Novela de Luis Landero publicada en el año 2019.
Gabriel, el menor de tres hermanos, quiere reunir a sus dos hermanas, y al resto de sus familiares, para celebrar, en su casa, el ochenta cumpleaños de su viuda madre, con el fin de recomponer la unidad familiar tan maltrecha debido a los odios radicales que arrastran entre ellos.
Sin pretenderlo, ha abierto la espita de los antiguos reproches que, como una lluvia fina, irá calando en cada uno de ellos hasta llegar a una situación insostenible.
Es una obra coral pero destaca el personaje de Aurora, esposa de Gabriel. Es la confidente, el paño de lágrimas, la consejera, la conocedora de todos los datos, de los detalles y miserias de cada uno de los miembros de la familia, porque tiene facilidad para que le cuenten sus secretos, porque sin quererlo, dado su carácter sereno y apacible, se ha convertido en el muro de las lamentaciones de todas las quejas familiares.
Cada uno de ellos tiene su verdad de los hechos, entrando en contradicción con la de los otros. Sin embargo, a Aurora nadie la oye, excepto el lector, al que utiliza como confidente para contarnos sus sentimientos, sus sufrimientos, sus dudas (que van en aumento), sus descubrimientos,..., porque a veces descubrimos que no conocemos a las personas, aunque convivamos con ellas.
Las historias de cada personaje nos llegan en charlas entremezcladas a través del teléfono, con intervenciones directas o por boca de otro, así se cruzan versiones distintas, datos dispersos, situaciones confusas, que irán componiendo un puzzle que tiene siempre a Aurora en el eje central. Ni ella, ni el autor toman partido, será el lector quien decida con que versión quedarse.
Aurora bien podría ser la narradora de la historia, pues tiene todos los datos.
Los únicos momentos de felicidad de la familia se acabaron el día que muere el padre, finalizan las historias fantásticas que les contaba. Ahora llega la dureza de la madre, que nos recuerda a la Bernarda Alba de García Lorca.
La madre es una mujer negativa, triste, mandona, niega la búsqueda de la felicidad. Sólo encuentra apoyo en Gabriel que achaca su carácter a las vivencias de la guerra y al hambre que pasó. Sus hermanas sienten celos del trato que este recibe.
Hay otro personaje a destacar, Horacio, marido de Sonia por la intervención de la madre. Es un pervertido y degenerado, que sin embargo, atrae a la otra hermana.
Las historias de cada uno irán calando como una lluvia fina, pero al final más que esa lluvia parece más una granizada, llevándonos a un final inesperado.
La novela, en la que predominan las voces femeninas, es un drama duro, descarnado, amargo, triste, a veces violento, desolador y oscuro. También aparece algún detalle de humor, como cuando la madre, en una discusión, bañó a la familia de ensaladilla rusa.
Los diálogos le dan agilidad a la narración. Hay que darle también valor a los silencios que encierran.
Una novela triste y oscura con una atmósfera deprimente pero bien narrada y con una buena descripción de unos personajes tan peculiares.
Muy buena obra.
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