miércoles, 22 de mayo de 2024
Conferencia de Pablo Rodríguez
lunes, 20 de mayo de 2024
En casa de los Bracebridge. Washington Irving
domingo, 19 de mayo de 2024
Fallece Alice Munro
La escritora canadiense Alice Munro falleció el 13 de mayo de 2024. Hoy en el diario El País se publica este artículo de Elvira Lindo, que bien puede servir como homenaje a esta humilde y genial escritora.
Alice Munro murió esta semana en una residencia con la mente perdida en no se sabe qué senderos, tal vez los mismos que transitaba en sus primeros cuentos y que nunca abandonó del todo, los de su infancia en el Ontario rural y miserable de la gran depresión. Su extrema coherencia la ha llevado a morir como una más de sus personajes, como esos ancianos a los que una hija visita con una mezcla de amor y remordimiento. Con la excusa de preparar una conferencia, he estado unos meses inmersa en su obra, redescubriéndola, porque si Munro pensaba que “en cada década ves el pasado de manera diferente” también las lecturas cambian con la edad. Ahora puedo comprender mejor que antes el devenir de las mujeres a lo largo de sus vidas. A la escritora le molestaba que se la definiera como retratista de la gente corriente. Tenía un problema con esa palabra, corriente, porque no se ajustaba a la consideración que ella sentía hacia sus personajes: todas las vidas son extraordinarias, solía decir; y aunque algunas están sujetas a ocupaciones no precisamente emocionantes, son personas que viven en contra de sus deseos, pero que no por ello carecen de mundo interior. Tampoco estaba de acuerdo con la idea que los pueblos son opresivos. Si ella situó a sus personajes en zonas rurales, como su Wingham natal, fue porque consideraba que en pequeñas comunidades encontraba una destilación de las actitudes humanas.
El primero que la comparó con Chéjov fue su segundo marido, Gerald Fremlin, cuando leyó los cuentos de aquella chica de pueblo publicados en revistas estudiantiles. Aunque haya coincidencias con el cuentista ruso en un estilo puro y preciso, a mi juicio lo que ambos tienen en común es una incorruptible fidelidad a su origen humilde que los distingue de otras vidas literarias. La peripecia de Alice Munro transcurre paralela a sus cuentos: de la chica de pueblo que sueña con escribir y huir de los lazos que la atan a la madre enferma a la mujer moderna de los sesenta que, aun siendo ama de casa, se deja seducir por la irrupción de la contracultura; de la madre negligente que se abandona a una pasión extramatrimonial a la mujer madura que observa cómo los hijos se convierten en extraños. La marca del origen se aprecia hasta en la manera en que encaró el oficio: tantas veces escuchó en la sociedad luterana en la que se crio aquello de “no te hagas la lista”, “no destaques” o el célebre “quién te crees que eres”, que durante años ocultó su pasión por la escritura por no parecer arrogante ante sus vecinas. Eran los primeros sesenta cuando un periódico tituló así una entrevista con ella: “Ama de casa saca tiempo para escribir cuentos”, un desdén propio de la época que pudo haberla desalentado si no hubiera sido por su tozuda autenticidad. A partir de los setenta se convierte en una especie de símbolo nacional por haber levantado un universo literario donde nadie había previsto, en la tierra más pobre y más olvidada. Este paralelismo entre vida y obra está contado de la mejor manera en la singular biografía que su hija Sheila le dedicó, Growing Up with Alice Munro. La unanimidad ante la importancia de su obra no cambió su manera de vivir; y aunque el paisaje urbano se hiciera presente en el devenir de sus personajes siempre había en sus cuentos un tiempo para volver a los viejos caminos. En el último párrafo que escribió, este sí confesional, escuchamos su voz y parece la de cualquiera de las mujeres que inventó: “No fui a ver a mi madre en la última fase de su enfermedad, tampoco a su entierro. Tenía dos niñas pequeñas y nadie en Vancouver con quien dejarlas. No podía permitirme el viaje y mi marido sentía un desprecio por los formalismos. ¿Por qué habría de culparle? Yo era igual. Son cosas que no pueden ser perdonadas o que no nos perdonamos a nosotros mismos. Pero las hacemos. Las hacemos todo el tiempo”.
viernes, 17 de mayo de 2024
Club de Lectura. Mayo 2024
El Club de Lectura "Ben-al-Arte" se reunió el martes 14 de mayo, en la sede de la Asociación, para comentar la novela "Panza de burro" de Andrea Abreu.
Estas son las líneas más sobresalientes del relato:
La novela nos
presenta a una pareja de niñas amigas, cercanas a la adolescencia, en su
convivencia diaria en periodo de vacaciones escolares, es decir en periodo
estival. De las dos una de ellas muestra más madurez, posee poder de
iniciativa, conversa con todas las personas mayores de su entorno y no se deja
amedrentar por los jóvenes varones del barrio; pero arrastra también el
problema que le causa la comida, es decir, su deseo de comer continuamente, que
la lleva a tener consecuencias negativas en su salud y a que su abuela la tenga
que poner cada cierto tiempo a unos regímenes severos, que ella lleva muy mal.
La otra amiga
es de constitución más pequeña y con menos carácter, es la narradora y de ella
no conoceremos el nombre a lo largo de la historia, tiene a su compañera
idealizada y se deja guiar por sus deseos, que se convierten en órdenes.
A través de
las relaciones y convivencia de estos dos personajes iremos conociendo el
barrio en el que viven, a sus familiares, sus vecinos, sus costumbres, sus
dedicaciones laborales, sus fuentes de alimentación así como sus menús, y las
actividades que llevan a cabo para divertirse.
La novela nos
muestra una sociedad de principios del siglo XXI, pequeña, cerrada y aislada,
con familias con una estructura no corriente en la que están presentes
bastantes familiares como abuelas, tíos, más que los padres, bien porque faltan,
por diversos motivos, bien porque están ausentes por razones laborales, ya que
estamos en una sociedad que se dedica al sector servicios y a una agricultura
de subsistencia en pequeñas huertas, en la que, sin embargo, empieza a llegar
el mundo de las comunicaciones a través de los ordenadores e internet, que mueve
a cambiar la vida de los habitantes jóvenes.
Como símbolo
de esa sociedad aislada vemos la aparición de los personajes de las
santiguadoras o curanderas, muestra de una sociedad antigua, atrasada o incluso
inculta que sigue creyendo en el mal de ojo y en esos personajes que manejan
ciertos ritos relacionadas con las brujas, palabra que aparece en las
conversaciones de las dos protagonistas con bastante frecuencia.
La acción
transcurre en un pueblo pequeño al norte de la isla de Tenerife, cerca de las
estribaciones del Teide. Un que aparece como aislado, a pesar de que las
distancias en una isla suelen ser cortas, cuando los personajes hablan de otros
lugares, como por ejemplo la playa, el lugar en el que trabajan los padres de
una de las protagonistas,…; parece que estuvieran muy alejados de donde ellos
viven, casi inaccesibles.
Dentro del
reparto de los personajes, podemos incluir uno del que no aparece el nombre, el
“vulcán”, que se refiere al Teide aunque ese nombre no aparezca a lo largo de
la novela, que condiciona la vida, los pensamientos y las acciones del resto de
los personajes que se muestra con un temor permanente porque en cualquier
momento puede explotar, como también pueden explotar las relaciones o las vidas
de todos los componentes de esa pequeña sociedad.
La muerte es
una idea que recorre toda la novela, a veces ha ocurrido en realidad, ya que
algunas familias han perdido a algunos de sus miembros, pero en otras ocasiones
aparece como posibilidad, como amenaza, como esas nubes que cubren casi
permanentemente las montañas, los bosques o el pueblo entero.
En la obra se tocan varios temas actuales: la homosexualidad, vista desde el punto de vista de los amigos y desde el punto de la propia familia; la bulimia, según los síntomas que se aprecian en una de las protagonistas; las características del trabajo en el sector terciario y la vida precaria en la que se desenvuelven los habitantes del barrio; el concepto que se tiene de los turistas, llamados guiris, desde el punto de vista infantil; el uso de las redes por parte de los jóvenes;…
La próxima reunión, con la que se cerrará la temporada, se realizará el día 11 de junio, para comentar la obra "En casa de los Bracebridge (Los humoristas)" de Washington Irving.