El Club de Lectura "Ben-al-Arte" se reunió el viernes 12 de noviembre, en las dependencias de la Casa Gerald Brenan de Churriana, para comentar el libro de dicho autor "Al sur de Granada".
Aquí tenemos parte de los comentarios aportados por los asistentes:
La obra
podemos catalogarla como un estudio de antropología o etnología, incluirlo en
el apartado de memorias e incluso como crónicas de viajes.
El autor no
concibió la obra como un trabajo antropológico sobre esta zona de España. Tras
la finalización de la I Guerra Mundial y hastiado de la sociedad inglesa, su
objetivo al desplazarse hasta nuestro país era hallar un lugar apartado y
tranquilo en el que encontrarse a sí mismo y tener tiempo para disfrutar de la
lectura de un gran número de libros que contribuyeran a proporcionarle una
buena formación autodidacta.
El lugar en
el que decide asentarse es Yegen. En ese lugar residirá entre 1920 y 1934,
aunque con frecuentes ausencias para desplazarse tanto a su país como a
diversos lugares pues el autor tiene un espíritu aventurero y viajero.
Yegen es un
pueblo pequeño de La Alpujarra, en la parte más cercana a Almería, situado a
gran altura, con un acceso difícil, siendo por tanto un lugar tranquilo, idóneo
para lo que el autor buscaba.
El autor, encantado
por el lugar que ha encontrado sin pretenderlo, nos va a ir contando como es la
vida del pueblo, sus gentes y todos sus alrededores. Nos habla del ambiente natural
del campo, las costumbres y tradiciones ancestrales que rigen la vida de sus habitantes,
sumidos en un gran conservadurismo, con una sociedad que prioriza sus más profundas
necesidades del alma humana a la organización técnica que los llevaría a alcanzar
un nivel de vida y confort más alto (hay que tener en cuenta que el viene de un
país donde se ha producido la Revolución Industrial). También conoceremos su variado
folklore y las fiestas en las que las mujeres y los mozos se requiebran
buscando la promesa de un beso apasionado o el inicio de un noviazgo que los
una para siempre como pareja.
A Brenan le
interesa todo de esta zona, desde su situación geográfica, la composición de
sus terrenos, la historia, aunque para ello se tenga que remontar a la época
prehistórica y relacionarla con su país de origen; sus creencias y los rituales
que ello acarrea, mezclando lo leído y estudiado, con lo que le van contando
sus vecinos y lo que él mismo va observando en su vida diaria en el pueblo.
La vida
cultural del municipio se circunscribe a la visita, muy de tarde en tarde, de
un grupo de actores itinerantes que representaban pequeñas obras y que al autor
le recuerdan el Siglo de Oro español.
La poesía
popular se manifestaba a través de las coplas que entonaban algunos de sus
habitantes, lo que en Andalucía denominamos cante jondo o flamenco. Algo muy
del gusto de Brenan. Incluso los niños también cantaban en el desarrollo de sus
juegos algunos fragmentos de baladas del siglo XVI.
Está el libro
lleno de leyendas, que algunas nos parecerán bastantes fantásticas, como el
vuelo de los hechiceros y brujas; anécdotas de lo más diversas y divertidas,
escenas costumbristas que algunos reconoceremos también de nuestros lugares de
origen,...; todo ello en contraste con otros capítulos de mayor rigor
científico, pero juntas nos darán una visión bastante completa del lugar que el
autor nos marca con el título y que a la vez se convertirá en una lectura que
nos resultará más amena.
Resaltaremos
algunos aspectos concretos, como por ejemplo, la minuciosidad con la que nos describe
el listado de productos agrícolas que genera la zona en cada época del año, el
uso y la conservación de cada uno de ellos y los que dedican al comercio, y
como esto va condicionando su alimentación anual y la gastronomía a la que da
lugar. También nos detalla la dedicación de los diferentes habitantes del
pueblo, centrándose especialmente en un capítulo, en la profesión del albañil,
que él considera una profesión importante dada la singular arquitectura de la
zona.
En la última
parte de la obra aparecerán detalles más concretos de las ciudades de Almería y
Granada, que aunque tratadas bajo el mismo enfoque, nos mostrarán un entorno y
una mentalidad bien distintos.
El autor
demuestra ser un enamorado de España pero no se dedica sólo a disfrutar de sus
paisajes, sus pueblos y sus gentes, pues utiliza su obra para mostrarnos la
economía en que viven sus habitantes, resaltando el contraste de la felicidad a
primera vista, la espontaneidad con la que se muestran, con el modo en el que
trabajan, anclado en los mismos métodos que sus antepasados, manejando una
agricultura de subsistencia y siendo ajenos a todos los avances mecánicos
producidos en esa época, por eso se da cuenta de los terribles dramas que rodean
a los campesinos andaluces. Nos muestra entonces el atraso que soportan, tanto
esta región como otras de España, por culpa del abandono institucional por
parte del gobierno, así como el manejo, maltrato, brutalidad y abuso con la que
los caciques tratan a los habitantes menos pudientes. Describe perfectamente la
organización familiar alrededor del cacique, cómo consigue integrar a su amante
y mantener una familia cohesionada por sus intereses comunes y mediante lazos
morales y religiosos.
Influido por
el grupo de Bloomsbury, Brenan quiere ser escritor, pero sólo cuenta con
estudios medios y una experiencia de joven rebelde y aventurero cuyo único
bagaje es haber viajado por varios países europeos. A esa imagen de trotamundos
le añadiremos la de ser un buen observador, por eso viaja siempre con una
mochila cargada de cuadernos en blanco que irá completando con las anotaciones
producto de las observaciones. Con esa forma de trabajar, el autor va recogiendo
todo lo que ve, el lenguaje y las canciones que oye, y tomará nota de las
continuas sorpresas que se llevará al comprobar el choque que se produce entre su
mente inglesa y las costumbres e ideas españolas. Así podemos conocer algunas diferencias
que le llaman la atención de los habitantes del pueblo: los papeles definidos
del hombre y la mujer, por eso ve con extrañeza que las mujeres se asombren de
que él vaya a recoger agua a la fuente,
algo que las mujeres hacen como un trabajo propio y exclusivo para el que ellas
están enseñadas desde la más tierna infancia; como dan carta de normalidad a que
el cura viva con “una asistenta” con la que haga vida marital; la cerrazón de
algunos habitantes que ven imposible que una persona pueda hablar un idioma
distinto al materno y hagan oídos sordos cuando él les habla; el juego de la
política con la participación en alternancia de los conservadores y los
liberales y el papel fundamental que desempeñan los caciques en las pequeñas
poblaciones; las creencias en hechiceras, brujas, curanderas,….
Esos
cuadernos de viaje serán la fuente en la que beba cuando se ponga a escribir
sus libros años después.
Resalta del
pueblo español su analfabetismo, su incultura, la cerrazón acompañada de
empecinamiento; todo ello influenciado por la iglesia católica ya que, sobre
todo las mujeres, adolecen de una religiosidad excesiva.
Otro
personaje, en este caso escocés, también valora a los españoles como vagos,
incultos, degenerados, todo lo dejan para mañana y cuesta que le tengan
respeto, y culpa a los curas de la degeneración y la ignorancia. Claro que él
se pasaba todo el día dependiente de su botella de whisky.
El autor era
muy dado a invitar a amigos para que lo visitaran en su nuevo domicilio. Así
acuden algunos de ellos como Ralph Partridge, su amigo y compañero durante la
guerra, Dora Carrington, pintora de la que estuvo enamorado, y Lytton Strachey,
escritor excéntrico y de delicada salud. Incluso en 1923 también llegaron a
visitarle Leonard y Virginia Wolf. Pero no vivía permanentemente en Yegen sino
que a veces se desplazaba a Inglaterra. En una de esas ocasiones se enamoró de
la poetisa Gamel Woolse, casándose posteriormente con ella en Roma, y con la
que se viene a vivir posteriormente a Churriana.
La próxima reunión se llevará a cabo el martes 14 de diciembre, a las 18:00 h., en las dependencias de la Asociación "Ben-al-Arte", para comentar el libro "La hermandad de la buena suerte" de Fernando Savater.