miércoles, 28 de noviembre de 2018

El Club de la Memoria. Eva Díaz Pérez

El martes 27 de noviembre se reunió el club de lectura para comentar el libro "El Club de la Memoria" de la autora Eva Díaz Pérez.
 
Una fotografía antigua hallada de forma azarosa por una restauradora de la Filmoteca Nacional es el arranque de esta novela que nos habla de algunas personas que habían participado en las Misiones Pedagógicas que había instaurado la República y que, excepto uno, acabaron en el exilio tras la Guerra Civil.
La fotografía recoge a un grupo de amigos, 5 hombres y dos mujeres, que realizan diversos cometidos dentro de las denominadas “Misiones Pedagógicas” que se llevaron a cabo al inicio de la República (otoño de 1932) en algunos pueblos pequeños alejados de los focos culturales que se desarrollaban en las ciudades.
En este grupo en concreto hay diversas profesiones: maestra, actriz, pintor, músico, fotógrafo, director de cine.
La restauradora, que lleva el hilo narrativo de la obra y es la única que aparece sin nombre en la novela, al sentirse atraída por esa foto, empieza una investigación utilizando como base las memorias escritas por uno de los personajes que había permanecido en España y no había partido al exilio. Se van componiendo piezas de un puzle con los personajes fotografiados, que habían “firmado una especie de pacto” en el que cada uno se comprometía a escribir una memoria personal sobre su vida.
Los huidos al exilio acaban en un campo de concentración en Francia y desde ahí, con el inicio de la II Guerra Mundial en Europa, van corriendo diversa suerte: unos luchan en la resistencia en Francia, otros acaban en campos de concentración nazis, algunos mueren y otros acaban en México. Es en realidad un reflejo del todo el exilio español.
Los relatos referidos a la Historia, en general, varían según quien lo cuente, y eso ocurre con la memoria que sirve de base, que escribe el componente del grupo que había permanecido en España y que va dando pie a todas las demás. Él mismo nos dice que su historia no sabe si es cierta o no. Con el transcurrir de la narración lo iremos comprobando.
La segunda de las memorias es un diario que escribe una componente femenina del grupo mientras está escondida en un refugio en París, huyendo de los ocupantes alemanes. La redacción de este diario, una guía de la ciudad de París y algún libro, le ayudan a sobrellevar el aislamiento y el miedo. En su narración vemos como se confunden la realidad con los sueños. Esta confusión es algo que también les ocurre a otros personajes y que aparece en otras novelas.
Otra de las memorias se desarrolla a través de la correspondencia mantenida entre dos miembros del grupo, que finaliza cuando uno de ellos descubre la traición que el otro ha llevado a cabo y entonces esta se interrumpe.
Cualquier soporte vale para comunicar lo vivido, incluso las anotaciones en un pentagrama. Es el músico. Su sufrimiento es mayor pues al exilio hay que unirle el paso por un campo de concentración que termina por sumirlo en una gran depresión.
También la pintura vale para expresar lo que se siente, incluso cuando el estar lejos de su país le hace desaparecer colores de su tabla, precisamente los que sirven para representar el color de la tierra, de su tierra.
No hay nada peor para hablar de memoria que encontrarse con el que la ha perdido. El personaje que deja constancia de lo ocurrido mediante las imágenes, el fotógrafo, al que dan por muerto varias veces, y que acaba perdiendo la memoria. No se sabe si eso es una tragedia o una salvación.
La desmemoria también puede ser una forma de aliviar el sufrimiento y puede ser sobrevenida e incluso provocada. La autora emplea el verbo “desmemoriarse”.
El último personaje es Val del Omar, el único personaje de la novela que existió en la realidad. Es director de cine e inventor de diversas técnicas y aparatos para tratar la imagen. Había rodado varias películas que compusieron el “Tríptico Elemental de España”. También había grabado varias cintas durante las salidas realizadas con las “Misiones Pedagógicas” a los pueblos, de las que se desconocía su paradero. La restauradora, que había realizado su tesis doctoral sobre este personaje, recibe un impacto al ver, en las memorias que está leyendo, referencias al director y a ciertas cintas que pueden estar en París. Suficiente para seguir investigando sobre los personajes de la foto, con sus memorias y documentos anexos.
La investigadora inicia un periplo por los lugares que han habitado los personajes del grupo de amigos de las Misiones, va encontrado la variedad de memorias y finalizará en México, cerrando el círculo que inició en su laboratorio con una fotografía antigua.
Puede considerarse una obra coral, aunque la restauradora es el hilo conductor de la novela. Esta tampoco escapa de retratarse con su “memoria”, una más que añadir a las conocidas y que descubriremos al final del relato. Así se ha convertido en un personaje más. Un personaje que se libera al dar rienda suelta a la historia que tenía oculta en la memoria desde su infancia.
Este personaje podría representar a la propia autora en su papel de investigadora para desarrollar la trama de la novela.
Es una obra que nos habla de destierro, desarraigo, nostalgia, exilio. Cada exiliado vive sin reconocimiento de nadie y cada uno con su locura y su pérdida de identidad (“Nadie sigue siendo la misma persona después de una guerra”). Y aunque el exilio es colectivo (el grupo de los perdedores), está formado por tragedias individuales. En este es un reducido grupo de amigos que se comprometen a escribir las memorias de sus vidas, que acaban repartidos por el mundo, y cada uno la realiza en distinto formato y en primera persona, lo que le da riqueza a la narración.
La autora menciona muchas palabras y adjetivos relativos a los olores.
También aparecen muchas referencias a diversos escritores.
En el binomio de memoria-desmemoria utiliza en la narración el recurso de mezclar la realidad con los sueños creando a los personajes, y al mismo lector, una confusión de no saber qué es lo real y qué lo imaginado o soñado.
Hay referencias a la II Guerra Mundial, como por ejemplo, los campos de exterminio nazis.
Utiliza la figura de El Greco, con la confección de una copia de su cuadro “El expolio de Cristo” en el que cambiaron algunas figuras del cuadro por las caras de los componentes del grupo.
También aparecen referencias musicales, quizás teniendo en cuenta que uno de los personajes era músico.
Las referencias históricas y culturales dan veracidad a la obra.
 
 
La próxima reunión la tendremos el martes 18 de diciembre. Comentaremos el libro "El jugador" de Fiódor Dostoyevski.

1 comentario:

  1. No he asistido a la reunión pero he leído el libro (casi todo) y agradezco los comentarios,siempre aclaran el panorama. gracias!

    ResponderEliminar