninos del circulo que
frecuenta, terminará teniendo graves consecuencias, dejando al joven americano
en la duda de si su actuación con ella fue la correcta.
El narrador
expone los hechos de forma especulativa y deja que el lector saque sus propias
conclusiones. Algo que suele utilizar en los demás relatos.
Otra vuelta de tuerca. Comparte
narración en tercera persona, al inicio de la historia, con la primera persona
cuando es la institutriz, sin nombre en el relato, la que lleva el peso de la
misma en la mayor parte del relato.
En una
reunión de amigos en la que se cuentan historias de terror durante las noches
al calor de la chimenea, uno de ellos aporta el relato de una institutriz que
tuvo su hermana escrito por ella misma sobre una experiencia sufrida cuando era
joven.
La
institutriz, cuando contaba veinte años, es contratada para cuidar y educar a
dos niños huérfanos, niño y niña, que viven en una solitaria mansión en medio
de la naturaleza. Se da la circunstancia que los que tenían relación con los
niños, la anterior institutriz y el
ayudante del tío de los niños, han fallecido en extrañas circunstancias y
parece que ese hecho ha dejado una huella psicológica en ellos.
El tío de los
niños, que es la persona que la ha contratado, la única condición que especificó
en el contrato es que no puede ser requerido con ningún problema referente a
los niños, todo debe resolverlo la institutriz.
Cuando la joven
inicia su trabajo empieza a percibir la presencia de dos fantasmas en las
dependencias y entorno de la vivienda. Informada y puesta al corriente de sus visiones,
el ama de llaves le corrobora que la descripción que hace de los personajes
coincide con los dos empleados anteriores. Ante el desconocimiento de las
intenciones de estos aparecidos y si son también vistos por el resto de
habitantes de la casa, se fija como objetivo proteger a los niños, observarlos
y obtener información sobre sus percepciones.
El relato nos
irá mostrando la evolución en las relaciones entre los niños, la institutriz y
el ama de llaves hasta desembocar en un final trágico.
La ambigüedad
es la clave de todo el contenido de la obra.
La muerte
aparece desde el principio: el manuscrito es de la Institutriz, que lleva
veinte años muerta; quien transmitió el manuscrito ha muerto también; así como la
anterior institutriz y el ayudante; los niños son huérfanos, sus padres han
debido morir. Por tanto, la muerte está presente en todo el relato.
Las vueltas
de tuerca nos muestran como a cada hecho se le van añadiendo otros hechos nuevos
que van agrandando, si no complicando, la historia, cada vuelta va enmarañando
el relato y en lugar de tener una respuesta se va ampliando el número de
posibilidades que nos va ofreciendo el autor.
La obra nos
ofrece más dudas que certezas: ¿Existen en realidad los fantasmas, es decir,
los ven todos los personajes o sólo existen en la imaginación de la
institutriz? ¿Los ven los niños y el ama de llaves pero lo disimulan? ¿Está
relacionada la visión de los fantasmas con que expulsaran al niño del colegio?
¿Son tan inocentes los niños y es la intervención de los adultos con sus
fantasmas los que le complican la vida, o esconden algún secreto? ¿Los
comentarios del ama de llaves están basados en hechos ciertos o son simples
prejuicios?
Con estos
mimbres, el relato se abre a multitud de interpretaciones por parte de los
lectores.
De esta
novela corta se han realizado algunas adaptaciones cinematográficas en
distintos países.
La bestia en la jungla. El
protagonista comparte con una amiga el gran secreto de su vida: cree que su
vida está destinada a sufrir un acontecimiento catastrófico, algo espectacular
que marcará su vida y la de todos los que lo rodean. Según él mismo dice, ese
hecho lo acecha como la bestia en la jungla, de ahí el título del relato.
Lo que
podemos deducir es que esa bestia son sus propios miedos que lo convierten en
una persona vulnerable, que le impide disfrutar de una vida plena si tuviera
valor para enfrentarse a ella, si fuera capaz de saber lo que quiere y asumir
los hechos con todas las consecuencias, quitándose los prejuicios y analizando
lo que lo rodea, las personas, con sus sentimientos, que viven junto a él.
Su amiga está
dispuesta a esperar junto a él la acometida de la bestia, algo que él no llega
a entender pues insiste en que nunca involucrará a una esposa, y a sus posibles
hijos, en esa espera, que no formará una familia sabiendo que lo que le
deparará el futuro es una auténtica catástrofe. Nos muestra esa falta de
compromiso y la ceguera ante el ofrecimiento de su amiga.
Cuando ya no
hay solución en su vida, descubre que la bestia ha llegado y esa catástrofe que
predecía ha sido provocada por él mismo. Ha dejado transcurrir su vida, ha
estado ciego ante el amor que le ofrecían, ha tenido una vida en soledad elegida
por su propia voluntad, pudiendo haber compartido otra vida con una mujer que
se ofreció a permanecer a su lado en cualquier circunstancia por muy adversa
que fuera.
El rincón feliz. En este relato, el
protagonista, que cuenta con cincuenta y
seis años, regresa a New York, su ciudad
natal, después de haber vivido treinta y tres de ellos en Europa.
Regresa
porque ya no le queda ningún familiar y es heredero de dos grandes edificios:
uno lo ha vendido para que sea construido en su lugar un gran bloque de
viviendas. El otro edificio no lo quiere vender. El motivo es que es la casa en
la que había vivido su familia, la que él conocía como El Rincón Feliz. Pero no
es el recuerdo familiar lo que busca al no querer desprenderse de la vivienda, sino
lo que habría ocurrido si él no la hubiera abandonado para irse a Europa,
quiere encontrar al “yo” que habría vivido aquí, qué habría sido de su vida,
cómo sería ahora.
Para ello,
busca “un fantasma” que cree que habita en la vivienda de su familia, hasta el
punto que se convierte en una obsesión que hace que cada noche se encierre y
recorra casi a oscuras las habitaciones del edificio. Ese fantasma, con el que
se quiere encontrar, es su “otro yo”, su doble, la persona que hubiese llegado
a ser de haberse quedado a vivir en New York.
En esta
historia también tenemos a una antigua amiga con la que comparte sus
pensamientos y que está dispuesta a ayudarlo hasta obtener una conclusión final,
pero, como el relato anterior, él, en principio, se niega.
No hay comentarios:
Publicar un comentario