Novela de Miguel Delibes publicada en el año 1978.
Estamos en los inicios de la transición española de la dictadura a la democracia, en plena campaña de las primeras elecciones democráticas.
La acción se desarrolla en poco más de 24 horas.
La acción se desarrolla en poco más de 24 horas.
En el inicio de la obra asistimos al trajín que se desarrolla en la sede de un partido político, del que no aparece el nombre, pero de izquierdas. En la sede todos son prisas, impera cierto desorden, los jóvenes trabajan con multitud de ideas pero la producción real queda por debajo de sus deseos, se trabaja más con las ideas que con el conocimiento de la realidad.
Tres de ellos, dos candidatos (hombre y mujer) y un acompañante, son enviados a visitar, el día siguiente, unos pueblos pequeños del norte de Castilla, para hacer campaña.
Cuando llegan a uno de los pueblos descubren que sólo lo habitan dos familias, y además enemistadas.
El vecino con el que hablan es el señor Cayo, que vive acompañado de su mujer. Un campesino octogenario pero con buen estado de salud, con gran conocimiento del campo, poseedor de una gran sabiduría y humanidad. Tiene un hablar reposado y permanece atento a todo lo que le exponen los visitantes.
Cayo se autoabastece de lo que le da la naturaleza, lo que él cría en su pequeño huerto y lo que produce: hortalizas, frutas, miel, pesca, producción de chacinas, pan, repostería,... No echa en falta nada, no se siente pobre, no utiliza medios de comunicación, la información le llega a través de un vecino de otro pueblo con el que se encuentra cada 15 días. Otros productos los encuentra en los pueblos cercanos. Se siente una persona feliz.
En los diálogos vemos la contraposición de dos visiones, dos culturas, dos formas de entender la vida y el mundo: una la del campo, con su tranquilidad, su sosiego, y que está destinada a su desaparición; la otra, la de la ciudad, masificada, con un entorno ruidoso y con unos habitantes ávidos sólo por disfrutar.
El lenguaje es brillante y va acorde con cada postura: un vocabulario con referencia al campo: plantas, animales, tareas rurales y modismos populares; el de los jóvenes idealistas es crudo y desenfadado, a pesar de que algunos miembros son más cultos y otro más ignorante, propenso a la utilización de palabras malsonantes. Hay un momento que el señor Cayo dice: "Me parece a mí que no vamos a entendernos".
Vemos por una parte al campesino que representaría el pragmatismo y los políticos que asociamos al idealismo.
Al final del encuentro también aparece el mundo de la intolerancia y del fanatismo, representado por la aparición de los miembros de otro grupo político.
Al final de la novela asistimos a la valoración de la visita y los objetivos buscados, llegando a plantear la duda de ¿Quién ha convencido a quién?
En esta novela corta, Delibes quiere plantear el problema del abandono del campo.
Aparecen las características que vemos en otras obras suyas, como el amor a la naturaleza y su defensa, el vocabulario propio del campo y sus descripciones detalladas.
Una obra amena, de fácil lectura, exceptuando algunas palabras del vocabulario desconocidas por un urbanita del siglo XXI, y unos diálogos divertidos, con su humor y su ironía. Yo la he disfrutado bastante.
Tres de ellos, dos candidatos (hombre y mujer) y un acompañante, son enviados a visitar, el día siguiente, unos pueblos pequeños del norte de Castilla, para hacer campaña.
Cuando llegan a uno de los pueblos descubren que sólo lo habitan dos familias, y además enemistadas.
El vecino con el que hablan es el señor Cayo, que vive acompañado de su mujer. Un campesino octogenario pero con buen estado de salud, con gran conocimiento del campo, poseedor de una gran sabiduría y humanidad. Tiene un hablar reposado y permanece atento a todo lo que le exponen los visitantes.
Cayo se autoabastece de lo que le da la naturaleza, lo que él cría en su pequeño huerto y lo que produce: hortalizas, frutas, miel, pesca, producción de chacinas, pan, repostería,... No echa en falta nada, no se siente pobre, no utiliza medios de comunicación, la información le llega a través de un vecino de otro pueblo con el que se encuentra cada 15 días. Otros productos los encuentra en los pueblos cercanos. Se siente una persona feliz.
En los diálogos vemos la contraposición de dos visiones, dos culturas, dos formas de entender la vida y el mundo: una la del campo, con su tranquilidad, su sosiego, y que está destinada a su desaparición; la otra, la de la ciudad, masificada, con un entorno ruidoso y con unos habitantes ávidos sólo por disfrutar.
El lenguaje es brillante y va acorde con cada postura: un vocabulario con referencia al campo: plantas, animales, tareas rurales y modismos populares; el de los jóvenes idealistas es crudo y desenfadado, a pesar de que algunos miembros son más cultos y otro más ignorante, propenso a la utilización de palabras malsonantes. Hay un momento que el señor Cayo dice: "Me parece a mí que no vamos a entendernos".
Vemos por una parte al campesino que representaría el pragmatismo y los políticos que asociamos al idealismo.
Al final del encuentro también aparece el mundo de la intolerancia y del fanatismo, representado por la aparición de los miembros de otro grupo político.
Al final de la novela asistimos a la valoración de la visita y los objetivos buscados, llegando a plantear la duda de ¿Quién ha convencido a quién?
En esta novela corta, Delibes quiere plantear el problema del abandono del campo.
Aparecen las características que vemos en otras obras suyas, como el amor a la naturaleza y su defensa, el vocabulario propio del campo y sus descripciones detalladas.
Una obra amena, de fácil lectura, exceptuando algunas palabras del vocabulario desconocidas por un urbanita del siglo XXI, y unos diálogos divertidos, con su humor y su ironía. Yo la he disfrutado bastante.
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