El Club de Lectura "Ben-al-Arte" se reunió el martes 8 de abril, en las dependencias de la Asociación, para comentar la obra "Vengo de ese miedo" de Miguel Ángel Oeste.
Estas son las líneas más sobresalientes del relato:
La obra es
una novela que recoge características de diferentes géneros como terror con
destellos de thriller, crónica familiar y social de una época (los años
setenta, ochenta y noventa del siglo pasado), autobiografía, conectado todo con
un fondo psicológico.
La historia,
que está escrita en primera persona, recoge cómo el personaje narrador, ya con
37 años, decide escribir un libro en el que cuente su vida de maltrato sufrido por
parte de su familia, aunque se hace más hincapié en la violencia que ejerce el
padre, partiendo desde sus primeros recuerdos hasta la actualidad, utilizando
para ello su propia memoria.
El narrador
pretende plasmar todas sus vivencias durante su infancia y su adolescencia, las
relaciones que tuvo con su familia, pero principalmente con su padre, por el
maltrato que le prodigaba, pero también con el resto de familiares, el ambiente
que se producía en su casa, las relaciones son su hermano, entre sus padres,…;
apelando en un principio a su memoria y después a las indagaciones que va a
llevar a cabo en su entorno, peguntando a familiares y amigos, tanto propios
como de su padre.
El autor
integra la escritura del libro dentro de la propia novela, pues lo va haciendo
sobre la marcha, así el relato corre paralelo al proceso de creación. El lector
va a ir conociendo su método de trabajo, el ritmo de producción, su caminar
incierto, sus paradas, sus reinicios, las supeditaciones a los momentos que
dedica a la investigación o documentación, las dudas que lo invaden cuando en
ciertas ocasiones los datos que recibe del exterior no coinciden con los que
guarda en su memoria,…
Hay una
palabra que toma protagonismo para recoger todo el sentimiento de ese periodo,
es la palabra miedo y se va a convertir en el eje vertebrador de la novela.
El miedo no
es el mismo al principio de la novela que al final, baja de intensidad pero no
desaparece del todo. Al principio nace de la violencia, de la agresividad
física y psicológica que sufre el narrador, llegando a ser un miedo tan
profundo que sobrepasa el dolor físico; en la parte final de la narración es el
miedo a la herencia que pueda transmitir, el miedo a que pueda llegar a reproducir
en sus hijas los mismos métodos que él sufrió, y eso lo hace dudar e
interrogarse continuamente sobre sus actuaciones. Pero el miedo es atávico,
también lo sufrió su padre en su niñez, por parte de su abuelo, y ese es el
temor que siente el narrador.
De ahí que el
final de la novela quede abierto. El narrador nos dice que en la vida se
cierran unas puertas y se abren otras, que con la escritura del libro ha
querido cerrar una casa y abrir un hogar, y ante ese deseo nos queda la duda de
cuál será la realidad futura.
El miedo lo
marca todo, llega a ocupar la casa en la que viven, convirtiéndola en un antro
sucio y caótico en el que reina la culpa, aflora las ansias de venganza, pero
acaban imponiéndose la resignación, el desconcierto y la frustración. De ahí
que la casa pueda ser considerada como un personaje más, a la que el narrador
vuelve para obtener respuestas a sus preguntas, a sus dudas, respuestas que
espera obtener en las huellas marcadas en sus muros, en sus puertas y
habitaciones, incluso después de ser rehabilitada.
La violencia
impera a lo largo de la novela, aunque más llamativa al inicio, con una
escritura tan descarnada que provoca unas malas sensaciones e incluso dolor en
algunos lectores, porque se activa la memoria y algunos sacan los recuerdos
almacenados de una época en la que el maltrato infantil estaba permitido
socialmente y hasta bien visto entre los métodos de educación.
Se ha
producido un cambio social, pasamos de una maestra que desconoce la situación
del alumno, a la introducción de psicólogos en la estructura educativa actual.
En la trama hay
otros hechos que aparecen más suavizados, como los abusos sexuales
intrafamiliares, que los muestra de manera más sutil. Por ejemplo, los hechos
que nombra como Acacias o lo que ocurre en el baño cuando el padre sale de la
cárcel, se muestran de forma más comedida, utilizando metáforas, imágenes
comparativas, para evitar el morbo, aunque con palabras duras.
También aparecen
otros temas de gran importancia a lo largo de la novela.
Hay un
retrato social de la época, una idea general de las relaciones familiares
aunque esté centrada en una familia en concreto. Nos muestra la permisión de la
violencia en el seno familiar: ya la sufrió la abuela, después la madre y ahora
el hijo. Como la sociedad, incluido el ámbito escolar, hace oídos sordos y mira
hacia otro lado. Contrasta con la situación actual, aunque no esté erradicada
totalmente.
Hay una
reivindicación de la lectura y la escritura. La lectura es lo que lo salva de
la agresión paterna, es su refugio, lo protegen los héroes de sus cómics, son
los elementos que conforman su mundo infantil y juvenil, el mundo de la
inocencia y la fantasía, y es lo que destruye el padre, dejándolo desamparado, humillándolo,
para mostrarle que ese no es el camino que ha ideado para él. Y a él esa
destrucción le duele más que los golpes que recibe continuamente.
El narrador
reivindica también la importancia de la escritura, como método de curación, atribuyéndole
un poder sanador, llevar a cabo una catarsis para entender por qué, encontrar
un sentido de lo que ocurre y que va contra toda lógica, las razones del miedo
que lo atenaza, y así sacar lo malo que hay en su interior, en su memoria y
conseguir la liberación. Pero el narrador hay veces que duda de esa tabla de
salvación que ha encontrado porque su padre odia todo lo relacionado con ese
mundo.
El uso de la
primera persona para generar más credibilidad se corrobora con la escena en la
que el narrador accede a tener una sesión con un psicólogo y comprueba la
diferencia en el relato cuando lo hace en primera persona.
El autor
también da gran importancia a la memoria, planteando a la vez las dudas que
surgen cuando nos adentramos en ese mundo. ¿Coincide mi memoria con la
realidad? Cuando el narrador empieza a indagar sobre los acontecimientos del
pasado para encontrar una justificación, descubre otras realidades, personas
que recuerdan los mismos hechos de otra forma, incluso su hermano. Emplea una
frase de Delphine de Vigan, autora que también utiliza al inicio con una reseña:
“¿Basta el miedo para callar?”. ¿Qué será
lo que hace que él y su hermano tengan opiniones y conductas divergentes habiendo
vivido la misma realidad? Entonces las dudas afloran con más fuerza.
También nos
muestra una visión del turismo de la época. En esos años que retrata la novela,
finales de la dictadura e inicio de la transición, comienza a llegar el turismo
a la Costa del Sol, viene cargado con ideas de apertura y de libertad, pero que
en la zona, aquí concretada en Torremolinos, se vive más como diversión,
juerga, libertad sexual, consumo de alcohol y de diversidad de drogas. Pero esa
vida sin freno tiene también una cara oculta, acarrea unas consecuencias
negativas, que son las que el autor plasma en la novela.
A lo largo de
la novela aparecen diversas dualidades que a veces coinciden y a veces se
contraponen: en la familia son dos hermanos, el narrador lo que tiene son dos
hijas; entre los hermanos, el narrador insiste en recordar y no personar hasta
la obstinación, el hermano apuesta por olvidar y pasar página; el abuelo y el
padre, los dos prohíben y son violentos, el narrador no tuvo contacto con su
abuelo y sus hijas con el suyo; cuando aparece Torremolinos, conocemos la parte
de paraíso: juerga, diversión,…; y la parte de infierno: drogadicción,
alcoholismo, violencia; la contraposición de la zona malagueña de desenfreno,
del dinero abundante que también se gasta con facilidad, a la Málaga de las
viviendas humildes de la clase trabajadora, obrera;…
El escritor
no pontifica, no trae a colación una moraleja, no hay conclusión, no hay
cierre, simplemente expone unos hechos desde el punto de vista del narrador,
con sus opiniones, sus reflexiones con sus dudas incluidas.
Al final se
atisba algo de luz, hay un soplo de esperanza representado por las hijas del
narrador que viene de la mano de la lectura y la escritura, ellas piden que su
padre les lea y él se compromete a escribirles un cuento para ellas, como
contraposición a la actitud de su padre.
La próxima reunión se celebrará el martes 13 de mayo para comentar la obra "Sueños en el umbral" de la autora Fátima Mernissi.