La protagonista de la novela, Katherine Proctor, abandona, en un pueblo del sureste de Irlanda, Enniscorthy, a su marido y a su hijo de 10 años buscando algún lugar en el sur. Así recala en Barcelona. Estamos en el año 1950, época de represión policial, en la que aún se persiguen las ideas, abundan los silencios y existe miedo entre la población. Pero es un mundo nuevo, distinto y atractivo para alguien que viene huyendo, buscando su propia libertad, sin ningún prejuicio ni ningún objetivo concreto a primera vista.
La novela se divide en dos partes: en la primera vemos como se desenvuelve la vida de la protagonista junto a un nuevo compañero. En la segunda, como encauza su vida tras la desaparición de este y su vuelta a Irlanda.
La desconexión de su familia no es total pues sigue unida a su madre, que también abandonó su matrimonio y se instaló sola en Londres, a través del correo, pues además de apoyarla en su idea es la que la mantiene económicamente. También ella visita esporádicamente Dublín.
En Barcelona, Katherine va a conocer a varios personajes importantes para su vida: Miguel, pintor, estuvo ligado a la guerrilla anarquista tras la guerra civil, fue detenido, estuvo varios años preso y sigue en el punto de mira de la policía de Franco; Michael Graves, de origen irlandés, de su mismo pueblo aunque no se conozcan, también ha salido huyendo del país, sin dedicación concreta, aunque dibuja bastante bien, que se une a ellos para sobrevivir; Ramón Rogent, pintor, da clases de pintura, también a ella.
Junto con Miguel, huyendo de la presión policial, se van a vivir a un pequeñísimo pueblo, en el que sólo viven tres familias, enclavado en las estribaciones del Pirineo de Lérida. Allí recibirán las visitas esporádicas de Michael. Katherine trae a su memoria vagos y desagradables recuerdos de su niñez vividos en su propia casa, parecidos a algunos que le cuenta Miguel que han sucedido aquí.
En este enclave natural y bellísimo, ambos darán rienda suelta a su amor y a sus creaciones pictóricas. Hasta que la presión policial, las detenciones y las torturas romperán esa vida idílica y darán al traste con la convivencia.
Su situación personal se vuelve enfermiza en la ciudad de Barcelona, la asedian las dudas, las preguntas sin respuestas posibles; y decide regresar a Irlanda, a Dublín, ahora con otra visión. Esto la llevará a enfrentarse con su pasado, con su familia, y dar una nueva orientación a su vida, que quiere seguir dedicando a la pintura. En ese regreso también la acompañará Michael Graves, con quien mantiene una relación muy especial.
Vuelve a una nueva época, serena pero llena de incertidumbres y dudas, rodeada de un paisaje distinto que ella intenta plasmar en sus pinturas con las que conectarse a los que la rodean.
El autor eligió para la novela el mismo pueblo irlandés en el que él nació, y Barcelona, el lugar en el que vivió desde 1975 a 1978, de ahí que recoja tan bien las descripciones de sus calles, lugares y ambientes culturales y que nos suenen de forma tan real.
Toda la novela está impregnada de un ambiente pictórico (protagonista, personajes principales, clases de pintura, óleos, acuarelas, telas, paisajes, talleres, exposiciones), y salpicada de referencias musicales.
En una estancia vacacional que realiza la protagonista a Faro (Portugal) junto a su madre, el autor hace un pequeño homenaje a la literatura de Henry James citando algunas de sus obras.
El autor nos refiere algunas tradiciones populares de algún pueblo catalán, como el Patum de Berga, fiesta que se celebra en este municipio en torno a la festividad del Corpus Christi con la actuación de gigantes y cabezudos, música, canciones y quema de pirotecnia.
En la obra se mezclan textos en primera persona, especies de diario, cartas,...; con otros escritos en tercera persona.
Es una novela de lectura sencilla y agradable, sin pretensiones, pero profunda, a semejanza a otras del mismo autor. También se repite que el protagonismo recaiga en una mujer. Su lectura es muy recomendable.
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