martes, 31 de agosto de 2021

A corazón abierto. Elvira Lindo

Novela publicada en el año 2020. 
La obra no es una novela con las características con las que normalmente conocemos ese género, y, aunque se asemeja a unas memorias, tampoco podríamos clasificarla como tal. Es un libro en el que la autora nos va a contar historias de su familia teniendo como principal protagonista a su padre, que llega hasta poco después de la muerte de este.
El título podemos interpretarlo como referencia a la operación que le realizan a la madre de la autora, personaje de la novela, y a partir de la cual se condiciona la vida familiar; o al acto de valentía de Elvira Lindo de contarnos la vida de su familia, entrando en detalles íntimos.
Aunque la autora nos cuenta sucesos y anécdotas de una familia real e imperfecta, la suya, se centra más en la vida de su padre, Manuel, hijo de un capitán de la Guardia Civil, sin carácter, y una madre autoritaria..
En 1939, Manuel llega a Madrid con nueve años para vivir en casa de una tía, a la que él empieza a llamar la Bestia por el trato que recibe de ella, por decisión de su madre.
La ciudad vive inmersa en un ambiente de derrota, abandono y miseria, su tía trabaja en un hospital en el que trata a los heridos y mutilados de la guerra, y él está todo el día solo, haciéndose su propio mapa de una ciudad totalmente desconocida por la que empieza a moverse, de forma nerviosa, para pasar desapercibido, adaptándose a su ambiente, como al ambiente hospitalario de olor a sangre, enfermedad, lamentos y muerte, cuando va cada día a recoger a su tía.
Cansado de los golpes que recibe de su familiar, decide huir a Aranjuez, donde ha oído que también tiene familia. Allí será acogido por gente sencilla con la austeridad que obliga la pobreza.
Con este pequeño argumento, la autora creo un cuento. que aparece en las últimas páginas del libro y que fue representado con voz y música en Berlín en 2018. Ese es el origen de esta historia, según nos cuenta la propia autora.
Narrado en primera persona por la autora, como miembro más de la familia, vamos a ir conociendo la vida pasada, en un relato sencillo, entretenido pero sin una estructura definida, con idas y venidas en el tiempo, mostrándonos a los personajes más que con descripciones físicas, centrándose más en el carácter, las costumbres, las manías y las acciones. Lo vemos bien cuando nos habla de su abuela paterna, la "abuela mala", tacaña, cruda, cruel, su única pedagogía era la violencia (aunque su padre la justificara cuando era contra él), amoral, con sus propias normas, en su casa y con sus hijos sólo hablaba de dinero pero nadie veía ni un duro, todo guardado para la herencia, Pero la autora, su nieta, a pesar de provocarle temor, se sentía atraída por ella.
La generación de su padre gastó la energía en sobrevivir, prosperar y procrear. Él terminó siendo auditor de Dragados, casado y con cuatro hijos. Su habitat natural son los bares y la calle, fumador desde niño (eso lo acercaba a la figura de adulto).
Nos cuenta Elvira Lindo que la relación de sus padres fue apasionada y tormentosa debido a la personalidad desmedida de él y el corazón débil de ella. A él lo marcó su dura infancia, el mayor dolor que se puede sentir en la niñez, la soledad, la sensación de abandono, la falta de amor de su propia madre, y, aunque se describía como un pícaro que aprendió a sobrevivir, con los años afloran las heridas profundas que fue recibiendo, a pesar de eliminar de sus recuerdos cualquier atisbo de amargura o tristeza. Le queda ese espíritu de desobediencia infantil, el desprecio a la debilidad y a los superiores, exigencia de firmeza, es un hombre valiente y autoritario pero a la vez excesivamente social y sobreprotector de sus hijos, desplegaba por igual su optimismo y su cólera. Pero formando parte de su personalidad, hay una parte que esconde: teme a la tormenta, al viento, a perder a sus hijos, y algo que supera a todo: terror a la soledad, no soporta estar solo, como comprobamos en diversos momentos de su vida, hasta el punto de sufrir un ataque psicótico, y empieza a reclamar cuidados. La autora retrata a su padre desde la comprensión, la compasión y el amor.
La madre, de frágil salud por problemas de corazón, pasiva, dependiente del amor de su marido hasta un punto enfermizo; y alrededor, los niños, con una relación de amor-odio tanto con ellos como después con su marido. Al principio los niños oyen los argumentos fantasiosos de su padre y ven a su madre fuerte y valiente, pero con el paso del tiempo y su crecimiento van teniendo otra percepción de esa relación.
El amor de los padres, “un amor excesivo, celoso, desconfiado”, empieza a resquebrajarse tras la operación de ella y el cambio de costumbres de él, con la ruptura de pequeños recuerdos quiere simbolizar la ruptura con todo el pasado, afectando esto a las relaciones familiares.
Tras la  muerte de su madre, la autora le achaca el no haberse esforzado en vivir, sufriendo por un hombre, convirtiéndose en una víctima vulnerable, en lugar de haber estado a su lado como una madre libre y reivindicativa. Esa muerte le produjo rabia, quizás porque le cogió en la adolescencia y quedaba desamparada; sin embargo, la de su padre que fue muy posterior, le produjo tristeza.
Para escribir esta historia, la autora regresa a su infancia, adopta esa voz infantil, esa mirada tierna, a veces melancólica y traviesa de la niña que fue, recuerda sus travesuras, sus insufribles viajes llenos de vomiteras, con el lenguaje y el vocabulario propio de la ingenuidad de la edad, su espontaneidad, y nos muestra la vida de sus padres, a veces apasionada, a veces tormentosa, con libertad, con cariño, con humor. Y nos lo narra todo con una emoción contenida.
También tenemos la voz adolescente, las manías, que ella llama pensamiento mágico, la aparición de la duda entre mantener la memoria con los traumas infantiles incluidos, o intentar borrarlos y que desaparezca la memoria, la asunción de la responsabilidad familiar que la alejarán de la niñez, la aparición de los coqueteos con la política o las drogas, el despertar al sexo,.., 
La autora adulta, que ve similitudes con el carácter del padre, visita a la psicóloga que le explica que su padre hablaba de temas triviales en horas dramáticas para huir del terror que sentía, cuando un dolor se echa al olvido, cuando alguna circunstancia nos lo recuerda, vuelve con más intensidad. Ella sigue anclada a sus fantasmas para que no caigan en el olvido,
Asistimos a un magnífico trabajo de introspección, en el que nos confía secretos muy íntimos de su familia. Pero desde la atalaya de la observación, sin juzgar, sólo como alguien que simplemente quiere recordar y comprender.
Aunque no esté en la intención de la autora, también nos presenta un estudio antropológico de la sociedad española desde la finalización de la Guerra Civil hasta finales de los años 80, sobre todo a través del pensamiento, el lenguaje y las actuaciones del padre. También un retrato costumbrista del Madrid de las posguerra a través de los ojos de un niño. Puede entenderse como un homenaje a la generación que tras la guerra permaneció en España.
El lenguaje utilizado es coloquial dentro de una narración fluida, a veces el recuerdo surge ante un comentario de ese momento; y el vocabulario adaptado a la época, no podemos mirar el libro con los ojos actuales: idea del maltrato, la infidelidad,... 
Utiliza el humor y a veces la ironía.
Aparición de variados temas: autoritarismo, machismo, gays (mariposones), cura maltratador, profesor pederasta, profesionales de la psicología,..
La aparición de algunas marcas: Seat 1430, coñac Fundador, Ceregumil, nos hace recordar también nuestra niñez.
Se repite la narración de algunos hechos.
Lectura agradable, amena, entretenida y con algunos hechos con los que muchos lectores se sentirán identificados.

Representación de "El niño y la Bestia" en Berlín en 2018.

lunes, 23 de agosto de 2021

Llévame a casa. Jesús Carrasco

Novela publicada en el año 2021. 

Esta es la tercera novela de Jesús Carrasco, que se dio a conocer con "Intemperie".
La novela recoge una parte de la vida de una familia formada por el padre, la madre (con esa nomenclatura, sólo aparecen los nombres un par de veces), un hijo, Juan (que llevará el peso de la historia) y una hija, Isabel.
Juan, que lleva cuatro años viviendo en Edimburgo (Escocia), regresa al pueblo de Cruces (Toledo) para asistir al entierro de su padre.
Su hermana Isabel, que a su vez vive en Barcelona con marido y dos hijos, bastante enfadada, le echa en cara su desatención, su egoísmo, su falta de contacto con la familia en todo este tiempo, pues es la tercera vez que viene y ni siquiera ha hecho uso del teléfono.
Durante el velatorio, su cuñado le da la noticia de que la madre padece Alzheimer. Después del entierro es su hermana la que le facilita más datos sobre la enfermedad y lo informa además que será él quien deba ocuparse de la madre, puesto que ella tiene que trasladarse a Estados Unidos por motivos profesionales, ya que de ello depende su futuro bienestar.
Tanta información de golpe irrumpe a cámara lenta en el pensamiento de Juan, que tenía pensado volver en una semana a Escocia, y con gran dificultad tendrá que ir asimilando el cambio tan radical que tendrá que dar a su vida a partir de ahora.
En poco tiempo, Juan pasa de la indolencia al asombro y la preocupación, a la asunción del sentimiento de culpa, al dolor y a la perspectiva de tener que asumir toda la responsabilidad de cuidar de la familia. Abandona su idea de volver a Escocia.
Juan empieza a extraer de su memoria recuerdos de su vida anterior en un lugar del que se fue huyendo. Se reencuentra con su fiel amigo desde la infancia, Fermín, con quien tantas cosas compartió; y con Germán, la mano derecha de su padre en todas las actividades que realizaba, considerado uno más de la familia porque carecía de ella y sus afectos los volcaba en ellos. Juan encuentra el cariño en los que lo rodean.
Juan va reconstruyendo su vida anterior con pequeños recuerdos: el concierto de Kiko Veneno, su primera borrachera, sus cigarros infantiles, los baños en el río en vacaciones, su único viaje familiar a Alicante y su estancia en el camping, sus competiciones atléticas, el Renault 4L (cuatro latas) como símbolo de la unión familiar y los viajes en los que cada uno experimentaba su propia libertad.
A Juan no lo habían educado en el amor ni en el afecto, sentimientos que en las familias pobres estaban bastante ocultos. Sus padres eran hijos de la guerra y el hambre, entregados al trabajo como única misión, porque lo importante era el jornal, el sustento, enviar a los hijos a la escuela, poder ir al médico y dejar algo de herencia. No había lugar ni tiempo para el amor. Cuando Juan comunica su partida, la planificación familiar se rompe, el futuro soñado ya no existirá, su padre se rebela y discuten. Y ahora Juan sufre por no haber estado junto a su padre, por no haber podido suturar esa herida, pensando que no ha sido justo con los suyos.
Su hermana Isabel gestiona mejor las emociones, lleva adelante su brillante carrera profesional, su matrimonio, el cuidado y educación de sus hijos y el cuidado de sus padres. Y aunque ha sido dura con los reproches, en el fondo también se atisba un sentimiento cariñoso hacia su hermano.
El autor nos habla de cosas simples y cercanas, como si fueran contenedores de una filosofía de vida, como si encerraran todo el cariño que una persona puede dar y otra recibir: velar al marido, el casero escocés que cuidará del rododendro, el cuidado de su madre con la hortensia, el cuatro latas antiguo, el tubo de plástico que su padre colocó sobre la ducha y que gotea (¿Tortura china?), la ocultación de la esquina rota de la mesa de la cocina, las semillas para la madre, alguien que llena una balda de la nevera con productos que te gustan,...
También vemos la importancia de los silencios familiares, como los que guarda Laika cuando acude para ser acariciada: el que guarda la madre cuando padre e hijo discuten, cuando alguien pregunta o reprocha, cuando ven un programa de televisión,... El lector deberá poner su granito de arena e intuir muchas de las cosas que no se cuentan.
El autor sigue fiel a sus ideas de mostrarnos el paisaje real en su crudeza, la intemperie, las costumbres del pueblo en la parafernalia del duelo, con el papel de hombres y mujeres,...
La novela está narrada desde una sobria tercera persona omnisciente, utilizando un lenguaje claro, sencillo, salpicado de alguna palabra culta, técnica o del ámbito familiar que sirven sólo para estimular la memoria pero que no tendrán una continuidad futura; de una prosa bastante sensorial, de alto nivel metafórico y a veces poético, sin grandes adornos, haciendo poco uso de los adjetivos, pero manteniendo un buen ritmo hasta el final.
El título del libro nos muestra el valor de casa, no como lugar físico, sino como la palabra que encierra entorno familiar, cariño, recuerdo; algo que podemos comprobar al final de la novela.
Es muy acertado los nombres elegidos para nombrar a las dos vecinas: Dolores y Angustias.
Jesús Carrasco nos deja una novela familiar que nos muestra de forma brillante el conflicto de dos generaciones, la que luchó por salir adelante y transmitir un legado, y la de sus hijos, que necesitan salir y alejarse en busca de su propio lugar en el mundo. ¿Qué esperan los padres? ¿Qué están dispuestos a dar los hijos? ¿Dar lo que necesita o dar lo que se merece? Preguntas que posiblemente también se plantee el lector de la novela. 
El autor realiza un retrato psicológico y de introspección con los personajes, principalmente Juan, verdaderamente formidable, estando sometidos a la toma de decisiones fundamentales y rápidas cuando la vida los pone contra las cuerdas. Todo incrustado en un cuadro social absolutamente verosímil y reconocible, realista y cotidiano, tratado además con sensibilidad y delicadeza.
El relato es tan creíble, que ¿Qué lector no se ha visto reconocido en cualquier acción de los personajes, o no ha recordado algún objeto o producto de los que se mencionan a lo largo del relato?
Extraordinaria novela para hacernos reflexionar sobre temas variados, con esa simpleza y profundidad a la vez que maneja el autor.

jueves, 19 de agosto de 2021

Transbordo en Moscú. Eduardo Mendoza

Tercera entrega de la trilogía "Las tres leyes del movimiento", publicada en el año 2021.
Con esta nueva novela se cierra la trilogía con la que el autor nos ha querido mostrar una mirada crítica al siglo XX.
Ante la incertidumbre con que finalizó la anterior entrega, ahora nos encontramos al protagonista casado con la hija única y futura heredera de una gran fortuna, empezando a formar parte de la burguesía catalana, aunque para la alta burguesía puede ser tildado de "cazadotes".
La costumbre de las grandes empresas que van pasando de padres a hijos, a veces más bien arrebatadas por estos, dejará de suponer un problema para el suegro por la falta de ambición de nuestro protagonista. Rufo sigue siendo una persona pasiva, un mero observador, dejándose llevar por los acontecimientos, aunque vayan contra sus ideales o le suponga algún contratiempo para él, además, sin guardar ningún tipo de rencor.
Con el matrimonio, nuestro protagonista ha ganado en tranquilidad y se ha asentado, vive sin ajetreos, se ha aburguesado y se ha vuelto más reflexivo y preocupado por las dinámicas de la vida familiar, lo que hace que conozcamos más momentos de su propia vida y sus relaciones sociales.
En la política española, España ha entrado en la Comunidad Europea, se vive una época de prosperidad y despilfarro. La izquierda que siempre había hecho acopio de una rectitud moral, abandona sus principios y prioriza la salida de la crisis y pospone la justicia, los ideales reformistas quedan sólo en promesas electorales.
Se produce un enfrentamiento dialéctico entre capitalismo y comunismo, como ideas excluyentes, también se discute la diferencia entre clasismo y racismo y se hace una valoración crítica de la clase media.
Se abre un escaparate al mundo con la celebración de la Exposición Universal de Sevilla y la celebración de los Juegos Olímpicos de Barcelona, que nuestro personaje vive más de cerca y que lo ve como objeto de distracción de la ciudadanía. El autor nos deleita con su valoración personal de ambos eventos.
El empresariado catalán alaba la unión de fuerzas políticas para presionar al poder central y se empieza a apuntar hacia el independentismo. Enfrente, los defensores del español. 
Rufo sigue viajando. Visita Polonia para conocer sobre el terreno la situación del país y su valoración es negativa: una población decaída, desabastecimiento de alimentos, edificios decrépitos, signos de pobreza, picaresca de los ciudadanos para subsistir,...
El accidente de Chernóbil marcará para algunos el inicio del hundimiento del sistema económico soviético, que posteriormente tendrá su colofón con la caída del muro de Berlín y los últimos momentos de la Guerra Fría, lo que hace proliferar el número de espías de todos los países, como comprobará nuestro protagonista en sus labores detectivescas.
Este ambiente político le hace concebir esperanzas a su amigo el príncipe, que ve una posibilidad a sus aspiraciones de recuperar el reino de Livonia. Pero a lo largo de la novela no llegan a contactar de manera personal, sólo mediante mensajes, y los intentos de contacto quedan fallidos: información de la policía parisina sobre el peligro que corren ambos, caricaturesco secuestro en Viena por espías rusos, que vuelven a incidir en el riesgo que corren. Todo esto lo lleva a valorar la incompatibilidad de su labor de detective y su tranquila vida familiar, por lo que decide abandonar cualquier veleidad aventurera y permanecer en su zona de confort.
Además de a estos tres países, viajará a Londres de luna de miel; a Ibiza, donde nos retratará la isla como paraíso de la libertad en un momento anterior; Nueva York, donde vemos la aparición del SIDA y su estigmatización social y también una valoración del arte en la figura de Andy Warhol; Venecia, de viaje familiar que aprovecha para facilitarnos algunos datos interesantes de la ciudad; Moscú de visita de placer y compras y donde vemos que el gusanillo de ese detective que lleva dentro no ha muerto del todo.
Su vida familiar pasa por una crisis profunda pero él la toma como una aventura más y la asume sin mostrar ningún interés ni temor, quedando, como siempre, a la espera de lo que pueda pasar, asumiendo, como siempre, las posibles culpas.
Dedicado a mantener la vida familiar, complementa la educación que siguen sus hijos con otras actividades, comprobando los distintos gustos  de ambas generaciones.
Siguen apareciendo personajes estrafalarios o simplemente "raros", como el empresario inglés, el primatólogo Froubier y su amiga Madeleine, el staretz Porfirio, el policía francés,...
Su hermano Agustín sigue escribiendo con el mismo tono surrealista anterior, pero ahora en la faceta de la novela.
Nuestro protagonista vuelve a recibir dos cartas de su amiga la abadesa.
Conocemos la aparición del mundo de la informática, con la controversia surgida entre los que piensan que marcará el camino del futuro, y los detractores, que se agarran a la defensa de la tradición de lo conocido y todo lo demás son riesgos.
La trilogía acaba con el siglo, que nos ha retratado el siglo de las empresas colectivas, tan colosales como desastrosas. Una etapa de guerras y exterminio, de dictaduras sangrientas y amenaza nuclear y concluye con la sociedad atenazada por el miedo a que el mundo informático explosione con el cambio de milenio provocando un cataclismo a nivel mundial y todo quede paralizado.
De las tres novelas que forman la trilogía, esta es la más entretenida, más dinámica, conocemos a un Rufo más cercano y familiar, el resto de características se siguen repitiendo la que conocimos anteriormente.
Con el reconocido estilo de Mendoza, es una buena trilogía para alegrarnos el verano.

jueves, 12 de agosto de 2021

Cuando sale la reclusa. Fred Vargas

Esta novela, del género negro, fue publicada en el año 2018.
Su autora, Fred Vargas, es el seudónimo utilizado por la historiadora y escritora francesa Frédérique Audoin-Rouzeau.
Es licenciada en Historia y Arqueología, conocimientos que utiliza en el contenido de la novela. 
Sus novelas se desarrollan habitualmente en París, siendo su protagonista el inspector jefe Adamsberg y su equipo, la Brigada Criminal del distrito 13. 
Sus novelas han sido traducidas a varios idiomas, y en el año 2018 obtuvo el Premio Princesa de Asturias de las Letras.
Parte de su obra ha sido adaptada al cine y a la televisión.
La novela comienza cuando Adamsberg abandona las vacaciones que está disfrutando en Islandia junto a un hijo que ha descubierto hace poco y tiene que reincorporarse al trabajo de la comisaría ante un caso atascado.
Gracias a su intuición, el caso lo resuelve rápidamente, pero algo llama su atención en la pantalla del ordenador de un compañero: la muerte de tres ancianos a causa de las picaduras de una araña, conocida como la reclusa, esquiva, no agresiva y venenosa,  pero un veneno que aunque doloroso e irritante no suele ser mortal. Lo que lo hace un caso bastante extraño.
Todo hace indicar que las muertes son naturales y sin conexión, pero ese sexto sentido tan característico de Adamsberg le hace ser el único intrigado por este suceso y comienza a indagar de forma individual.
Sus averiguaciones hace que abra una investigación, pero su forma de actuar choca frontalmente con gran parte de sus compañeros, sobre todo con uno de ellos, que empieza a hartarse de las excentricidades, y el comportamiento poco ortodoxo de su jefe.  
Y es que el comisario jefe es un tipo bastante raro: nada más empezar vemos cómo ha perdido el móvil hundido en un montón de mierda de oveja, tiene dos relojes y ninguno funciona, no fuma pero le coge los cigarros al hijo que suelta en los bolsillos de su chaqueta en la que se doblan y se vacían de tabaco, es capaz de cenar todas las noches un plato de coles con "cosas", se las arregla para poner a toda la brigada a trabajar para dar de comer a unos mirlos, pero a cambio posee una asombrosa intuición y lo que algunos denominan "saber ver entre la bruma" y él llama "tener burbujas en el cerebro" que se mueven a su libre albedrío hasta que se paran; aunque a veces esta intuición le provoque cansancio y agotamiento.
Mientras empieza a obsesionarse con el caso de la reclusa, le da tiempo incluso a resolver pequeños casos con una gran sencillez. Además, los problemas internos en la brigada empiezan a provocar divisiones y enfrentamientos. A su manera, tiene que conseguir que todos sus compañeros trabajen en la investigación, intentando convencer, con los datos que aporte, a las voces discordantes que van surgiendo.
Dentro de la brigada también existen personajes con sus propias excentricidades.
Una vez ha convencido a casi todos los compañeros y metidos de lleno en la investigación, irán enredándose en una compleja trama, llena de varios escenarios, elaborados equívocos, profundas conexiones cada vez más amplias y claras, hasta remontarse incluso a la Edad Media y el personaje de la reclusa:  en esa época una mujer que era violada y entonces decidía encerrarse en un pequeño habitáculo (reclusorio), con una pequeña abertura en la parte alta por la que recibía escasos alimentos, hasta su muerte. La otra solución era dedicarse a la prostitución.
Son varias las hipótesis que va manejando el comisario, pero ninguna de ellas lo conduce a la conclusión final y van acabando en fracaso, teniendo que retornar al principio e iniciar un nuevo camino. La esperanza en sus intuiciones, esas "burbujas" que se mueven en un cerebro, ese juego entre reclusa araña y reclusa mujer, el presente, sus recuerdos del pasado ahora aflorados,..., hace que siga esperando el momento decisivo para encontrar la salida a la red en la que se encuentra encerrado.
Al final su cerebro ve la luz y, con las enrevesadas explicaciones a su ayudante, va engarzando todas las piezas del puzle llegando a una conclusión que encierra una parte dolorosa.
A lo largo de la novela aparecen diversos temas: violencia de género, acoso sexual, arqueología, medievo, mundo animal, mitos,..., pero el gran tema de la obra es la venganza, por abusos sexuales, violaciones,... 
Quizás Adamsberg, con su modo peculiar de trabajar, y los miembros de su equipo, todos algo excéntricos a su manera, no sean los personajes a los que estamos acostumbrados en este tipo de novelas, pero es la forma en que nos los presenta la autora, que no busca una escritura efectista. Sus personajes son raros, sus asesinos son raros y las muertes que se producen también son, en cierta forma, raras.
Los diálogos son brillantes, salpimentados de humor, ironía, inteligencia, sarcasmo, amor, incluso ternura, y hasta mayéutica.
Además, la autora manipula en cierta forma los prejuicios del lector, con su pensamiento y sus inquietudes. A medida que van apareciendo distintos sospechosos y vamos conociendo la catadura moral del infame grupo que conforman sus víctimas, el lector tiene que luchar contra la tentación de justificar al asesino y pensar que, sea quien sea finalmente, nos está haciendo un favor al quitar de en medio a estos tipos. Aparecen la muerte, la justicia real y la justicia poética como condimentos no definitivos del final de la novela.
Una oba que los amantes de la novela negra disfrutarán bastante de ella.

viernes, 6 de agosto de 2021

El negociado del yin y el yang. Eduardo Mendoza

Segunda entrega de la trilogía "Las tres leyes del movimiento". Fue publicada en el año 2019.
Seguimos con la historia que nos está contando el anodino protagonista, Rufo Batalla.
La novela se divide en dos partes: su estancia en Nueva York y desde su vuelta a Barcelona.
En la novela anterior lo habíamos dejado en Nueva York. Ahora tiene que volver a España porque ha fallecido su padre. Aprovechará para quedarse unos días y seguir dándole vueltas a su inexistente proyecto de vida.
De vuelta a Nueva York, recibe la visita de una amiga de su hermana acompañada de su abuela, otro de los personajes disparatados de Mendoza: es la abadesa clarisa de Tordesillas, representante de la España católica con ínfulas de liberal, y de la que recibirá varias cartas sustanciosas a lo largo de la novela.
Durante la visita recibe la noticia de la muerte de Franco.
Se empiezan a producir cambios en la administración española, le deniegan el permiso de Navidad, muchos empleados españoles empiezan a regresar a España en espera de cambios y él también se plantea volver a Barcelona.
En la recepción a las Infantas de España se vuelve a encontrar con Mónica Coover, la mujer del Príncipe de Tukuulo.
Recibe la visita de su hermana y el novio, Tomás, que lo informa de la herencia dejada por su padre, que es bastante sustanciosa, pero aún pendiente de los trámites burocráticos.
Piensa que su vida ya no tiene futuro en Nueva York y que su vuelta a España será difícil, pues el cambio de sociedad que se está produciendo en la etapa democrática y las fuertes discusiones políticas le pillarán de nuevo y a pie cambiado. Pero aún así, le comunica a su jefe su marcha, y empezará a arreglarlo todo para su partida.
Al ir a despedirse de Mónica Coover, lo recibe el Príncipe, que lo vuelve a convencer para que lleve una carta a Tokyo, con la condición de que en varios días estará de vuelta en Barcelona.
Una vez en Tokyo pasa por las manos del Sr. Melgares y después la Srta. Norito, que lo confunde con Tukuulo. Ambos se trasladan a Tailandia, a Pattaya, ciudad donde descansaban las tropas americanas durante la guerra de Vietnam, convertida en lugar de ocio y prostitución donde hoy día acude el turismo sexual por ser seguro y barato.
De ahí, ya sin Norito, lo trasladan a un pequeño islote en el que descubre que alberga un paraíso fiscal (lo llama el paraíso fiscal de los pobres) en el que se manejan fondos "oscuros" de todo el mundo. Ese es el contacto del Príncipe como apoyo a su "proyecto".
Aquí hay un guiño de Mendoza a Coppola y su película «Apocalyse now», con la aparición del famoso helicóptero Cobra de la guerra de Vietnam.
Tras sellar el acuerdo con un apretón de manos y abandonar la isla, se produce la parte de acción de la novela: Rufo es secuestrado, aparece de nuevo Norito, recalan en una isla-leprosería, se declaran estar enamorados el uno del otro, son rescatados, separados y él aterriza solo en Barcelona.
Rufo identifica a Barcelona con la triste existencia de Copito de Nieve en el zoo.
Aún no nota el cambio ocurrido en España, sólo está preocupado por tener que vivir con su madre como un solterón, sin trabajo y la añoranza por Norito.
Las discusiones políticas van llevando a los ciudadanos al desencanto y la nostalgia y la burguesía se dedica a sacar su dinero hacía paraísos fiscales.
El Príncipe lo llama para aclararlo todo. Y Rufo decide visitar a su hermano Agustín en Alemania, donde, además de mostrarnos las características de la emigración española al país, nos enteramos por fin qué hace y su relación con el teatro del absurdo.
De vuelta a Barcelona, observa cómo la sociedad española empieza a sufrir hartazgo por la inseguridad, los atentados, el fallido golpe de estado, el cansancio por la monarquía,...; mientras la juventud se refugia en la acracia.
Aprovechando unos ingresos inesperados que ha recibido, decide trasladarse a Buenos Aires, pero Carol, la novia del amigo empresario de su hermana, tiene otros planes para él...
Las dos novelas leídas tiene idéntica estructura, nos muestran dos historias que se van solapando: la vida personal de Rufo, sus reflexiones, junto a la situación social y los momentos políticos en esos años de incertidumbre y transición, en este caso, de mediados de los setenta a mediados de los ochenta. La otra es el desarrollo de las aventuras que lleva a cabo el príncipe Tukuulo arrastrando en su proyecto a Rufo.
En esta novela aparece menos el príncipe.
Para aclarar el título de la novela: en el Antiguo Japón existía un Ministerio del yin y del yang, las dos fuerzas que rigen el universo: el yin representa el principio femenino, la pasividad, el frío, la tierra, el agua y la luna; el yang es el principio masculino, la actividad, la luz, el cielo, el fuego y el sol.
Justo los personajes que nos muestra el autor intercambiarían esos papeles. Tenemos a un protagonista con más apatía que tristeza, que no es un personaje de acción, ni héroe, simplemente es un testigo contemplativo que se deja llevar sin mostrar interés por nada, ni siquiera por el amor, mas bien practica el "aquí te pillo, aquí te mato". Y así la mayoría de hombres que aparecen en la obra.
En cambio, las mujeres son más activas, toman iniciativas, saben lo que quieren y luchan por ello. 
Como en otras obras del autor, aparecen una serie de personajes disparatados: la abadesa clarisa de Tordesillas, representante de la España católica con toque liberal; la inaguantable Carol, representante de la burguesía catalana; el familiar de Piñol, el ruralismo español de la época; los personajes surrealistas que rodean al Príncipe; el jefe del "Paraíso fiscal de los pobres"; los monjes de la isla-leprosería;...
Aunque en la mayor parte de la obra parece que no pasa nada, las situaciones banales, las anécdotas, el humor que sirve para dar verosimilitud a algunos personajes y el toque de intriga; junto con la escritura del autor, impecable, con ese estilo tan fácil y entendible, amena,...; hace que sea divertida de leer, que nos enganche y, dejando el final en la incertidumbre, hace que esperemos con avidez la última entrega de la serie.