miércoles, 24 de febrero de 2021

Las manos sucias. Jean Paul Sartre

La obra de teatro fue representada por primera vez en el año 1948.
La acción se desarrolla en un país imaginario de Europa, llamado Iliria, durante la II Guerra Mundial, cuyo gobierno fascista está aliado al Tercer Reich y ocupado militarmente por las tropas alemanas. Interiormente se crean grupos de resistencia como el formado por el Partido Comunista.
Hugo, uno de los protagonistas, acaba de salir de la cárcel a la que fue condenado por el crimen pasional perpetrado contra el secretario general del Partido Comunista, Hoederer, el otro protagonista.
Los dirigentes actuales de la organización lo quieren eliminar porque son ellos los que lo indujeron al asesinato y ya no les sirve, pero uno de ellos, Olga, cree que todavía es recuperable para la organización y pide una tregua hasta la medianoche para sondear su actual pensamiento y después poder tomar una decisión.
En ese periodo de tiempo, Olga hace que Hugo le cuente todo lo sucedido desde que lo envían con la orden hasta que comete el crimen.
Hugo procede de una familia burguesa y conservadora. Quiere hacer méritos dentro del Partido para desprenderse de esa lacra que lo aprisiona y aplasta como si tuviera una losa encima. Aunque los dirigentes albergan dudas sobre su capacidad para matar, es elegido para dar muerte al secretario general, pues han evaluado que se ha convertido en un traidor de las ideas del partido. Para ello lo envían, junto con su mujer, para que sea el secretario personal de Hoederer, viva en su propia casa y así pueda llevar a cabo el plan.
Jessica, la mujer de Hugo, es un personaje sencillo e ingenuo, algo infantiloide, que lo ve todo como un juego.
El tiempo transcurre y Hugo no lleva a cabo la misión encomendada, hasta el punto que, tanto él como su esposa, empiezan a sentir simpatía por Hoederer.
Este recibe la visita del hijo del Regente del país y del máximo dirigente del Pentágono, partido nacionalista de orientación conservadora, para negociar un pacto entre las tres fuerzas, viendo la eminente victoria de las tropas rusas sobre las alemanas. Tras un tira y afloja, aceptan la propuesta del dirigente comunista, pero Hugo muestra su oposición a que se negocie con fuerzas burguesas conservadoras, traicionando los ideales del partido y, además, a espaldas de los militantes. 
En ese momento se produce una explosión junto a una de las ventanas y el representante nacionalista es herido levemente, tras lo cual siguen negociando el pacto en otra habitación sin la presencia de Hugo.
Tras esto, se produce el diálogo entre los dos protagonistas sobre la pureza de sus ideales y el fin de alcanzar el poder y usar las estrategias necesarias. Hoederer piensa que el partido es un medio, el fin es conseguir el poder, aún mintiendo si es necesario. Para Hugo, el fin es el triunfo de las ideas, y no todos los medios son buenos. A lo que Hoederer responde que lo son cuando son eficaces.
En esta discusión vemos las diferencias entre "deber ser" y "ser", el conflicto entre la acción y los principios, y el enfrentamiento entre la eficacia política y el riesgo de comprometer o perder los ideales, ante la ambigüedad moral dentro del compromiso político (dialéctica posibilismo/idealismo).
Esta intervención de Hoederer en el diálogo puede servir de resumen de las ideas de ambos: "iQué importancia le das a tu pureza, chico! iQué miedo tienes de ensuciarte las manos! ¡Bueno, pues sigue siendo puro! ¿A quién le servirá y para qué estás con nosotros? La pureza es una idea de fakir y de monje. A vosotros los intelectuales, los anarquistas burgueses, os sirve de pretexto para no hacer nada. No hacer nada, permanecer inmóviles, apretar los codos contra el cuerpo, usar guantes. Yo tengo las manos sucias. Sucias de mierda y de sangre basta los codos. ¿Y qué? ¿Te imaginas que se puede gobernar inocentemente?"
Cuando Hugo vuelve a la habitación para rendirse ante los argumentos de Hoederer y desistir del asesinato, encuentra a su esposa entre sus brazos, coge la pistola y lo mata. Antes de morir, dice a sus guardaespaldas que no hagan nada a Hugo.
Los camaradas defienden a Hugo diciendo que ha sido un crimen pasional, pero en la cárcel intentan envenenarlo.
Tras oír toda la historia, Olga le dice que debe olvidar todo lo ocurrido, que debe integrarse de nuevo en el partido para poder salvar la vida. Pero Hugo descubre que las tesis que ahora defiende el partido son las mismas por las que condenaron a Hoederer y con las que él no estaba de acuerdo, por lo que su trabajo ha sido inútil. Rehúsa excusarse, se avergüenza de haber llevado a cabo el crimen sólo por seguir las órdenes y acepta su muerte.
Sartre da a Hugo el nombre de "Raskólnikov" como nombre de guerra dentro de la organización, el mismo nombre que el protagonista asesino de "Crimen y castigo" de Dostoyevski.

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