viernes, 24 de febrero de 2023

Cartas finlandesas. Ángel Ganivet

Las cartas se publicaron en el periódico "El defensor de Granada" durante los años 1896 y 1998. Después fueron recopiladas en un tomo que se publicó en el año 1898.
Ángel Ganivet García (Granada, 13 de diciembre de 1865 - Riga (Letonia), 29 de noviembre de 1898) fue un escritor y diplomático español. Está considerado por algunos autores como precursor de la Generación del 98, mientras que otros lo ven como miembro de pleno derecho de la misma.
En 1895 fue destinado como cónsul a Helsingfors, capital de Finlandia, nombre sueco de la actual Helsinki.
Los compañeros y amigos de Granada, donde participaba en una tertulia literaria denominada "Cofradía del Avellano", le piden que les cuente detalles de este país prácticamente desconocido para los españoles. Ganivet accede a la petición y a lo largo de 22 artículos fue publicando las costumbres que fue observando a lo largo de los más de dos años de estancia en la ciudad, a veces comparándolas con las españolas, y que fue publicado con el título de "Cartas finlandesas".
Los temas tratados fueron variados:
Aunque Finlandia y Suecia forman una sola unidad política, en realidad, no ocurre lo mismo  con la población. En la parte de costas son más proclives a la cultura sueca, en el interior del país son más "finlandeses". También se nota la influencia rusa, el otro país que se disputa el territorio. El autor piensa que a la larga perdurará y se impondrá la cultura finlandesa.
Aunque en un enclave geográfico tan complejo, tan apartado y con tanta influencia externa en cuanto a raza y lengua, apunta que tampoco sería mala idea hacer uso del instrumento de un referéndum. Aunque ante la poca población, la pobreza y la falta de medios naturales de vida, no sería descabellada la federación de territorios.
Rusia, tras vencer a Suecia dio a Finlandia una especie de "autonomía", que, aunque posee moneda y sellos de correos propios, tiene un funcionamiento de la administración y gobierno limitadas y con unas características especiales. Aprovecha para comparar con la administración española, no sabemos si con un tono irónico, tono que utiliza a lo largo de todos los artículos.
Defiende que lo mejor para conocer una ciudad o un país es relacionarse con sus habitantes. hace una comparación entre el carácter demócrata y humilde del ciudadano finlandés y el tono aristocrático del español, que ejemplifica con el uso de los dos apellidos, el uso del apellido de la mujer  tras el matrimonio y el "amor que profesamos a la familia".
Cree que Finlandia está más preparada para el progreso y los avances tecnológicos. Dentro de las razones destaca la constancia.
Ante la consulta de un amigo, hace una extraña comparación entre la manteca finlandesa y los jamones de Trevélez. Al final hablan de la dedicación a la política.
Aunque empieza explicándonos los diferentes estados sociales de la mujer finlandesa y sus connotaciones, acaba mostrando su sorpresa por la enseñanza mixta, la libertad de la que goza la mujer en toda su vida, para estudiar, trabajar, mantener reuniones, salir y entrar; el noviazgo es como una prueba antes de casarse, siguen disponiendo de la misma libertad, el divorcio se ve como algo normal, incluso después siguen siendo amigos y se visitan. Todo esto es impensable en España. El mayor problema que ve para la igualdad intelectual entre hombre y mujer lo encuentra en la traba natural de la maternidad.
Hace un esbozo crítico de la mujer finlandesa en general y muestra su gusto personal: le gusta la mujer casera.
También muestra las opiniones que los finlandeses, y sobre todo las finlandesas, tienen de los españoles. Sale a relucir el mundo de los toros y la visión de un visitante de nuestra tierra que habla sobre sus impresiones de algunos lugares de Andalucía que plasmó en un libro.
Describe a Finlandia como un país frío, pero en el que no se pasa frío, marcado sobre todo por la falta de sol, triste, pero donde la gente se siente feliz.
Trae a colación la reforma universitaria de forma crítica. Compara el sistema de ambos países y concluye que la Universidad ha de tener auténtica autonomía y acoger todas las artes.
Muestra perplejidad por la organización económica de la sociedad, la construcción de vivienda, los alquileres, el uso del dinero, el ahorro, las entidades financieras,... Nada más lejos de lo que hacemos en España.
Vuelve a insistir con el tema de la vivienda, materiales empleados en su construcción, sus usos teniendo en cuenta las temperaturas que han de soportar, la estancia en su interior y uno de los adornos típicos.
La gastronomía del país es pobre, cara y muy especiada, lo más barato es la carne; si embargo, comen mucho a lo largo del día y montan una comida en cualquier lugar.
Las celebraciones son tristes y anodinas, se alegran mediante el alcohol. Las tabernas tiene un horario limitado y, junto con el frío, hace que consuman con rapidez, provocando gran cantidad de borrachos. Si no encontraran alcohol, piensa el autor que cada uno fabricaría el suyo propio.
Es graciosa la descripción que hace Ganivet sobre los esquís de nieve, que parece que hasta entonces eran desconocidos.
Existe una gran afluencia a los teatros, que abundan. Diferencia los teatros suecos, donde representan los autores de esa lengua, de los finlandeses, que en cambio tiene poco desarrollo. Incluso en los hoteles existen salas de espectáculos. También organizan fiestas donde se representan cuadros vivos.
La literatura finlandesa tiene como referencia un poema épico popular, el "Kalevala". El autor ha dedicado tiempo al estudio del mismo y nos desentraña de forma resumida, pero desvelando todas sus partes, el contenido de dicho poema, que se puede considerar el libro de cabecera de la historia finlandesa. Concluye que Finlandia está fundada en la energía que sus habitantes han obtenido de la lucha mantenida contra la naturaleza hostil.
La literatura finlandesa está influida por la sueca, aunque unos pocos se inclinan por la rusa e intentan imitar a Tolstoi. Nos desvela los nombres de algunos autores representativos.
En la última carta, nos va a comentar los ritos seguidos por los finlandeses ante la muerte.
A lo largo de la obra el autor no pierde el sentido del humor y no deja de utilizar la ironía, lo que hace que sea amena, agradable y divertida su lectura.
Los comentarios que forman la obra son interesantes, algunos incluso curiosos, tanto los que se refieren al país nórdico, que son menos conocidos, como los que se refieren a la sociedad española, de los que contamos con más referencias, mostrándonos el autor ser una persona observadora, inteligente, con facilidad para la comunicación y, dado el poco tiempo transcurrido desde su llegada al país y su escritura, con facilidad para desenvolverse con los idiomas.
Nos llama la atención que, habiendo transcurrido más de cien años desde su escritura, haya temas y reflexiones que incluso pudiéramos considerar actuales por su relevancia.

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