La obra es una novela que, con estructura de novela negra o policíaca, nos cuenta una historia donde predominan los personajes y las situaciones absurdas, aderezada con bastante sentido del humor, pero donde no deja de aparecer el reflejo de la sociedad de la época y la crítica social.
El personaje protagonista es un detective que no tiene nombre, ni es detective, en realidad es peluquero de señoras, pero debido a la crisis se ha quedado sin clientela, y forzado por las circunstancias y algunos personajes cercanos, sin él quererlo, se ve envuelto en una trama en la que, por intentar encontrar a un antiguo compañero del sanatorio mental, llega a crearse un conflicto internacional. Este compañero, Rómulo el Guapo, ahora desaparecido de forma repentina y sospechosa, hace poco le había propuesto un negocio turbio y él rechazó su participación. Esto hace que se sienta en deuda con él al relacionar ambos hechos.
Una vez decidido a
investigar la desaparición de su ex-compañero empieza a reclutar colaboradores
de lo más estrafalario:
Quesito, hija de madre
soltera, 13 años, amiga del desaparecido, y quien le facilita la información de
este hecho al peluquero. Al poseer móvil, es utilizada de enlace en las
comunicaciones con otros personajes que irán apareciendo en la historia.
Pollo Morgan, antiguo timador
ya retirado, ahora ejerce de estatua viviente en Las Ramblas. Su misión es
vigilar e informar.
Kiwijuli Kakawa (llamado
Juli), africano albino, también estatua viviente y vigilante.
La Moski, procedente de un
país del este, de las juventudes estalinistas, exiliada tras la caída del muro
de Berlín, toca el acordeón por los chiringuitos, canta muy mal. Su misión es
seguir a algún sospechoso/a.
Esta subcontrata a Mahnelik,
repartidor de pizzas, para poder utilizarlo con su moto en los seguimientos.
Con este equipo empieza
sus labores de investigación para encontrar al desaparecido.
La trama empieza a
enredarse cuando aparece una subinspectora de policía, Victoria Arrozales
(Malaspulgas), y pregunta por un terrorista, Alí Aarón Pilila, del que nada
saben viéndolo en una foto que les enseña.
Existe otro personaje que visita asiduamente a la mujer de Rómulo, Lavinia Torrada. Es el swami Pashmarote Pancha, con un Peugeot rojo, que regenta un centro de yoga. Empieza a ser vigilado también. El encargado de la vigilancia descubre que el swami que ve en el centro, por las noches, no es el mismo que el propietario del coche.
Tras tanta vigilancia solo
obtienen que Rómulo, vivo o muerto, no aparece.
El protagonista habla con
Lavinia, que lo pone al corriente de su relación con su marido y con el swami,
que consiste en trabajar para él haciendo de vidente. Cree que Rómulo ha vuelto
a delinquir influido por la madre de Quesitos, y, como es tan malo y siempre lo
atrapan, ha huido del país para no entrar en prisión.
El propietario del bazar chino, ubicado frente a
su establecimiento de peluquería, le hace una propuesta bastante ventajosa por dicho
local. El abuelo chino le da una disertación sobre educación y sobre la oferta
que le ha hecho su hijo.
Con la oferta y viendo que
la investigación no tiene futuro, les comunica a sus colaboradores que abandona
y que cuando mejore su situación económica les pagará lo que les adeuda. Pero
estos reaccionan afirmando que su espíritu de artistas les impide abandonar la
investigación sin concluirla y averiguar qué ha sido de Rómulo.
Deciden entonces
desplazarse al centro de yoga y tratar de descubrir quién es el “otro swami”.
Encuentran al swami conocido en el suelo y medio asfixiado. Cuando van a salir
llega el otro swami, pero consiguen escapar. Ya a salvo, el swami le cuenta al
protagonista que ha descubierto que en el local está viviendo alguien en los
momentos en que está desocupado. Creen que puede ser el terrorista.
El papel con el que casi
se asfixia se lo tragó él mismo porque de él se podía deducir que el terrorista
planeaba un atentado a una alta personalidad política europea que estará de
visita en la ciudad.
Deciden no avisar a la
policía y seguir ellos con la investigación. Sólo tienen un día.
El detective idea un plan
en el que mete a su hermana, Cándida, una prostituta poco agraciada, después de
convencerla.
Recibe de nuevo la visita
de la subinspectora y, aunque está a punto de contarle todo lo que sabe, al
final, no lo hace.
Reunidos todos en el
restaurante, les explica el plan y a cada uno su misión para el día siguiente.
Ya en su casa, mientras intenta dormir, sólo lo asaltan dudas.
Ya en el aeropuerto, al
día siguiente, llevan a cabo un secuestro y un intercambio de persona
aprovechando un tumulto.
Se produce un atentado en
el balcón del Ayuntamiento. Sólo hay heridos.
Van al hospital para
volver a deshacer el intercambio de personas que habían realizado en el
aeropuerto. Reciben la ayuda de la subinspectora, a la que ponen al día de los
hechos, y todo se aclara.
Cuando el protagonista
visita la casa de Quesitos se llevará algunas sorpresas y algunas aclaraciones.
Al final la peluquería
acabará convirtiéndose en un restaurante chino.
Cada personaje de esta
historia tomará un rumbo distinto, con disparidad de suertes.
En esta novela los personajes son imposibles, las situaciones son
absurdas, totalmente irreales, pero puestos a imaginar podemos llegar a verlas
como reales.
Las reflexiones que
realiza el abuelo chino, Siaru, no tienen desperdicio.
Algunas de las acciones
que realiza Rómulo son del más puro estilo del absurdo, como el asalto al
banco, con la oferta de la vajilla, el asalto al asador de pollos o el intento
de secuestro de la plantilla del FC Barcelona.
El autor maneja la más pura ironía cuando se refiere a la burocracia, el papeleo, los informes, hacienda,…, cuando el protagonista visita al swami en su local haciéndose pasar por representante de un organismo oficial también de nombre absurdo.