El Club de Lectura "Ben-al-Arte" se reunió el martes 11 de abril, para comentar la obra "La bibliotecaria de Auschwitz", de Antonio G. Iturbe.
Aquí podéis leer parte de los comentarios aportados por los participantes en la reunión.
La novela nos
narra la historia de una joven judía, con 14 años cuando llega al campo de
exterminio, llamada Edita Adlerova (Dita), que vivía con sus padres en la
ciudad de Praga.
Cuando apenas
contaba con 10 años se inicia la Segunda Guerra Mundial. Ver la entrada de los
tanques alemanes en Praga a principios de 1939 la lleva a pensar que su niñez ha
acabado.
Los alemanes
irán ocupando territorios dentro de Europa y confinando a los ciudadanos judíos
a diversos guetos cerrados y sometiéndolos a una vida de prohibiciones,
privaciones y vejaciones. La familia de la protagonista es deportada al gueto
de Terezín.
Cuando
empiezan a adaptarse a la dura vida del gueto, son trasladados al campo de
exterminio de Auschwitz-Birkenau, en Polonia, pero a un recinto especial que
llaman “campo familiar” (acogen a familias completas), donde sus padres son
destinados a duros trabajos y la protagonista es integrada en un barracón en el
que alojan a los niños para que jueguen y no estorben a los adultos. Pero un
judío alemán, llamado Fredy Hirsch, con gran protagonismo a lo largo de la
novela, lo transforma de forma clandestina en una especie de escuela. Es el
bloque 31 del campo.
En ese
barracón existen taburetes en lugar de literas, los niños se reparten en grupos
a cargo de un adulto que hace de instructor: unos juegan, otros cantan y otros
reciben clases de sus “profesores”. Todo el trabajo es oral pues no existe
material escolar.
Aunque los
nazis tienen prohibidos los libros, en esta peculiar escuela existen ocho, de
los más variados temas (novela, atlas, tratado filosófico, de aritmética,…) e
idiomas (checo, ruso), pero también hay instructores a los que llaman “libros
vivientes”, cinco en total, que se han aprendido el contenido de algunos libros
y los cuentan a sus alumnos. Todo esto, al ser clandestino, debe ser ocultado a
la vista y al oído de los vigilantes del campo, que, además, realizan de vez en
cuando inspecciones en busca de posibles infractores. Los castigos, como
podemos imaginar, son sumarísimos.
Cuando Dita
llega al campo, es destinada a este barracón y le asignan el puesto de
bibliotecaria. Ya en Terezín tuvo contacto con los libros al colaborar con la
bibliotecaria en el reparto de libros por las viviendas. Su misión consiste en
sacar cada día los libros de su escondite y ponerlos a disposición de los
“profesores”. El estado de conservación del material es pésimo, están descosidos,
faltan portadas, se deshojan; para resumir, su labor podríamos denominarla más
bien de enfermera de libros, pero ella los cuida como si fueran hijos suyos,
con el pobre y escaso material que a
veces le suministra el coordinador del pabellón los repara, los acaricia,
desdobla sus esquinas, plancha sus hojas con las palmas de las manos y los
devuelve cada día a su refugio oculto.
Ella sabe el
riesgo que corre, le da muchas vueltas a la cabeza y a pesar de las dudas
termina aceptando el puesto de forma valiente, entre otras cosas porque admira
al director del barracón.
Dita va
poniendo su pequeña y pobre biblioteca en valor, mejorando su propia seguridad
y haciéndola a la vez visible a los ojos de todos los ocupantes del barracón,
lo que la hace feliz. Esa felicidad la comparte, y la completará con otros
pequeños momentos, con su inseparable amiga Margit.
A través de esta
protagonista vamos a ir conociendo cómo era su vida antes de llegar a este
lugar, porque ella conserva en su memoria una especie de álbum fotográfico y a
través de cada instantánea va a recordar celebraciones, momentos familiares,
desfiles,…. A su vez sabremos cómo se desarrolla la vida cotidiana del resto de
ocupantes del campo de exterminio, desde el momento de la llegada en los trenes,
la separación de los miembros de las familias nada más desembarcar de los vagones donde vienen hacinados: los nazis aprovechan a los que aún son
válidos para el duro trabajo y descartan a los que no les sirve para ese
objetivo, que son destinados al exterminio directo. Los “aptos” son destinados
a barracones en los que existen literas que deberán repartirse como buenamente puedan
ya que su número es muy inferior al de ocupantes, las condiciones sanitarias
son ínfimas, la ropa vieja y deteriorada, la alimentación escasa, a base de
agua caliente con algún tropezón sorpresa y mendrugos de pan, los parásitos y
enfermedades abundan,...
Con estas
condiciones de vida, la población va menguando a un ritmo vertiginoso, pero no
dejan de llegar nuevos trenes procedentes de los diversos territorios ocupados.
Dentro de
este panorama general que la novela nos irá mostrando en detalles más
concretos, llama la atención que los nazis hayan diseñado un recinto familiar
en el que se acogen a niños, algo que no había ocurrido anteriormente; además
el grupo que llega en septiembre de 1943 traía una anotación rara y extraña:
“Tratamiento especial después de seis meses”. Ambas incógnitas se despejarán cuando
ese periodo de tiempo haya transcurrido.
Dentro del
campo también opera un grupo reducido de internos que se denominan la “Resistencia”,
contrarios a los métodos empleados por los nazis pero con bastantes problemas
operativos, limitaciones de movimientos, temor continuo a ser descubiertos, sorprendidos
o delatados, por lo que utilizan unas medidas estrictas de seguridad.
Además de a Dita
vamos a conocer otras pequeñas historias de personajes secundarios dentro del
campo y su forma de sobrevivir, intentando buscar momentos de felicidad dentro
de la negrura general. Para ello trapichean, de forma oculta y guiándose por una
total desconfianza, con todo lo que pueden, pequeños objetos, tabaco, su cuerpo,
pero, sobre todo, lo que buscan en ese supermercado clandestino es comida. Tienen
que gastar además mucho cuidado con los chivatos.
Tras
Auschwitz vendrá una nueva selección de prisioneros y su traslado al campo de
Bergen-Belsen, donde Dita coincidirá en el tiempo con otro personaje muy
conocido, Ana Frank. En este nuevo espacio la crueldad subirá varios peldaños,
llegando al abandono total y a la máxima degradación humana.
En la parte
final del libro el autor incluye dos apartados: en el primero nos da cuenta de
sus contactos, sus encuentros y sus visitas con la protagonista real de la
novela, Dita Kraus, proporcionándonos claves de cómo se gestó la novela, con
qué clase de documentación contó y esclareciendo algún que otro misterio contenido
en la historia; en el otro capítulo presenta unas breves líneas en las que da cuenta
de lo que ocurrió con algunas de las personas reales que aparecen en este
relato.
El título de
la novela parece contradictorio, o al menos paradójico, pues choca que se hable
de una profesión que se dedica a trabajar con libros en un lugar en el que no
sólo estaban totalmente prohibidos sino que sus dirigentes se dedicaban a
destruir todos los que caían en sus manos. Podemos entender que el autor ha
querido mostrarnos los libros y la cultura frente a la dictadura y la barbarie.
La novela se
convierte, por tanto, en un homenaje a los libros y las bibliotecas, hasta el
punto de poder considerarlos un personaje más. Nos muestra que un libro es una
forma de cambiar la realidad o evadirte de ella para encontrar nuevas formas de
supervivencia, donde muchos encuentran su refugio, y a su vez es también un
acto de rebeldía que puede enseñarnos a vivir sin miedo, así como el valor de
un libro también como objeto icónico. Además de los que pueblan la breve
biblioteca, el autor nos habla de otros: “La ciudadela” de A. J. Cronin,
"La montaña mágica" de Thomas Mann, "El conde de
Montecristo" de Alejandro Dumas, "Las aventuras del bravo soldado
Svejk" de Jaroslav Hasek, "El diario de Ana Frank".
Junto al
conocimiento que nos facilita del funcionamiento del campo de exterminio principalmente
judío y su organización, el autor nos deja otros mensajes: la pérdida de la
juventud, la aparición del dolor y la muerte, el hambre y la pérdida de la
dignidad, por el simple hecho de tener unas creencias, una raza o una religión
diferentes, pero a cambio también nos muestra el coraje y el espíritu de lucha
de muchas personas, el valor de la amistad, la posibilidad de la solidaridad en
lugares donde no se espera, la aparición del amor en condiciones no propicias e
incluso contradictorias, la aparición de una sonrisa frente a tanto dolor.
La próxima reunión está prevista para el día 9 de mayo para comentar el libro "Vinieron como Golondrinas" de William Maxwell.
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