jueves, 8 de octubre de 2020

Club de Lectura. Octubre 2020

 El martes 6 de octubre se reunió el Club de Lectura "Ben-al-Arte" para comentar el libro "Cinco horas con Mario", de Miguel Delibes, del que se conmemora en este mes los cien años de su nacimiento.

A la reunión asistieron 15 personas de forma presencial y otras 3 enviaron sus comentarios por correo. 

Esto es un resumen de los comentarios que se realizaron.

Los personajes principales son dos: Mario, muerto de un infarto y del que sólo conocemos sus acciones por lo que nos va a ir contando su mujer en el monólogo que va a mantener a lo largo de la novela; el otro es Carmen Sotillo, la viuda, que va a monologar a lo largo de la noche en la que va a permanecer en solitario junto al cadáver de su marido.

Hay otros personajes secundarios que aparecerán en las palabras de Carmen o en los capítulos inicial y final, pero brevemente, como: Mario, el hijo mayor del matrimonio; Valentina, la mejor amiga de Carmen y su confidente; Encarna, cuñada de Carmen, viuda de un hermano de Mario; Esther, amiga pero que no le cae bien; y el grupo de amigos y compañeros de Mario: Arronde (boticario), Antonio (Director del Instituto), Moyano (amigo de tertulia), Oyarzum, Nicolás (Director del periódico),….

El único lugar que aparece en la novela es la casa en la que vive el matrimonio, donde se halla el cadáver para ser velado.

El tiempo de la acción, es la noche del día 24 de marzo de 1966, según se recoge en la esquela funeraria con que empieza la novela. Y la duración, según el título, las cinco horas será el tiempo que dura el monólogo de Carmen.

La obra comienza con el duelo al difunto y la visita de familiares y amigos para dar el pésame a los familiares directos. Insiste mucho el autor con el empleo de las frases hechas que se suelen oír en este tipo de actos y que repite continuamente, como ocurre en realidad. El final de la novela vuelve a este escenario de familiares y amigos para trasladar el féretro a la iglesia y seguir el ritual del entierro. Unas escenas totalmente costumbristas.

Delibes nos hace un retrato social de la ciudad y la época: una sociedad provinciana entre finales de los años cincuenta y mediados de los sesenta.

Los comentarios, pensamientos y reproches que Carmen hace sobre el carácter, las costumbres y las actuaciones de su marido, del que nos construye un retrato en negativo, incita a que el lector vaya haciéndose una idea del Mario real, a la vez que va a ir definiéndose ella misma, así observamos que se tratan de dos personas totalmente distintas, en carácter, en formación académica, en sus concepciones del mundo y la vida, en sus ideas políticas y religiosas, en la valoración y prioridad que dan a las normas sociales, incluso a la forma de vestir y la aceptación de los convencionalismos.

Así nos podemos hacer una idea de Mario: es un profesor, catedrático de instituto, un periodista polémico y un escritor sin éxito, un intelectual progresista, de principios, honesto, íntegro, comprometido socialmente, con una mente crítica, defensor de la democracia y de la libertad de expresión, se opone a las autoridades y habla de los problemas sometiéndose a la censura y las denuncias, que busca la justicia, la igualdad de oportunidades entre los hombres, que rechaza el subterfugio de las recomendaciones e influencias, que tanto se prodigaban en la época, que luchaba, con sensibilidad y respeto,  para que las mujeres y los pobres tuvieran acceso a los estudios superiores, que la mujer pueda tener acceso a un puesto de trabajo, que intenta hacer desaparecer las diferencias de clase y que defiende y ayuda a los presos políticos.

Mario no encuentra la salvación en su casa, no tiene una esposa razonable, a Carmen la vemos como la perfecta señorita de provincias de los años 60: ignorante, mediocre, hipócrita (quiere hacer creer que Mario le ha sido infiel para ocultar su desliz con Paco), de belleza exuberante, materialista (deseo por un 600, la cubertería de plata,…), vive fijándose en las apariencias (no soporta que su marido vaya en bicicleta, que se relaciones con trabajadores,…), es obsesiva, vanidosa, chovinista, defensora de los valores de “su clase”, racista, (llega hasta la separación física en distintos espacios), es la representación de una España tradicional, conservadora, reaccionaria, ganadora de la Guerra Civil (“la guerra es un oficio de valientes”), quiere una España limpia de la obscenidad, inmoralidad y corrupción extranjera, así como de ideas democráticas e igualitarias (¿Para qué debe estudiar la mujer?), detesta las críticas que realizan los intelectuales, Mario incluido, y reivindica el papel de la Autoridad, el sometimiento de la población al poder (“no sobresalir, no pensar, no contradecir”, “guardar silencio y obedecer” “los que dependen de mí deben pensar como yo”), y el papel de la Iglesia (“los españoles los más católicos del mundo”), pues tiene convicciones religiosas muy arraigadas, incluso le parece mal el Concilio Vaticano II por su aire modernizador, y  ¡por pedir!, incluso desearía que volviera a actuar la Inquisición. Se apoya en los convencionalismos sociales para apuntalar una vida vacía y sin demasiado sentido, que ha vivido al lado de su marido resignada y sumisa, aunque reprimida, frustrada e insatisfecha a lo largo de veintitrés años de matrimonio.

Carmen utiliza con fidelidad el lenguaje popular que en el modo de pensar y expresarse representa a una mujer vulgar y corriente de la burguesía franquista. El monólogo suena espontáneo y creíble.

En sus opiniones y quejas sobre la juventud, vemos la reproducción del mensaje con que el régimen componía su propaganda, por ejemplo, de que la Universidad era una fábrica de rojos, que ella ve en su propio hijo.

La escena final entre la protagonista y su hijo mayor nos hace concluir el triunfo inminente de los valores del difunto.

La novela ha sido adaptada y llevada al teatro con gran éxito de público.


La próxima cita será el martes 10 de noviembre para comentar la novela "Tierra de campos" de David Trueba.

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