Existe un prólogo en el que la autora nos descubre cuándo le surge la pasión por la escritura y cómo viene provocada por descarte al no verse capacitada para el dibujo.
En ese prólogo también nos desgrana como fueron surgiendo los distintos relatos.
Los ojos rotos (Historia de aparecidos).
La trama transcurre
en un manicomio, es una obra coral pero dos personajes centran el desarrollo de
la acción: Miguela, con 38 años y con síndrome de Down, ingresada al quedarse
huérfana; y Queti, con 57 años, con seis hijos, casada y menopáusica, que ha
perdido a su hijo menor, drogadicto, por sobredosis. La historia del relato la
conocemos a través de esta última.
Miguela sufre
una transformación cada vez que se mira en el espejo y está en presencia de un
espectro (de ahí el subtítulo), y la narradora intenta descubrir qué se
encierra tras esa actitud.
Al realizar
unas obras en el recinto, se va a descubrir un episodio del pasado relacionado
con la Guerra Civil y sus consecuencias, que servirá para saber por qué se
conoce el lugar como “Casa Quemada” y para dar una explicación a lo que le
acontece a Miguela.
El final de
la historia es trágico.
Malena, una vida hervida (Relato parcialmente
autobiográfico).
La
protagonista tiene problemas de sobrepeso desde la adolescencia. Al enamorarse
decide ponerse a régimen. Iremos conociendo las diferentes etapas programadas
en su alimentación orientada a no engordar, y las vicisitudes por las que va pasando
hasta llegar a encontrarse tiempo después con la persona amada, y comprobar que
la espera se convierte en desilusión.
Con el subtítulo comprobamos que la autora también tuvo algún problema con el peso.
En este relato vemos alguna situación cómica y alguna surrealista.
Bárbara contra la muerte.
La
protagonista, de 13 años, tiene un encuentro fortuito y angustioso con una
vieja monja de clausura en el centro en el que estudia. Esta la amenaza y le
diagnostica un negro futuro y un desagradable final.
Durante el
verano, Bárbara acompaña a su abuelo a pescar y charlan sobre su futuro como
mujer y las relaciones con los hombres, y este, ante sus dudas, le responde con
palabras de aliento y le augura un porvenir dichoso y feliz.
Ante las
perspectivas concebidas por la monja, la protagonista toma cumplida venganza.
Amor de madre.
Como adelanta
el título, tenemos una historia de una madre y una hija.
La actitud
aventurera de la hija conduce a la madre a un grado de insatisfacción y soledad
que desemboca en alcoholismo. Tras un accidente será la hija la que sufra las
consecuencias del “cariño” de su madre.
Historia
siniestra que da lugar a una situación bastante alejada de la palabra “amor”.
El vocabulario de los balcones.
Los
protagonistas son dos jóvenes de distinto sexo.
Desde que
asisten al instituto, él se convierte en su eterna sombra sin que reciba la más
mínima atención por parte de ella.
Pasa el
tiempo y la vida los vuelve a acercar de forma física, pero ahora los papeles
entre ellos han cambiado.
Al no
resolverse definitivamente la trama, las posibles conclusiones son de lo más
variadas.
Modelos de mujer.
Dos mujeres
antagónicas son las protagonistas de este relato que da título a la obra: una
es una modelo, esclava de su profesión para poder mantener los cánones de
belleza que les exigen y que reúne los tópicos por los que se rige la sociedad;
la otra es una traductora, zarandeada por las condiciones laborales que
soporta, sin perjuicios a la hora de alimentarse.
La actitud de
ambas en el mismo trabajo dará lugar a varios equívocos humorísticos y a una
sorpresa final.
La buena hija.
Una hija
cuida a su madre impedida, mientras el resto de hermanos se desentienden de
ambas y siguen sus vidas personales.
Viendo que el
tiempo pasa para la joven, que su vida transcurre de manera monótona y sin perspectiva
de cambio, la reflexión sobre su futuro, desemboca en un ejercicio de memoria
sobre el pasado, sobre la maternidad, la afectividad, las relaciones familiares.
Entonces descubre que quien realmente la quería a ella desde pequeña era su
tata, la criada de la casa familiar, porque Dª Carmen era su madre, pero Piedad
era su mamá.
Tras una
reflexión profunda, la reacción final sorprende al lector.
La obra
plantea una serie de cuestiones sobre lo íntimo y personal: cómo se interpreta
el amor y la pasión, cómo puede ser la convivencia entre madre-hija, qué se
exige a la imagen social que se proyecta y cómo influye esa presión social
sobre la apariencia,…; que hace reflexionar al lector, sea mujer u hombre,
sobre la lucha de la mujer por lo que quiere ser, mostrando su soledad y sus
deseos de superación, de ganas de vivir, para seguir adelante, para vencer a la
muerte, a la desidia, a sus miedos, sus obsesiones y sus taras. También se
muestra la relación entre belleza y comida.
En los
relatos se lleva a ver al hombre como necesario para poder desarrollar los
distintos deseos de la mujer.
La próxima reunión se celebrará el martes 8 de noviembre para comentar la obra de Javier Sierra, "El maestro del Prado".
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