Segunda entrega de la trilogía "Las tres leyes del movimiento". Fue publicada en el año 2019.
Seguimos con la historia que nos está contando el anodino protagonista, Rufo Batalla.
La novela se divide en dos partes: su estancia en Nueva York y desde su vuelta a Barcelona.
En la novela anterior lo habíamos dejado en Nueva York. Ahora tiene que volver a España porque ha fallecido su padre. Aprovechará para quedarse unos días y seguir dándole vueltas a su inexistente proyecto de vida.
De vuelta a Nueva York, recibe la visita de una amiga de su hermana acompañada de su abuela, otro de los personajes disparatados de Mendoza: es la abadesa clarisa de Tordesillas, representante de la España católica con ínfulas de liberal, y de la que recibirá varias cartas sustanciosas a lo largo de la novela.
Durante la visita recibe la noticia de la muerte de Franco.
Se empiezan a producir cambios en la administración española, le deniegan el permiso de Navidad, muchos empleados españoles empiezan a regresar a España en espera de cambios y él también se plantea volver a Barcelona.
En la recepción a las Infantas de España se vuelve a encontrar con Mónica Coover, la mujer del Príncipe de Tukuulo.
Recibe la visita de su hermana y el novio, Tomás, que lo informa de la herencia dejada por su padre, que es bastante sustanciosa, pero aún pendiente de los trámites burocráticos.
Piensa que su vida ya no tiene futuro en Nueva York y que su vuelta a España será difícil, pues el cambio de sociedad que se está produciendo en la etapa democrática y las fuertes discusiones políticas le pillarán de nuevo y a pie cambiado. Pero aún así, le comunica a su jefe su marcha, y empezará a arreglarlo todo para su partida.
Al ir a despedirse de Mónica Coover, lo recibe el Príncipe, que lo vuelve a convencer para que lleve una carta a Tokyo, con la condición de que en varios días estará de vuelta en Barcelona.
Una vez en Tokyo pasa por las manos del Sr. Melgares y después la Srta. Norito, que lo confunde con Tukuulo. Ambos se trasladan a Tailandia, a Pattaya, ciudad donde descansaban las tropas americanas durante la guerra de Vietnam, convertida en lugar de ocio y prostitución donde hoy día acude el turismo sexual por ser seguro y barato.
De ahí, ya sin Norito, lo trasladan a un pequeño islote en el que descubre que alberga un paraíso fiscal (lo llama el paraíso fiscal de los pobres) en el que se manejan fondos "oscuros" de todo el mundo. Ese es el contacto del Príncipe como apoyo a su "proyecto".
Aquí hay un guiño de Mendoza a Coppola y su película «Apocalyse now», con la aparición del famoso helicóptero Cobra de la guerra de Vietnam.
Tras sellar el acuerdo con un apretón de manos y abandonar la isla, se produce la parte de acción de la novela: Rufo es secuestrado, aparece de nuevo Norito, recalan en una isla-leprosería, se declaran estar enamorados el uno del otro, son rescatados, separados y él aterriza solo en Barcelona.
Rufo identifica a Barcelona con la triste existencia de Copito de Nieve en el zoo.
Aún no nota el cambio ocurrido en España, sólo está preocupado por tener que vivir con su madre como un solterón, sin trabajo y la añoranza por Norito.
Las discusiones políticas van llevando a los ciudadanos al desencanto y la nostalgia y la burguesía se dedica a sacar su dinero hacía paraísos fiscales.
El Príncipe lo llama para aclararlo todo. Y Rufo decide visitar a su hermano Agustín en Alemania, donde, además de mostrarnos las características de la emigración española al país, nos enteramos por fin qué hace y su relación con el teatro del absurdo.
De vuelta a Barcelona, observa cómo la sociedad española empieza a sufrir hartazgo por la inseguridad, los atentados, el fallido golpe de estado, el cansancio por la monarquía,...; mientras la juventud se refugia en la acracia.
Aprovechando unos ingresos inesperados que ha recibido, decide trasladarse a Buenos Aires, pero Carol, la novia del amigo empresario de su hermana, tiene otros planes para él...
Las dos novelas leídas tiene idéntica estructura, nos muestran dos historias que se van solapando: la vida personal de Rufo, sus reflexiones, junto a la situación social y los momentos políticos en esos años de incertidumbre y transición, en este caso, de mediados de los setenta a mediados de los ochenta. La otra es el desarrollo de las aventuras que lleva a cabo el príncipe Tukuulo arrastrando en su proyecto a Rufo.
En esta novela aparece menos el príncipe.
Para aclarar el título de la novela: en el Antiguo Japón existía un Ministerio del yin y del yang, las dos fuerzas que rigen el universo: el yin representa el principio femenino, la pasividad, el frío, la tierra, el agua y la luna; el yang es el principio masculino, la actividad, la luz, el cielo, el fuego y el sol.
Justo los personajes que nos muestra el autor intercambiarían esos papeles. Tenemos a un protagonista con más apatía que tristeza, que no es un personaje de acción, ni héroe, simplemente es un testigo contemplativo que se deja llevar sin mostrar interés por nada, ni siquiera por el amor, mas bien practica el "aquí te pillo, aquí te mato". Y así la mayoría de hombres que aparecen en la obra.
En cambio, las mujeres son más activas, toman iniciativas, saben lo que quieren y luchan por ello.
Como en otras obras del autor, aparecen una serie de personajes disparatados: la abadesa clarisa de Tordesillas, representante de la España católica con toque liberal; la inaguantable Carol, representante de la burguesía catalana; el familiar de Piñol, el ruralismo español de la época; los personajes surrealistas que rodean al Príncipe; el jefe del "Paraíso fiscal de los pobres"; los monjes de la isla-leprosería;...
Aunque en la mayor parte de la obra parece que no pasa nada, las situaciones banales, las anécdotas, el humor que sirve para dar verosimilitud a algunos personajes y el toque de intriga; junto con la escritura del autor, impecable, con ese estilo tan fácil y entendible, amena,...; hace que sea divertida de leer, que nos enganche y, dejando el final en la incertidumbre, hace que esperemos con avidez la última entrega de la serie.
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