sábado, 24 de octubre de 2020

Día de la Biblioteca

La noche del 25 de agosto de 1992 fue bombardeada Vijećnica. Trabajadores de la biblioteca y algunos vecinos que intentaron salvar obras de la destrucción murieron bajo los morteros y las balas de los francotiradores serbios.

La biblioteca ardió durante tres días y su contenido quedó reducido prácticamente a cenizas: cerca del noventa por ciento de la colección se destruyó en el incendio. Los edificios circundantes permanecieron intactos tras ese ataque. 

El violonchelista Vedran Smailovic, integrante de la Orquesta Filarmónica de Sarajevo, interpretó durante 22 días el Adagio de Albinoni en las ruinas de la biblioteca, una imagen que se difundió en numerosos medios de todo el mundo. 

Desde el año 1997, la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil promueve la celebración del Día de la Biblioteca el día 24 de octubre, en recuerdo de la destrucción de la Biblioteca de Sarajevo.

Este año, la Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria, bajo el lema "Bibliotecas, siempre a tu lado", impulsa la celebración de ese Día para destacar el importante papel que juegan las bibliotecas en el acceso a la cultura, al conocimiento y al entretenimiento.

La Biblioteca Pública de Arroyo de la Miel, entre otras actividades. publica un manifiesto para esta celebración cuyo autor ha sido José Manuel Portero, escritor y Presidente de la Asociación Cultural "Ben-al-Arte" de Benalmádena.

Este es el texto del manifiesto:

Confieso que tengo debilidad por las bibliotecas públicas. No hay pueblo que visite que, si puedo, me acerco a ese lugar mágico donde el saber se oferta paciente entre las tapas de los libros alineados en los anaqueles. Abrirlos, hojearlos, olerlos, leerlos…, todo un placer para los sentidos y un estímulo parala inteligencia.

La visita a una biblioteca pública nos da mucha información sobre el pueblo y sus gentes. Uno puede encontrar una gran población que dispone de buenas instalaciones para la biblioteca, pero con sus mesas vacías de lectores, de estudiantes. Bibliotecas muertas, como los cementerios. Me emocionó hace unos años una aldeíta del interior de Asturias, cuatro casas aisladas, sin escuela, solo una guardería con una sala anexa que hacía de biblioteca, sin bibliotecario, pero con gente leyendo. ¡Y unas vacas curioseando fuera, tras los cristales!

El próximo 24 de octubre es el Día de las Bibliotecas. Viene bien tenerlo en cuenta porque es mucho el camino que en cultura queda por recorrer en nuestro país. Creo que no viene mal recordar que hubo un tiempo no muy lejano, en el que el acceso a la educación y a la cultura no era universal, que las bibliotecas en nuestros pueblos eran un bien deseado, pero no siempre posible… Y, curiosamente, que esas carencias que he mencionado iban unidas a la falta de democracia y libertad. Todo lo mucho que en esos aspectos se ha conseguido, nada ha sido regalado. Se ha llegado hasta aquí a base de esfuerzo y lucha por unos derechos, que son los que se deben reivindicar ese día y a lo largo del año, y año tras año.

Las buenas bibliotecas han ido diversificando sus actividades, de manera que ya no solo se reducen al préstamo de libros, o al lugar de estudio y consulta.

A esas funciones básicas se les han unido otras, como la promoción de la lectura a través de clubes, talleres, conferencias, presentaciones de libros, amén de los recursos informáticos-tecnológicos. En fin, una extensa variedad de actividades, pero con una finalidad común: proporcionar herramientas que sirvan para la formación permanente del individuo, que les permita ser partícipes de una sociedad democrática, justa y libre.

Tenemos la suerte de que Benalmádena cuenta con dos bibliotecas públicas donde se realizan numerosas actividades complementarias. Adolece, sin embargo, la de Benalmádena Pueblo de unas instalaciones acordes a las necesidades actuales de los ciudadanos. Falta hace que el Ayuntamiento solucione de una vez esas carencias, que son crónicas en el tiempo. Por el contrario, debemos felicitarnos por disfrutar en Arroyo de la Miel de unas instalaciones modélicas, en un enclave privilegiado, con unas vistas envidiables, con los recursos y personal idóneos a la enorme cantidad de actividades que se organizan. Y, lo más importante, sus mesas y espacios llenos de usuarios.

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