La novela arranca
en el vagón de un tren que hace el trayecto Madrid - Málaga en el que un hombre
de poco más de cincuenta años, alto, con el pelo cano y abundante, y buena
presencia, viaja observando la pantalla de un ordenador portátil, aunque a
veces su mirada parece perdida aunque parezca estar mirando el paisaje a través
de la ventanilla.
En una de las
breves paradas en una de las estaciones, observa una casa de varios pisos, en
un estado más bien deplorable, y en uno de los pisos un cartel antiguo en el
que se informa que está en venta junto a un número de teléfono.
Se baja en la
estación de Córdoba y, de forma precipitada, decide regresar al pueblo de esa
estación dejada atrás.
Llamando al
teléfono reseñado en el cartel, negocia en ese mismo momento con el propietario
la compra del piso en plena calle, con la presencia de un notario y, con dinero
en efectivo obtenido de un cajero, abona la cantidad fijada por el dueño, sin
regatear ni un céntimo y sin siquiera ver el interior de la vivienda. Todo esto
hace levantar sospechas de que este hombre viene huyendo, o se quiere esconder,
de alguien o de algo.
Iremos
descubriendo poco a poco a lo largo de la novela detalles que nos aportará
datos de quién es este personaje, de su vida, su trabajo, su familia, de cuáles
son las circunstancias que lo han hecho recalar en este mísero pueblo casi
abandonado en el que va a encontrar a un grupo de personas tan raras y
abandonadas como el mismo pueblo.
Otro
personaje, que para algunos se puede considerar también protagonista, es Raluca,
la vecina de nuestro personaje, Pablo. Trabaja en un gran almacén del pueblo, que
a veces parece un centro social, por los vecinos que allí se ven, tiene un
pasado bastante complicado, que también iremos conociendo a lo largo de la
historia.
Son dos
personajes contrapuestos, casi antagónicos. Pablo es dubitativo, su vida ha
sido traumática en algunos acontecimientos familiares, desde el papel de hijo
hasta el de padre; vive obsesionado con que es incapaz de amar, es ordenado
pero un maniático de la limpieza, aunque todo lo arregla con el uso de
toallitas húmedas, en lugar de practicar una limpieza a fondo del piso en el
que vive. La visión pesimista de la vida lo ha llevado a memorizar técnicas de supervivencia ante accidentes
graves, catástrofes naturales o incluso de otro tipo. Raluca es un personaje
que ha tenido una vida, desde su nacimiento, bastante dura, pero saca siempre
lo bueno y positivo en todo lo que le acontece, es muy sociable, solidaria y ayuda
a aquellos vecinos que lo necesitan. Es una mujer fuerte que enfrenta los problemas
de cara, no se achanta ante nada ni ante nadie. Se considera una mujer con
suerte, de ahí creemos que surge el título de la novela.
En la novela
aparecen otros personajes que pese a ser secundarios aportan una problemática
concreta: en la misma vivienda vive un hombre que trabajó desde muy joven en la
mina ahora cerrada y que arrastra problemas respiratorios, es gran amigo de
Raluca de la que depende mucho; una familia compuesta de madre e hija pequeña,
con problemas de convivencia provocados quizás por las adicciones; en el
trabajo de la protagonista encontraremos a una compañera bastante chismosa y a
un compañero que la requiebra con insistencia a pesar de estar casado; encontramos
a un casero tosco y rudo, tacaño, con problemas con el consumo de alcohol y
siempre urdiendo planes para beneficio propio; hay una muchacha joven que
deambula por el pueblo como alma en pena con característica de “gótica”, que
puede ser representativa de unos habitantes que no se caracterizan por la
amabilidad, son raros, parecen inexistentes, pues casi no se les ve por las
calles, y poco se sabe de ellos, sólo que no son felices. También empezarán a
aparecer por el pueblo una serie de personajes extraños y ajenos al mismo y que
aportarán algo de misterio, incertidumbre y hasta cierto desasosiego, temor e
incluso miedo.
La mayoría de
los personajes arrastran secretos que se irán desvelando con el transcurrir de
la trama.
Tal como
avanza la lectura, se van descubriendo incógnitas que se habían planteado al
principio de la historia: ¿Quién es Marcos? ¿Por qué se escapó o huyó? ¿A
dónde?
En la novela aparecen algunos puntos relevantes:
La baja autoestima o el abandono, de la que vemos la evolución que sigue en el protagonista, hasta el punto de dejarlo prácticamente inhabilitado. Sus dudas y miedos lo superan, vive aterrado. Daña y preocupa a los que viven a su alrededor.
Aparecen algunas
pinceladas del sistema de funcionamiento de la policía, con alguna sorpresa al
final.
El maltrato
familiar, sobre todo en las relaciones madre/hija, con las terribles
consecuencias que acarrea.
El maltrato
como consecuencia del racismo, la discriminación, la xenofobia, con la mezcla
de la ideología política.
Los problemas
del alcoholismo en algunos de los personajes que provocan actuaciones incívicas
o accidentes no deseados. También se puede incluir aquí el consumo de algunas
drogas, con la misma problemática.
La autora
juega con el nombre del pueblo, Pozonegro, y sus características de oscuro,
sucio, destartalado, abandonado,…, para hacer un símil con las características
del estado de decaimiento en el que se encuentra el protagonista. También
utiliza la figura del tren, cuyas vías están prácticamente pegadas al piso del
protagonista, como metáfora de las oportunidades que aprovechamos, o las dejamos
escapar, a lo largo de nuestra vida, tesitura en la que se encuentra Pablo y de
la que no sabe o no se atreve a salir.
La autora
también pone en los pensamientos del protagonista una serie de historias
escabrosas y violentas, todas ellas reales como nos aclara al final de la obra,
muy en consonancia con el estado en el que este se encuentra.
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