El Club de Lectura Ben-al-Arte tenía programada su reunión para el martes 9 de febrero, para comentar la novela "Brooklyn" de Colm Tóibín, pero no pudo celebrarse por la normativa sanitaria. Los lectores aportaron sus comentarios vía correo electrónico. Aquí tenemos el resumen de lo aportado. También nos enviaron algunas fotos que podéis ver al final.
Es una novela
costumbrista rebosante de naturalidad, sencillez y realidad.
El personaje
principal de la novela es Eilis Lacey, nativa de Enniscorthy (lugar de nacimiento
del autor), miembro de una familia humilde, que por voluntad de su madre y su hermana, e inesperadamente, emigra
a Estados Unidos a principios de los años 50.
Eilis no es
una joven brillante y llena de vida, es una chica tranquila e inteligente, cuya
vida se mueve dentro de un papel predefinido por la tradición, en una rutina
típica de una ciudad pequeña irlandesa.
Ella sabe muy bien cual es su papel en esta ciudad y está lista para cumplirlo de la mejor manera posible
para no avergonzarse a sí misma y a su familia.
Un conocido
de la familia que aparece de visita, el padre Flood, le brinda una oportunidad
extraordinaria para progresar: conseguirle un trabajo en Brooklyn. La madre y
la hermana deciden por Eilis qué hacer. Como siempre, la decisión se toma sin
ella.
Lo mucho que
cambiará su mundo queda claro en la descripción de varias páginas de los
vómitos y la debilidad física de Eilis en el barco en el que viaja en tercera
clase por el océano. Este mismo estado de náuseas, inseguridad y malestar la
acechan en sus primeros meses de vida en Nueva York.
En Brooklyn,
ella hace las cosas de forma correcta y bien, pero las hace para que, en términos
generales, no sea señalada o marginada, las hace para sobrevivir. Ella vive
como una actriz que desempeña el papel de feligresa, inquilina, vendedora en
una tienda, estudiante y amada para que todo vaya bien, todos estén satisfechos
y ella se muestre agradecida a las personas que la ayudan. Pero al mismo
tiempo, ella no tiene sentimientos activos hacia ellos: ni amor ni odio. Tony,
su novio italiano, la sorprende con su capacidad de empatía. Y eso es algo que prácticamente
le falta a ella misma, pues vive en la duda permanente. Él quiere casarse y
tener hijos, mientras que ella en realidad no sabe qué quiere para sí misma,
ella sabe bien que debe adaptarse a las circunstancias y cumplir su papel y, si
es posible, hacerlo bien.
El siguiente
punto de inflexión es su regreso a Irlanda por los graves acontecimientos
ocurridos. Eilis tiene la oportunidad de volver a las viejas reglas, las que
ella conocía. Y ella también las acepta y las ajusta nuevamente. Sin embargo, la joven que ha vuelto no es la
misma que se marchó. Llega a ser extranjera en los dos países, dos mundos: uno
que le ofrece una vida mejor, más acomodada pero más libre; y otro con una vida
más sencilla pero junto a la familia.
Pero dentro
de esta historia de exilio, crecimiento personal y cambios sociales y
económicos, Toibin introduce dos elementos que realmente marcan los caminos por
lo que Eilis debe discurrir: el amor y la fe.
El amor que
la protagonista descubre en Brooklyn gracias a Tony, un italiano de
sentimientos sinceros y que no entiende de fronteras ni clases; todo un reclamo
a tanta mácula en la sociedad neoyorquina de aquella época. El amor también a
su familia que la obliga a volver a su tierra y finalmente ese amor traducido
en nostalgia a la tierra que la vio nacer y que se plasma antropomórficamente
en la persona de Jim.
Las
relaciones por tanto con ambos chicos se presentan como excusa de arraigo. Ella
en todo momento muestra una actitud pasiva y hermética ante los sentimientos de
ambos pretendientes, pero es tal la necesidad de aceptación y vínculo que
permite dejarse llevar con tal de conseguir una referencia sobre la que
construir un futuro. Algo lógico si consideramos que el ser humano es un ser
social que requiere de la aceptación para establecer un vínculo con su entorno.
Y entre
bastidores de esta obra, Toibin nos deja claro que no hay camino correcto si no
es a través de la fe y la práctica de una vida basada en la virtud religiosa.
Flood es el párroco que encarna estos valores y que guía a Eilis en todo
momento, desempeñando un papel fundamental en la vida de la protagonista. El
escritor nos traslada un mensaje ciertamente religioso de devoción, esfuerzo,
altruismo y abnegación para alcanzar las metas propuestas y además nos propone
una visión más moderna y flexible con unos embajadores de la religión en pleno
ejercicio de comprensión y razonamiento en las debilidades de Eilis y en las
confesiones de sus pecados.
La influencia
del catolicismo queda plasmada no solo en la protagonista sino que también la
vemos en la propia vida de los habitantes de Enniscorthy y de Brooklyn; la
historia nos deja entrever cómo muchos acontecimientos se suceden en torno al
calendario litúrgico con festividades señaladas, misas, reuniones y bailes
benéficos.
Nos
encontramos con una obra con una fuerte base católica donde el peregrinaje, el
trabajo, el amor, la familia, la abnegación y la fe son valores predominantes.
Se pone de manifiesto en
la novela también la gran diferencia que existía entre Irlanda y Brooklyn en
aquélla época. En Irlanda se vivía una gran crisis y los irlandeses tenían que
emigrar, mientras que a Brooklyn llegaban personas de medio mundo atraídos por
el "sueño americano". El bullicio y el caos continuo de Brooklyn, la
forma de vestir y los colores llamativos,
la música, los bailes, los grandes almacenes, etc. contrastan con la
tranquilidad, la austeridad, los vecinos entrometidos, las pequeñas
tiendas,..., de Enniscorthy. Aunque en ese mundo multicultural también se
manifiesten los prejuicios.
El autor logró hacer su “heroína”
aparentemente ordinaria y al mismo tiempo la enseña como una persona muy
interesante, que es al mismo tiempo buena, y desagradable… y el lector tanto
quiere que ella muestre emociones reales hacia uno de los dos hombres tan
simpáticos que desean casarse con ella… pero ella no lo hace y no puede
hacerlo. Sin embargo, es fácil olvidar que una vez más no le ofrecen la opción
de tener relaciones, sino un papel
social nuevo, un lugar en la sociedad. En su vida, Eilis trata de cumplir las
expectativas de alguien y trata de no molestar a nadie, trata de no decepcionar
a nadie, ella siempre debe cumplir ciertas funciones. Los hombres tienen planes
para ella, la madre tiene planes para ella, ambas ciudades tienen planes para
ella. La “heroína” no es un sujeto completo de la acción, es el objeto de la
influencia de las personas y las circunstancias, esta es la característica
principal del "hombre pequeño", que no pueda o ya no quiera
convertirse en un sujeto. Eilis es la misma persona como muchas mujeres de su
generación. Estas mujeres tenían muy poco control sobre sus vidas y siempre
dependen de las circunstancias. Ellas siempre tenían los papeles y sus papeles
fueron predeterminados, ellas estaban tácitamente obligadas a actuar sin romper
su papel. En el mundo de estas mujeres, sin embargo, había algunas alegrías,
impresiones fugaces, las personas queridas,…
El autor toca una serie de
temas predilectos: exilio (la tierra, las raíces familiares, el yo interior y
la tradición), aquí ampliados con la inmigración en general, identidad, familia
e Irlanda. Que además vemos ampliados con otros más concretos de la zona y de
la época (aunque algunos de manera simplemente anecdótica): el nacimiento de la
sociedad de consumo, la liberación femenina, los derechos civiles de los negros
(racismo), la distinción y marginación de clases sociales, la expansión
urbanística y ruptura de los guetos, la llamada del sueño americano, el
lesbianismo y de lo que pasa cuando un inmigrante es extranjero en sus dos
países, e incluso de sí mismo.
Dice el autor: “Otro tema
clave en la novela son las cosas que se piensan pero se callan y que pueden
llevar consigo una condena. Lo que la novela hace es explotar esa división
entre lo que estás pensando y lo que dices. Puedes jugar mucho con el
autodominio. Con los niveles de guardar secretos de ti mismo, del mundo.
Reservarlos. Y mostrar algo totalmente distinto. La primera cosa que hace mi
protagonista es guardar algo”.
Cabe destacar que Tóibín
hace un uso intensivo de personajes femeninos con tres únicos personajes
masculinos principales representando el amor y la fe y que de una manera u otra
dirigen la vida de la protagonista. Sin embargo, a pesar de hacer un esbozo
progresista de la vida de la mujer con algunas ideas de integración laboral,
estudios, etc, finalmente el escritor retrocede en sus intenciones y plasma una
mujer pasiva, plana y decidiendo un destino tradicional que es la de casarse
con Tony renunciando a su proyecto laboral (así lo deja ver la protagonista
cuando evalúa en la parte final de la novela los futuros que tendría si optara
por un chico u otro).
En el final de la novela
el autor no deja al lector con una sensación de pesimismo y frustración. Detrás
de las descripciones tranquilas de las peripecias de la vida de la protagonista
se levanta la América de los años cincuenta: un caldero burbujeante de la vida
de personas de todas las nacionalidades y religiones, un país de oportunidades,
donde una persona decidida y trabajadora siempre encontrará su camino. Es obvio
que cada elección personal de la protagonista
ella lo hace a su favor, con cada nuevo evento ella será cada vez más fuerte y
su destino no se ve infeliz. Aunque en la elección que hace al finalizar la
novela nos queda la duda de si la decisión la toma ella libremente o es
empujada por las circunstancias.
La idea de la novela parte de aquellos años infantiles en que en su casa se hablaba continuamente de Irlanda, cuando Colm Tóibín escuchó que una joven de Enniscorthy había ido a Brooklyn. Esa fue la semilla que tiempo después daría lugar a lo que ahora hemos leído.
La próxima lectura será de la obra "La Universal", de Toti Martínez de Lezea, y la reunión está prevista para el día 9 de marzo de 2021.
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