La novela la podemos calificar como histórica novelada, pues aporta datos históricos reales, así como los nombres de los personajes importantes, mezclados con datos de ficción para dar coherencia a la trama.
La novela arranca en el año 1568, en las Alpujarras, que abarcan territorios en la provincia de Granada y en la de Almería.
Los
musulmanes que no han partido con el último rey de Granada han sido confinados
en este territorio, concedido en las capitulaciones, y se les aplica las normas recogidas en un
edicto real promulgado por el rey Felipe II y con la intervención de la
Inquisición. Estas normas persiguen que los musulmanes abandonen su religión y
sus costumbres y abracen el cristianismo. Son obligados a bautizarse y seguir
los santos oficios, adquiriendo el nombre de cristianos nuevos, conocidos
también como moriscos. La gran mayoría de ellos, por no decir la totalidad,
abomina de esas imposiciones y siguen practicando sus ritos y costumbres de
manera oculta, corriendo el riesgo de ser sorprendidos y sometidos a duras
sanciones.
El personaje principal es Hernando, hijo bastardo fruto de la violación de un cura a una adolescente mora pobre, fácil de reconocer porque tiene los mismos ojos azules que su padre (y no era el único en esa zona de las Alpujarras), que contrasta con su tez morena, gran estatura y nariz aguileña. La novela será un recorrido cronológico por su pesarosa vida.
Hernando empieza a recibir enseñanzas cristianas por parte del sacristán y a la vez realizaba prácticas, lecturas y escritura musulmanas con el alfaquí (la autoridad religiosa de los moriscos), que lo consideraba como un hijo. Esta doble educación va a tener gran importancia a lo largo de la novela por la influencia sobre el protagonista.
Hernando
tendrá que sobrevivir manteniéndose entre dos culturas: será llamado de forma
despectiva “nazareno” por los moriscos, que llegarán a despreciarlo, y será
considerado morisco y traidor por los cristianos. Las dudas sobre sus creencias
se mantendrán hasta el final de sus días, por eso se fija unos objetivos para
poner solución al problema por los que no dejará nunca de luchar.
La primera
parte de la novela se desarrollará principalmente en Juviles y alrededores.
Los moriscos son
los que desarrollan el trabajo mientras los funcionarios corruptos, además de
cobrarles disparatados impuestos, les roban; los religiosos ejercen un control
férreo sobre ellos, los humillan, insultan y castigan; la vida es dura y sólo
consiguen sobrevivir. Esto desemboca en un levantamiento contra los cristianos
que sólo triunfa en las Alpujarras. Ahora se cambian las tornas y son los
moriscos los que pretenden convertir a
los cristianos, sucediéndose los abusos y desmanes en la otra dirección.
La revuelta empieza
a ser sofocada, la mayoría de los moriscos se rinden para salvar su vida,
aunque se produce una gran matanza de mujeres y niñas. Hernando ha salvado a su
madre y a una muchacha llamada Fátima, confundida con una hermana, y a su bebé.
Fátima
marcará la vida de Hernando de una forma negativa, pues deberá competir con su
padrastro, y otra positiva, cuando pueda convivir durante un tiempo con ella.
Los
enfrentamientos entre cristianos y moriscos continuarán durante un tiempo y
Hernando pasará por momentos en los que colaborará con el rey morisco, a otros
en los que será incluso condenado a muerte, humillado y esclavizado.
Para acabar
con la revuelta de forma definitiva, Felipe II ordena la expulsión de los
moriscos alpujarreños a otros territorios peninsulares. La familia de Hernando,
después de pasar por la Vega de Granada, es deportada a Córdoba, a la que
llegarán tras un penoso y accidentado viaje.
Esos mismos moriscos
son enviados posteriormente a la zona de Extremadura, pero la familia de
Hernando, gracias a la intervención del alfaquí de Juviles, que ahora es
esclavo en la ciudad, consigue permanecer en Córdoba, donde el protagonista
conocerá momentos “felices”.
La sociedad
cordobesa es bastante hipócrita en cuanto a las costumbres, sobre todo
religiosas, el trabajo lo realizan mayoritariamente los moriscos; sin embargo,
están mal pagados y son despreciados, maltratados, torturados y con la
Inquisición siempre pendientes de ellos para ser condenados, o ejecutados.
Entre los nobles,
familiares y allegados el trabajo está mal considerado.
Hernando
empieza a trabajar, a desenvolverse bien en los bajos fondos y a conocer los
movimientos y costumbres de los distintos estratos sociales.
Los moriscos
mantienen una estructura organizativa clandestina supervisada por un consejo de
ancianos que todos respetan, de manera que de forma oculta mantienen sus
costumbres, su religión, sus ritos, sus principios, sus propios nombres,…
Hernando, por su preparación (sabe leer y escribir) recibe ciertos encargos
para mantener sus normas y propagarla a las nuevas generaciones. Algunos
miembros están infiltrados en muchas de las organizaciones cristianas al más
alto nivel, incluida la Inquisición; algo que pronto descubrirá Hernando,
llegando a verse implicado en algunas actuaciones peligrosas.
Hernando
también va mejorando en la calidad de los trabajos que le encargan, porque es
muy apreciada su labor.
El autor nos
mostrará los pormenores de la construcción de la Mezquita, con sus luchas
sociales, sus discrepancias y las imposiciones religiosas y gubernamentales.
Hernando atraviesa
su mejor momento, ha formado su familia con Fátima, tiene al lado a su madre,
tiene un buen trabajo, es reconocido, trabaja para la comunidad morisca y su
padrastro ha cruzado a África. Pero este no ha perdido el ánimo de venganza y
visita periódicamente las costas andaluzas. La vida le vuelve a dar otro revés
al protagonista.
Como vive en
tierra de nadie (cristiano-musulmán), al ser reconocido públicamente por un noble
cristiano cae en desgracia para los moriscos, sufriendo el desprecio hasta de
su propia madre. Pero él seguirá dedicando su esfuerzo y su trabajo a la idea
de obtener la convivencia de las dos religiones en paz y con tolerancia. Como
arma utilizará una copia de un evangelio atribuido al apóstol Bernabé, que ha
encontrado, y como punto de conexión entre ambas religiones empleará la figura
de María, que aparece recogida tanto en los textos cristianos como en los
árabes.
Los intentos
que llevan a cabo en Granada un grupo de nobles, junto con Hernando, para ese
acercamiento, los aprovechan las autoridades eclesiásticas cristianas para
fortalecerse y fanatizar a sus seguidores: Valparaiso se convertirá en el
Sacromonte.
Cuarenta y
dos años después de iniciada esta historia empieza la expulsión de todos los
moriscos que quedan en la península. Hernando habrá de enfrentar su presente
con su pasado, ahora ha de tomar un camino definitivo, se supone que es la
última elección,…
En la vida de
Hernando aparecen cuatro mujeres: dos musulmanas, su madre y su primera esposa,
dos personas fanáticas que anteponen sus creencias religiosas por encima de los
sentimientos y la confianza; dos mujeres cristianas, la joven que salvó de ser
esclavizaba durante el alzamiento de las Alpujarras y fue entregada a los
cristianos por él, con la que mantiene una relación, cuando ya es adulta y está casada, movida por
el amor mutuo; y su segunda esposa, que también le profesa un amor respetuoso,
que también ella recibe por parte de él.
El
protagonista de la novela, Hernando, un personaje que siempre actúa de acuerdo con
su conciencia, es maltratado por unos y por otros, a la vez que ayudado por
unos y por otros, y que a lo largo de la historia de su vida no deja de hacerse
las mismas preguntas: ¿Soy musulmán? ¿Tengo sangre cristiana? Y su respuesta es
luchar por conseguir la concordia, el respeto, la tolerancia y que todos puedan
vivir juntos respetándose.
El autor nos
muestra un tipo de sociedad deshumanizada en algunos aspectos, el caso más
elocuente es el que representa con el personaje de Miguel, utilizado
miserablemente por la familia y cómo las autoridades también se aprovechaban de
este tipo de personas en su propio beneficio. Otro ejemplo podría ser algo que
se repite a lo largo de la novela, que es el sentimiento de venganza por el que
se mueven la mayoría de los personajes que aparecen a lo largo de la novela.
El título
viene dado porque uno de los personajes, Fátima, porta una cadena al cuello con
esa figura que protege del mal a quien la porta, y paradójicamente debe estar
oculta durante toda la novela porque estaba expresamente prohibida por los
cristianos, y su portador podía sufrir diferentes castigos si era sorprendido
con ella, así que pasa por muy diversos escondrijos hasta que vuelve a su dueña.
El autor
rinde homenaje a Miguel de Cervantes y su obra del Quijote, de la que toma al
personaje el “loco de Córdoba” y relata una escena cómica en la pág. 554.
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