Novela publicada en el año 1962. Recibió El Premio Nacional de la Crítica.
Es el mismo Delibes el que justifica la publicación de esta novela: "La censura de prensa, más cernida y dura que la literaria, me prohibió en 1961 una campaña en favor del campo castellano, sumido en el desamparo y la pobreza. Un día, caminando por tierras segovianas, sorprendí a un hombre que cazaba ratas en un arroyo para vendérselas a sus convecinos para su sustento. Este hombre me pareció un símbolo de la Castilla de entonces y lo erigí en el protagonista de mi novela -que escribí para resarcirme de la campaña de prensa que no pude hacer- colocando a su lado a un niño sabio y generoso, el Nini, que bien pudiera representar el espíritu de Castilla, rico y esperanzado, en dramático contraste con su miseria material".
Aquí tenemos a los dos protagonistas de la novela: el Ratero y a su hijo (el Nini), fruto de la relación con una hermana. Viven en una cueva de la que las autoridades (sobre todo el Gobernador, para resaltar su imagen política) quieren desalojar, y viven de lo que les da la venta de ratas y de otros productos obtenidos de la naturaleza. El Ratero es un individuo libre, primitivo, sin normas sociales, enfrentado con la autoridad y conviviente con el resto de los vecinos, poco hablador, malvive de lo que obtiene de la naturaleza.
El Nini es un niño que sabe bastante sobre la naturaleza (siendo respetuoso con ella y con sus ciclos, sólo concibe matar para comer, o los cuervos porque destruyen la siembra), de meteorología, de las diversas tareas que se desarrollan en el mundo rural: seleccionar conejos, separar las gallinas de los polluelos, capar marranos, iniciar la matanza de cochinos, eliminar zánganos de las colmenas, domesticar raposos,... Esa sabiduría la obtiene al ser muy observador, poseer mucha intuición y escuchar con mucha atención todos los consejos que recibe de las personas mayores del pueblo, sobre todo del Centenario, el más viejo de todos, con el que se relacionó hasta su muerte. Hace de nexo entre los demás personajes de la novela pues siempre anda de un lugar a otro y recorre todos los rincones del pueblo, siempre dispuesto a ayudar a cualquier vecino.
El Centenario es un personaje que habla de los días por el santo correspondiente y de la misma forma relacionaba el tiempo y las labores del campo mediante refranes y los santos del día.
El autor denuncia cómo se vivía en un pequeño pueblo de la castila rural que reúne una serie de características que le hacen poseer un alto grado de pobreza, fruto de su abandono, lo que le lleva a tener pésimas condiciones de vida, alto grado de incultura y el tener que vivir dependiendo permanentemente del cielo (lluvia, sequía, helada, pedrisco, tormenta,...). Esto hace que los vecinos tengan una estrecha relación con la naturaleza, mantengan una relación de amor/odio con el campo, que entre ellos impere la resignación y se genere un alto grado de violencia, a veces soterrada y otras de forma visible. También denuncia los programas de reforestación, tan inútiles por las condiciones propias de las tierras, y que siguen produciéndose año tras año sin que nadie repare en el gasto inútil.
Entre los vecinos destacamos: la parte oficial representada por el Alcalde y el Gobernador; los vecinos pudientes que poseen casi la totalidad de los terrenos (terratenientes) que tienen sus empleados para explotarlos o los arriendan a otros vecinos; los vecinos que trabajan pequeños campos de su propiedad o arrendados. Hay otros vecinos que viven libremente de lo que obtienen del campo, como el Ratero y el Furtivo. Aquí vemos el reparto desigual de las tierras, que es de lo que viven.
El autor nombra a los vecinos, al igual que en sus novelas referidas al campo, bien sólo por su apodo, anteponiendo el artículo (el Malvino, el Ratero,...) o bien por su nombre y añadiéndole algún elemento, que es como es conocido por los vecinos (don Antero, el Poderoso; doña Resu, el Undécimo Mandamiento,...), o por su profesión (José Luis, el Algualcil; Frutos, el Jurado,...), o una cualidad que los distinga (el Mudo, el Centenario,...), o la relación de parentesco con otro de los personajes (la Columba, la mujer del Justito; el Mamertito, el chico del Pruden,...).
Hay personajes que pese a las calamidades viven resignados, pero otros desearían abandonar el pueblo y buscar otros lugares en los que vivir, como la mujer del Alcalde o Antoliano, que en un momento dado le dice al Ratero: "No hay ratas, la cosecha se pierde, ¿Puede saberse que coños nos ata a este maldito pueblo?".
En la novela apenas hay trama, tiene la estructura novelesca mínima, su único interés es denunciar las condiciones de esa vida que tan bien refleja. Delibes en estado puro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario