Con esa novela obtuvo Espido Freire el Premio Planeta en el año 1999.
La obra comienza cuando Elsa grande, una joven pintora, tiene que abandonar la ciudad en la que vive al recibir algunas amenazas anónimas.
Se va descubriendo que esas amenazas pueden proceder de una secta y estar dirigidas a su prima, Elsa pequeña, al tener el mismo nombre que ella, hecho que los ha llevado a confundirlas.
La pintora se refugia en casa de su abuelo, situada en un pueblo pequeño y de costumbres antiguas, del que procede toda su familia.
En el transcurso de la obra vamos conociendo la historia de la joven, la relación con su familia, con su amiga Blanca, junto a la que trabaja, y con su novio. Esta historia se va entrelazando con la de su abuelo, que es como decir que conoceremos la historia de toda la familia a lo largo de varias décadas: su juventud, cómo conoció a su esposa, su participación en la guerra, la amistad y algo más con Silvia Kodama (de donde nace el título de la novela), la fundación de su familia, la pérdida de forma trágica de una hija, también llamada Elsa (Elsita, el tercer nombre idéntico de la familia), cuando contaba 9 años,...
A lo largo de la novela vamos conociendo cómo su amiga Blanca padece una grave enfermedad, que parece asumida.
También sabemos del funcionamiento de la secta: drogas, violencia, abusos sexuales, alejamiento familiar, secuestro, aislamiento,...; y como Elsa pequeña se introduce en la misma y cual es su trayectoria cuando está dentro, hasta que toman represalias contra ella, así conocemos cómo entra su prima en el círculo de las amenazas.
La novela no sigue un orden cronológico pues al ir mezclando varias historias vemos saltos en el tiempo para entender el por qué de algunos hechos actuales.
Algunos personajes quedan algo diluidos, no se profundiza en ellos, hay pocos detalles. Otros son bastante estereotipados, como el de la tata.
Elsa grande abandona momentáneamente la pintura para centrarse en una introspección sobre su propia vida y las relaciones humanas que se producen en su entorno.
Los nombres de las ciudades que aparecen son inventados y no hay ninguna pista de cuales podrían ser.
Nos imaginamos que habla de la Guerra Civil, pero hay algunos datos que no se corresponden con la realidad. La autora ha desechado cualquier dato histórico, le ha interesado más hablar de sentimientos.
La escritura es sencilla y amena, a veces incluso íntima, lo que invita a seguir leyendo.
Da la sensación de falta de profundidad en las historias que va desgranando.
Al inicio de la obra, y se repite al final, nos habla de varias formas de muerte y de como existe otro tipo de muerte que es el olvido, a lo largo de la novela nos hemos encontrado con esa realidad.
La novela finaliza, pero da la sensación de que es el lector el que ha de poner el punto y final.
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