miércoles, 19 de enero de 2022

Narciso y Goldmundo. Hermann Hesse

Novela publicada en el año 1930.
Los nombres del título se refieren a los dos protagonistas de la novela.
Podemos enclavarla en la Edad Media, en el medioevo europeo, en Alemania. Las acciones se desarrollan en el Monasterio de Mariabronn y en las poblaciones de su alrededor. 
Narciso es un apuesto joven, distinguido, educado y noble, un monje-estudiante del Monasterio que, a pesar de su juventud,  es ayudante del profesor de griego por su inteligencia y a los conocimientos en la materia. Además, es una persona muy observadora que es capaz indagar en el alma humana y conocer su esencia. Debido a ese don y a su proceder solitario, pues el resto de alumnos no tiene relación con él, se le cataloga como un ser orgulloso y solitario. La carencia de amigos es una consecuencia de su brillantez. 
Goldmundo es un nuevo alumno que llega al monasterio por expreso deseo de su padre, que quiere que dedique su vida a vivir como un asceta. Es un chico listo, responsable y de conducta ejemplar, acata sumisamente la idea de su padre como la mejor decisión y acepta quedarse a vivir para siempre en el monasterio convirtiéndose en un monje erudito.
Los dos protagonistas entran en contacto y desde un principio el joven Goldmundo queda impresionado con el talento de Narciso, convirtiéndose las clases que él imparte en sus favoritas. Esa admiración le hace querer llegar a una amistad con el ayudante del profesor. Vuelve a impresionarse cuando se da cuenta de que Narciso también intenta un acercamiento hacia él. Este hecho hará que se forje entre ellos una profunda amistad.
Goldmundo busca en Narciso un apoyo para despejar sus dudas y, con su ayuda, convertirse en un hombre parecido a él, espiritual y asceta. Narciso intenta descubrir qué esconde su amigo, al que ve envuelto en un grueso caparazón que no deja aflorar quien es en realidad. Le hace ver que no son iguales y que la amistad conseguida demostrará cuán distintos son.
Las continuas discusiones que mantendrán sobre las distintas visiones de ellos mismos llegarán a culminar con un conocimiento interior del propio Goldmundo que lo hará reflexionar, más aún cuando su amigo insiste que debe ser más él mismo, que no intente imitarlo, que busque su propio camino, Como explica Narciso: «Nuestro objetivo no es el cambiarnos uno en otro sino el conocernos y acostumbrarnos a ver y venerar cada cual en el otro lo que él es, la pareja y el complemento». 
Narciso consigue que Goldmundo abra su caparazón, recuerde parte de su vida que tenía olvidada y empiece a tomar conciencia de esas diferencias que los hace distintos, de las que tanto le habla. Este hecho hace que la amistad entre en una fase distinta, sin que se rompa, y que ellos emprendan caminos diferentes: Narciso buscará su espiritualidad con prácticas conventuales, Goldmundo siente la llamada de la libertad, abandonará el monasterio y saldrá a conocer el mundo. El camino que emprende estará lleno de desafíos, de alegrías y de tristezas; conocerá el amor, la pasión y el sexo; el dolor, que en el rostro de la mujer adquiere los mismos rasgos que el goce; la miseria humana, la maldad y la injusticia; reflexionará sobre la naturaleza y la vida; jugará con la muerte e incluso la desafiará; convivirá con diferentes tipos de personas e irá descubriéndose a sí mismo, como le había aconsejado su amigo. En ese recorrido vital también descubrirá su verdadera vocación: el universo del arte, instrumento con el que podrá expresar lo que verdaderamente siente y donde descargará ese amor que había iniciado en el contacto con el mundo femenino. 
Cuando vuelven a encontrarse, cada uno arrastra sus nuevas experiencias y vuelven a los diálogos en los que confrontan sus diferentes posiciones: en Narciso predomina la ideal-espiritual y en Goldmundo la erótico-sensitiva, en consonancia con la conformación de cada uno y la aceptación de sí mismo. Goldmundo valora la madurez de su amigo y su valor como hombre, Narciso asume su responsabilidad en la transformación personal de Goldmundo, que se siente  alejado de la espiritualidad y de la fe en Dios, pero aprecia que haya abrazado el mundo del arte.
Cada uno de ellos tiene una forma de observar, percibir y sistematizar la realidad:
Narciso llevaba una vida ordenada y recluida; representa el espíritu y lo espiritual; prefería los conceptos y las abstracciones; para él, el mundo estaba formado de conceptos; como pensador, representa la esencia del mundo por medio de la lógica; cree que la base de todo está en el pensamiento; es el filósofo; obtenía el conocimiento por el camino del espíritu; trataba de acercarse a Dios separándolo del mundo; su actuación la mueve la lógica y simboliza la razón.
Goldmundo llevaba una vida libre y vagabunda; representa la naturaleza y lo material; gustaba de las palabras y los sonidos que encerraban cualidades sensuales y poéticas; para él todo se representa mediante imágenes; como artista, el mundo se muestra mediante representaciones; hay que aplicar el pensar en el mundo práctico y visible; es el artista; su aprendizaje es a través de los sentidos; valora a Dios amando su creación del mundo y recreándolo; es un soñador y sus actuaciones está movidas por la pasión. Entre los dos representan lo racional y lo instintivo, lo consciente y lo emotivo, lo científico y lo artístico. Cada uno vive a su manera una vida que en el fondo es imperfecta, igual que lo es la vida misma en general, por lo que cualquiera de los dos caminos es igual de válido, ninguna de las dos formas de vivir es incorrecta, ninguna es mejor que la otra.
Hermann Hesse nos muestra en la novela un auténtico tratado filosófico en el que nos muestra el afán del hombre de poner orden en su vida a partir del conocimiento y la aceptación de lo que él mismo es. Ahí vemos una pelea contra el determinismo.
La parte más importante de la novela la ocupa el peregrinaje de Goldmundo desde que abandona el monasterio, aunque no pierde de vista a Narciso que se ha quedado encerrado entre sus cuatro paredes. 
El autor identifica el despertar del espíritu artístico, al que todo hombre tiende, con lo femenino, por eso hay que ser conscientes de nuestra herencia materna. Al final de la novela, pone en boca de Goldmundo la expresión: «Para amar y morir, se requiere haber tenido madre».
Es una bella novela llena de metáforas, reflexiones y enseñanzas sobre la vida en la línea que el autor nos tiene acostumbrado en toda su obra.

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