La novela, publicada en el año 2004, lleva como subtítulo Un inquisidor en el Camino de Santiago, que nos da una idea más clara del contenido del libro.
La historia comienza en el año 1239 en el Mont-Aimé, próximo a Vertus, situado en el norte de Francia, durante el reinado de Teobaldo I de Navarra. Allí son quemados en la hoguera 183 cátaros, por herejes, siendo el responsable el dominico Robert Lepetit "El Bugre", nombrado inquisidor por el papa Gregorio IX.
El inquisidor es una persona culta, inteligente, con don de palabra y madera de líder, decidida, obstinada, astuta, manipuladora, obcecada.
Debido a las atrocidades realizadas, la saña que emplea en sus intervenciones, el sadismo y los horrendos crímenes, especialmente contra las mujeres, es denunciado reiteradamente por diversos gobernantes, siendo al final expulsado de los dominicos, juzgado, excomulgado y condenado a prisión a perpetuidad.
Consigue escapar, gracias a su facilidad de palabra, convenciendo a un guardián. En su huida emprende el Camino de Santiago, que lo llevará a tierras de Navarra.
Geoffroi Bisol es un maestro constructor de renombrado prestigio. Su mujer, cuyas creencias él desconocía, es una de las víctimas de Mont-Aimé. Viéndose sólo con su hija pequeña Alix, pues sus vecinos comparten las mismas creencias que su mujer, decide iniciar una nueva vida en un lugar en el que amortiguar el recuerdo y, junto con su amigo cantero, Lucien, y su esposa, se traslada a Navarra, donde queda impresionado por su paisaje. Antes de partir ha recibido un pergamino de manos de una vecina con el mensaje de que lo guarde para que no caiga en malas manos. Ese pergamino será importante a lo largo de la historia: para perseguir a algunos y para protegerse a otros.
En un pueblo de la montaña de Navarra vive la familia Bozat: tres hermanos, dos hijos del mayor de ellos y su cuñada. Son leñadores y trabajan en todo lo relacionado con la madera. Son considerados agotes, un pueblo sin cristianizar, que no siguen los mandamientos de Roma, ni acuden a la Iglesia, se consideran libres e hijos de la naturaleza, siguen costumbres antiguas y paganas. Son menospreciados por los vecinos y tienen que vivir fuera del núcleo urbano, con la prohibición de tener propiedades. Uno de los hijos, el pequeño Eder, no tiene la fortaleza de los leñadores, sin embargo, tiene una habilidad especial para la escultura y la artesanía.
Cuando la vida de las dos familias se encuentran por motivos de trabajo, el maestro constructor, viendo la habilidad de Eder, lo adopta como discípulo y, con el permiso del padre, lo lleva a vivir con él.
Aparece otra familia de cátaros que, agradecidos a los hermanos Bozat, los buscarán y vivirán con ellos. Estos tienen una hija, Alazaïs, que junto con Alix y Eder formarán un triángulo amoroso que tras diversas vicisitudes no se resolverá hasta que la novela va llegando a su final.
Hay otro personaje de vital importancia en la novela: el comendador de los templarios (los freires), Bertrand de Garlande, dará protección a los personajes perseguidos y principalmente a Eder, que, junto al inquisidor, se convierte en el personaje de más protagonismo a lo largo de la historia.
Estos personajes volverán a encontrarse de manera continua con El Bugre a lo largo de los pueblos navarros que conforman parte del Camino de Santiago, por los que se van moviendo en una continua huida y persecución. Este seguirá acosando a los supuestos herejes y principalmente a algunos miembros concretos de estas familias pues cree que pueden conocer algunos secretos de su vida que si fueran hechos públicos podrían hacerle bastante daño.
El final recoge una nueva tragedia que tiene dolorosas consecuencias pero no definitivas, pues queda abierto a la posibilidad de una futura continuación.
La novela se mueve por el mundo de la intriga, la persecución, el engaño, los enfrentamientos entre el poder de la Iglesia y el poder político no exentos de manipulaciones, también hay lugar para el amor,... A la vez nos muestra hechos históricos de una época concreta a la vez que vemos la sociedad del momento: las clases sociales y sus estratos, sus privilegios y sus carencias, sus acotaciones de movimientos, sus espacios, las características de sus viviendas, su mobiliario, sus modos de vida, alimentación, vestuario, costumbres, ritos,...
Aparecen gran cantidad de personajes y de poblaciones, tanto grandes urbes como pequeñas aldeas o barrios, todos con sus nombres propios, lo que hace que a veces el lector sufra confusiones, ya que además los personajes se mueven con bastante dinamismo entre los lugares que aparecen a lo largo de la historia.
El personaje del inquisidor es real.
Retrata bastante bien los manejos de la Iglesia para imponer el miedo a la población, el poder del Papa, el funcionamiento sádico de la Inquisición y su persecución de los herejes, nombre con el que define a todos aquellos que no comulgan con sus dictados.
La novela tiene una característica interesante y es que hay acciones que vemos contadas por personajes distintos, por lo que vemos los distintos puntos de vista, así como hechos que no entendemos al completo y se nos aclara o se nos dan más detalles en el transcurrir de la historia.
Algo común en las novelas de esta autora es que abundan las casualidades, lo que hace que a veces se haga previsible lo que va a ocurrir.
Muchos de los lugares que aquí aparecen, como algunos personajes, tanto humanos (agotes) como mitológicos (Amari,...), también aparecen con las mismas características en la trilogía de Dolores Redondo sobre el Valle de Baztán.
Obra entretenida para a los que les guste la acción con fondo histórico.
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