El Club de Lectura "Ben-al-Arte" se reunió el martes 10 de junio, en las dependencias del Centro de Mayores Silvestre González, para comentar la obra "El mundo" de Juan José Millás, con la que se pone fin a la 6ª temporada del Club.
Estas son las líneas más sobresalientes del relato:
La obra se
puede calificar como novela autobiográfica, o también podríamos hablar de novela
que recoge memorias o apuntes autobiográficos, pues muchos de los datos que
aparecen son reales, aunque otros puedan ser inventados, algo difícil de
demostrar conociendo el poder de invención y fantasía del autor a la hora de
escribir. La obra se mueve entre lo real y lo ficticio, lo imaginario, a veces
incluso se mueve en el campo del surrealismo.
En la novela,
la memoria, ya sea real o imaginaria, se nos presenta sutilmente alterada,
pues, gracias a la ficción, adquiere un
orden nuevo porque, a través de ella, selecciona y elimina elementos, pero a la
vez pone el foco en una materia que antes carecía de contorno preciso.
El autor
aporta la luminosidad de la visión de la infancia, en la que todo es descubrimiento
permanente de las cosas y nuevas experiencias que con el paso del tiempo van a conformar
el mundo del protagonista.
El narrador
nos presenta a su familia compuesta por el matrimonio y nueve hijos, ocupando
él el cuarto lugar en el escalafón. Nos hablará más de sus padres y apenas nada
de sus hermanos. El padre dedicado a reparar aparatos médicos pero de forma
autodidacta, encerrado siempre en su pequeño taller. La madre tiene un carácter
bipolar con altibajos en su conducta diaria y que la familia sobrelleva.
Cuando tiene
la edad de seis años se trasladan todos de Valencia a Madrid, en una época, los
años cincuenta, en que llegan familias de todos los rincones de España con el
objetivo puesto en “prosperar”. Se asientan en la periferia de la ciudad, en un
espacio tras el que sólo hay descampados
y vertederos, ocupando una infravivienda en lo que más abunda es el frío y
alrededor todo es miseria.
Conoceremos
la asistencia al colegio, en Valencia administrado por monjas, en Madrid por curas,
y sus relaciones con los compañeros y vecinos. Además, con la asistencia a la
academia nos ofrece una muestra del sistema de enseñanza imperante en la época,
algo que a la mayoría de los asistentes nos trae el recuerdo del maltrato y la
violencia física por parte del profesorado.
En la tercera
parte de la novela nos habla de su despertar al enamoramiento y los sinsabores
que eso le acarrea ante todo por dudar sobre cómo afrontarlo.
El
protagonista nos presenta a veces la visión de la calle, o del mundo, desde una
perspectiva distinta, como cuando observa la calle desde el ventanuco del
sótano de la tienda de su amigo, desde donde la visión es sesgada, irreal, y,
sin embargo, él queda fascinado hasta el punto de obsesionarse y jugar con la
fantasía de salir, a través de la ventana, a un mundo diferente, a tener una
perspectiva insólita de la realidad; como cuando organiza junto con su amigo un
viaje al reino de los muertos; o como cuando
abandona una fiesta en casa de su editor saltando al balcón vecino y
después, al dejar el edificio, se descubre haciendo cosas que normalmente no
hace.
En distintos
momentos de su vida, en otras calles y en otras ciudades, el narrador
experimenta una sensación casi idéntica que incluso llega a creerse en su calle.
Eso lo lleva a tener un estado de ánimo que lo mueve a la creación.
Es en esa
calle en la que vive donde descubre la amistad, el amor, la muerte, entre otros
aspectos, que siguieron enriqueciendo su imaginación y su experiencia. Porque,
como el propio autor confiesa en la novela, todas sus obras nacen de sus
experiencias personales.
Sus reflexiones
sobre cualquier hecho, por muy insospechado que parezca, suelen ser existencialistas
o con un tono filosófico que atraen la atención del lector por su gran poder
imaginativo.
El personaje
se nos presenta con un tono pesimista, a veces incluso con un excesivo
victimismo, redunda mucho en mostrarnos lo débil que era, su fragilidad, con la
aparición continua de la muerte, la suya o la de otros, de la posibilidad incluso
de suicidarse, pero narrada en un tono que casa más con su debilidad de carácter
que con la realidad. Él mismo se declara como maníaco-depresivo. La forma de
contarnos este hecho provoca más humor que tragedia.
Al acabar la
novela, el protagonista, que ya es mayor y se reconoce como escritor de la novela,
echa las cenizas de sus padres, que tuvo guardadas largo tiempo, al mar de
Valencia, cerrando así un ciclo. Con ellas, también arroja fuera de sí los
despojos de su pasado. Con eso nos dice que escribir también supone una
catarsis, una forma de dejar atrás una parte de su vida e iniciar otra nueva.
La nueva temporada la iniciaremos el día 16 de septiembre para comentar la novela "Patria" de Fernando Aramburu.