viernes, 8 de abril de 2022

Magallanes. Stefan Zweig

La obra, que fue publicada originalmente en el año 1938, podemos clasificarla como una  biografía novelada, mezclada con características de crónica periodística, que tiene como protagonista a Magallanes y su gesta de dar la vuelta al mundo.
El autor, camino de Brasil y Argentina, en agosto de 1936, en un viaje transatlántico desde Europa, rodeado de todas las comodidades, se desespera por la tardanza en llegar. Nos cuenta que siente vergüenza al pensar, en ese momento, lo que tuvieron que sufrir los viajeros de pequeños barcos de pescadores cuando se echan a la mar sin saber a donde llegarán, cuánto tardarán, cuantos llegarán y cuántos volverán. Entonces queda fascinado con la vida en el mar que tuvieron que sufrir los primeros descubridores. En la misma biblioteca del barco empieza a leer una biografía que encuentra de Fernando Magallanes y dio comienzo al relato que acabó en esta obra.
Todos los viajes que dieron lugar a los descubrimientos de nuevos territorios, se iniciaron con el objetivo de buscar rutas para transportar especias al continente, las llamadas "Rutas de las especias" que tan bien describe el autor.
Los gobernantes portugueses hicieron una buena labor en mejorar las condiciones de los barcos que surcaban las aguas del Atlántico. Así llegan a doblar el Cabo de Buena Esperanza y preparan la llegada a las Indias. Portugal pasa de ser el pequeño país de Europa a ser una hegemonía marítima que le hace disponer de inmensos territorios imposibles de administrar durante mucho tiempo. En el siglo XV se convierte en la primera nación europea.
En Portugal, sin embargo, no aceptan las peticiones de Colón, haciendo que este se dirija a España. Su proyecto era buscar nuevas rutas pero hacia occidente. 
Teniendo intereses encontrados, tiene que intervenir el Papa para evitar un conflicto entre ambos países. Este marca una línea en el mapa del mundo para separar los intereses de cada país en sus futuros descubrimientos. Línea que después Portugal estirará algo más para quedarse con Brasil.
Portugal se va haciendo con todo el poder en aquellas zonas que va conquistando, a veces con gran sufrimiento y pérdidas. Y ahí empieza a aparecer, de forma callada pero fiel a sus mandos y amigos, el personaje de Magallanes. Es una persona humilde, que pasa desapercibido pero cuando tiene que actuar lo hace con valor, ante los problemas rechaza privilegios y une su futuro al de sus hombres, así se gana su respeto, e irá ascendiendo en la escala de mando.
En sus continuas conquistas, Portugal derrota al islam y empieza a controlar el comercio de las especias, pero su objetivo es quedarse con las islas productoras. Magallanes vuelve a Portugal pero sigue en contacto con su amigo Serráo que, aunque termina quedándose a vivir en una de las islas, sigue informándolo de cuanto sucede, además de proponiéndole aventuras de futuro.
En Portugal, Magallanes no es oído por el rey Manuel, llegando incluso a ser acusado injustamente y despreciado. Es un hombre apocado, no tiene don de gentes, pero hace una última petición al rey para que aproveche sus dotes marineras o lo libere para trabajar con otro país. Sintiéndose despreciado de nuevo, empieza a trabajar con Ruy Fareiro, teórico en la confección de mapas y rutas.
Siguiendo los consejos de Serráo, y empleando algunos informes inciertos, empiezan a preparar una ruta que dé la vuelta al mundo siguiendo el camino abierto por Colón hacia occidente.
Con ese proyecto llegan a España a convencer al rey. Son muchas las peripecias que sufre, rechazos, presiones, sobornos, boda arreglada, enfrentamiento con su socio,..., pero al final consigue que le preparen una flota con cinco barcos, 265 hombres y provisiones para un viaje que puede durar incluso años.
Ante una tarea tan compleja, Magallanes lo supervisa todo hasta el último detalle, incluso la cantidad y variedad de objetos que portan para el intercambio con los indios.
Junto a esos hombres, que buscan un sitio en el cielo o en el infierno, está incluido providencialmente Antonio Pigafetta, un joven italiano encargado de una función accesoria, pero a la postre de vital importancia, pues será quien dé cuenta escrita de cuanto acontezca, pues un hecho histórico se valora cuando es transmitido al provenir.
Antes de partir, Magallanes hace testamento y podemos observar el peso de la Iglesia.
El viaje está marcado por la adversidad desde el principio, Además de los manejos de las autoridades portuguesas para que la misión fracase, van ocurriendo diversos episodios que van haciendo cada vez más dificultoso el viaje: elección de ruta equivocada, momentos de rebeldía, sublevación, dilaciones, abandonos, inclemencias del tiempo, pero. sobre todo, lo peor es el desconocimiento de la ubicación exacta del estrecho que buscan. Cuando llega el invierno austral, se valora si lo mejor sea renunciar a la tarea emprendida, Pero para Magallanes no hay marcha atrás posible, la obstinación es su única fuerza y a ella se confía, “porque Magallanes fue toda su vida uno de esos  hombres que no son notados. No sabía hacerse valer ni querer. Pero en cuanto se le proponía una tarea, y mejor si se la proponía él mismo, este  hombre oscuro que queda en último término actúa con prudencia y un valor generosos que admiran”. 
Una vez descubierto el estrecho que comunican los dos grandes océanos vienen las peores penurias, a la deserción de la mayor nave se une la carencia absoluta de víveres, por lo que el número de efectivos empieza a diezmar y los que quedan lo hacen en ínfimas condiciones de supervivencia.
Llegan a unas islas habitadas, son conscientes que han dado la vuelta a la tierra y empiezan a reponer fuerzas preparando el regreso.
Cuando Magallanes se siente feliz por la tarea realizada a pesar de las adversidades, muere de la manera más absurda.
Los indígenas empiezan a valorar que los españoles son vulnerables. Estos tiene que salir huyendo después de haber perdido a sus capitanes en un acto de venganza. De esta forma llega a capitanear una de las dos naves, Juan Elcano.
Llegan a las islas de las especias de la que sale sólo la nave capitaneada por Elcano, una vez cargada hasta los topes, con cuarenta y siete hombres, rumbo a España, añadiendo a las dificultades de la navegación la persecución de las autoridades lusas. 
El final del viaje vuelve a ser agónico por el hambre y las condiciones de la nave, que a duras penas llega el 7 de septiembre de 1522 a Sevilla, con 18 hombres a bordo. La última orden de Elcano es dar unas salvas de artillería. Son los primeros hombres en dar la vuelta al mundo.
Tras el oportuno protocolo, civil y religioso, el recuento de las ganancias ocultan o ensombrecen el recuento de las pérdidas de vidas humanas. A estas hay que añadir otras: el dietario de Magallanes y los escritos de Pigafetta. Aunque este posteriormente escribió un libro en el que daba cuenta de lo ocurrido, en el que no nombra a Elcano.
Al final los méritos del viaje se le adjudican a Elcano, ya que el destino se lo negó a Magallanes. Como nos recuerda sabiamente Zweig, “los muertos no tienen razón”.
El autor nos presenta a un personaje al que todas las luchas que tuvo que mantener forjaron su carácter: control, templanza, sabiduría; unidos a la fe inquebrantable en una idea, un proyecto, a pesar de las continuas trabas y obstáculos que tuvo que sortear para llevarla a cabo: autorizaciones, financiación, reclutamiento de la tripulación, lucha de nacionalismos, traiciones,...
Zweig remata su magnífica obra con unas elogiosas palabras sobre el cruel destino que privó al artífice de la gran gesta de la navegación de que se cumpliese una sola de sus voluntades, con la triste paradoja además del nulo papel que ha correspondido al estrecho de Magallanes en las rutas comerciales contemporáneas, 
Acaba su obra con estas palabras: "Pero, en la Historia nunca la utilidad práctica determina el valor moral de una conquista. Sólo enriquece a la Humanidad quien acrecienta el saber en lo que le rodea y eleva su capacidad creadora. En este sentido, la hazaña de Magallanes supera a todas las de su tiempo y significa para nosotros una gloria singular en medio de sus glorias: la de no haber inmolado, como ocurre la mayor parte de las veces, la vida de miles y centenares de miles por su idea, sino solamente la propia vida".

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