Con esta novela, publicada en el año 2013, inicia Dolores Redondo su Trilogía del Baztán, encuadrada dentro del género policial o "negra". Baztán es un valle que se encuentra en el norte de la provincia de Navarra.
La acción de esta novela transcurre en el municipio de Elizondo.
La protagonista es Amaia Salazar, inspectora de homicidios de la Policía Foral de Navarra, que se desplaza desde Pamplona para hacerse cargo de la investigación de unos asesinatos de adolescentes que se están produciendo en la localidad de Elizondo, de donde ella es originaria y donde aún conserva familia.
La novela tiene una doble trama argumentativa que se van solapando: por un lado asistimos a las investigaciones que se realizan para descubrir al asesino en serie que actúa en el pueblo; por otro iremos conociendo la vida privada de la protagonista, los secretos y traumas que encierra, las relaciones familiares y con su pareja, los motivos de su huida del pueblo, sus problemas de maternidad,... Hay momentos en los que a la tensión de la investigación se añade la lucha de la protagonista consigo misma y sus fantasmas. Se duda sobre qué historia es más interesante.
Los asesinatos reúnen unas características similares, siguen una especie de ritual, que hacen que se cataloguen como la obra de un asesino en serie: todas las víctimas son muchachas muy jóvenes, sus cuerpos aparecen en la orilla del río, los zapatos son abandonados en un lugar visible para señalar donde se encuentra la víctima, los vestidos están rasgados de arriba a bajo, bien peinadas, el pubis está rasurado y con un dulce típico de la zona (txantxigorris) colocado encima, las manos colocadas a ambos lados del cuerpo con las palmas hacía arriba, en una posición virginal,...
En la novela, la naturaleza y la climatología aparecen con la importancia de un personaje más, la fuerza de un paisaje verde, el río con sus crecidas, la abundancia de bosques y plantas que lo ocupan todo, que borran los caminos, que cierra las entradas, crean, junto a la lluvia casi permanente y la niebla, una atmósfera opresiva por la que deambulan los personajes, tanto los reales como los imaginarios, facilitando la aparición de personajes mitológicos que forman parte de la cultura ancestral de la zona vasco-navarra. La autora maneja esa conjunción de realidad y ficción de tal forma que el lector llega un momento que no distingue entre ambos, porque ¿Existe en realidad el basajaun? ¿Es el ser protector de la naturaleza o el autor de los asesinatos? ¿Existen las brujas? ¿Se produce el encuentro de la protagonista con la Mari? Todo esta confluencia la facilita la autora con las descripciones tan detalladas de la naturaleza y de Elizondo, sus calles, sus paseos, las casas con su diversidad en la construcción, los olores que ayudan a identificar los lugares y espacios (oler es recordar). Los personajes también están construidos con gran riqueza de fundamentos psicológicos. En resumen, una novela llena de matices.
Se refleja el matriarcado en la sociedad que retrata: la misma organización de la familia de la protagonista, el papel de la tía Engrasi, la hermana Flora en su relación con Victor, la madre de una de las jóvenes asesinadas,... De ahí, la importancia que le dan a la maternidad y sus problemas, que vemos en la protagonista, en las hermanas, en algunas vecinas,... Otras influencias que aparecen a lo largo de la novela vienen de la mano de la religión, la tradición, la mitología, la superstición, los ritos paganos, la superchería,...
Metidos en el reparto policial, nos muestra los encontronazos que existen en un mundo diseñado para el hombre cuando lo dirige una mujer, que además rompe con los estereotipos del típico policía de novela negra, y nos presenta a una persona normal, con sus problemas, sus miedos, su familia,... La novela también nos señala las dos visiones a la hora de encarar ese trabajo policial: tenemos la investigación técnica, protocolaria y ortodoxa, que se mezcla con el instinto, lo que algunos llaman el pálpito, la comunicación no verbal, los gestos, la primera impresión,...
La obra tiene un estilo ágil y cuidado, con abundancia de diálogos, que atrapa al lector y hace que se lea casi de un tirón. Quizás la última parte, cuando va llegando al final, adquiere una rapidez que rompe el ritmo que traía desde el principio. El final, que sorprende bastante, ofrece una serie de datos que dan pie a continuar en una próxima entrega de la serie.
La novela fue llevada al cine en el año 2017.
A los que les guste la novela negra la disfrutarán bastante, aunque está abierta a cualquier lector por su buena calidad.
En este enlace podéis ver una entrevista con la propia autora en la que comenta detalles de la novela, su localización, su continuación,...
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