La novela fue publicada en el año 2018 y es la primera entrega de la trilogía "Las tres leyes del movimiento".
Fascismo, comunismo y capitalismo: parece que la trilogía aspira a abarcar la segunda mitad del siglo XX.
Las tres Leyes del Movimiento de Newton son la Ley de la Inercia, la Ley de la Fuerza y el principio de Acción-Reacción, estos conceptos son utilizados por el autor de modo irónico y literario en la novela. El Movimiento también fue el nombre que utilizó Franco para el conjunto de organismos políticos que conformaban los mecanismos de poder del régimen.
La novela abarca los años finales de la década de los 60 y los primeros de los 70, y en ella se confirma la resonancia en nuestros días de las experiencias de aquella generación. Refresca acontecimientos históricos vistos desde la distancia con una aportación crítica del autor a través de su protagonista.
Este protagonista es Rufo Batalla, el alter ego del autor, pues ha vivido los mismos momentos históricos. Además, el personaje y su creador comparten muchos rasgos biográficos: ambos son de Barcelona, vivieron en Londres, coquetearon sin implicarse demasiado con el anarquismo y el comunismo, viajaron al otro lado del Telón de Acero para desencantarse del todo y se trasladaron a Nueva York, donde también trabajaron. Es observador, solitario, indeciso, triste, distante con los acontecimientos con los que se encuentra, sin participar directamente en ellos, apasionado de la música clásica, siempre lleno de confusiones, y aunque ya es adulto está perdido y sigue sin encontrar su lugar en el mundo. Él será el narrador en primera persona,
A Rufo le pasan muchas cosas pero ninguna de relevancia, viaja, conoce a gente variada y, aunque tiene posibilidades, no concreta ninguna relación de pareja, todo en su vida es seguir la inercia.
La obra se divide en dos partes: la primera mientras reside en Barcelona; y la segunda cuando lo hace en Nueva York.
Esta especie de antihéroe está afincado en Barcelona, ha estado en Londres tras acabar los estudios para perfeccionar el idioma y ha vuelto.
Empieza a trabajar en un periódico de plumilla y es enviado a Mallorca a dar cobertura a la boda, pues no hay otro a quien encargar el trabajo, de un príncipe exiliado con una supuesta dama de la alta sociedad inglesa. Él es Tukuulo, el supuesto heredero sin trono de una supuesta dinastía europea de un país llamado Livonia, a orillas del mar Báltico (entonces ya república socialista con gobierno títere de Rusia),
Tras una confusión que le hace no poder asistir a la celebración, entabla una estrecha relación con el príncipe. En plena Guerra Fría, el empeño de este personaje, entre pícaro y aristócrata, por presentarse como aspirante a restaurar la vieja monarquía familiar, le ofrece a Rufo Batalla su única posibilidad de conectar con los grandes hechos y sacudirse la mediocridad en la que vive.
Ya de vuelta a Barcelona, y ante las dudas que le genera la teoría marxista y las continuas discusiones aburridas e interminables con sus amigos, decide visitar algún país del Este para conocer de primera mano qué ocurre en la práctica (visita Berlín y después Checoslovaquia). Allí le informan de la decadencia provocada por los dirigentes del país y de las ansias de libertad de los ciudadanos. Ocurre la Primavera de Praga, mayo del 68,...
En el recorrido vital de Rufo se intercalan el desalentador retrato de la Barcelona franquista, el análisis de los regímenes comunistas, vistos desde la teórica e ilusionada óptica de la lucha antifranquista y contrastada con la visión pesimista de Rufo, desemboca en un callejón sin salida cuando lo comenta con sus amigos.
Tras un corto periodo en el que desde el periódico le adjudican la dirección de una publicación estilo revista del corazón: moda, entrevistas a famosos, fiestas,..., decide cambiar de aires y acaba en Nueva York.
Trabajará en la Delegación de la Cámara de Comercio.
Allí conoce la tristeza del emigrante y la soledad como fiel compañera.
En una escena irónica y ridícula, los funcionarios españoles destinados en Manhattan reciben la visita de los príncipes Juan Carlos y Sofía, y lo único que eso provocará son corrillos en los que se les critica o ensalza,
Convertido en "neoyorquino", escapando de un peligro anunciado y que comprobó inexistente, le permitió acceder al surgimiento de los movimientos sociales de los años setenta, así como asistir al nacimiento del feminismo, del movimiento gay, la igualdad racial, al auge hippy, al desplazamiento de los grandes centros culturales y la deriva de la cultura hacia nuevas formas de expresión, como la contracultura, que además de crear pretende destruir, que enfrentará, acariciará y participará de sus pequeñas ilusiones, siempre sin comprometerse con ella, como él mismo dice: “me sentía partícipe de algo importante y, al mismo tiempo, era consciente de no pintar nada, puesto que no arriesgaba nada ni recogía ningún fruto”.
Dejará constancia, no tanto de los hechos como de la forma en que lo vivieron quienes los presenciaron.
El príncipe vuelve a ponerse en contacto con él y le explica la historia de su país, cómo fue conquistado, destruido, reconstruido, vuelto a destruir y a formar parte de Rusia, con lo que se le trastocan los pensamientos de aspirar al trono, algo de lo que no desiste. Y ahí, solo en Nueva York, nuestro protagonista recibe un nuevo encargo y ante las dudas queda a la espera de nuevas aventuras.
Rulfo comenta otros hechos históricos relevantes, tanto españoles como americanos: la triste postguerra española, el desarrollismo español como forma de frenar el desarrollo, llegada del turista, con su libertad sexual al que se le tolera casi todo, los últimos años del franquismo y la incertidumbre de lo que sucederá a continuación, la incorporación de la mujer al mundo laboral, el atentado contra Carrero Blanco, la guerra fría, la guerra de Vietnam, el caso Watergate,...
Cambios importantes y que marcaron un tiempo que no fue ni peor ni mejor que otro. El autor pasa de puntillas por todos ellos, sin hacer demasiado ruido. No están en las quejas las soluciones. Es un análisis triste de una época, en la que parece que todo fue muy negro.
Sin ofender a nadie, como es habitual en Mendoza, ironiza sobre la vida sin libertad de acción o expresión del siglo XX,
Los coletazos finales del régimen franquista y la soledad del sueño americano se suceden en la persona de un discreto periodista, más teórico que hombre de acción, que abandona la conservadora Barcelona de los setenta para adentrarse en la abrumadora y vanguardista jungla neoyorquina.
La novela no es una obra humorística, pero si aparecen bastantes momentos con ese tono tan común en Mendoza. Tukuulo y su apellido no es el único aspecto cómico del personaje: quiere recuperar a toda costa su reino, ahora bajo el yugo de la Unión Soviética, y para ello conspira como puede desde el exilio, rodeado de un séquito bastante grotesco, como el sacerdote fundamentalista que lo acompaña, así como su discípulo. También aparecen otros personajes de distinta personalidad, ideología u orientación sexual: el trasnochado suegro falangista de Rufo, la novia alemana "pronazi" de Gustavo, o los funcionarios españoles ocupados en simular que trabajan, (resaltar al jefe Carvajal que fía el futuro español al rey con el apoyo de los funcionarios, y que llega a preguntarse "¿Se vive peor en una dictadura como la nuestra que en una democracia como la de Estados Unidos?"). Además, las fabulosas historias de santos, también tienen su lugar en la cómica e inverosímil historia de Livonia, narrada por el propio príncipe, uno de los momentos culminantes de la novela, aunque el relato de la historia ficticia de Livonia saca temporalmente al lector de la acción, sin que se le vea mucho sentido.
Son también frecuentes las situaciones surrealistas, también característico del autor.
En la estructura de la obra, el texto no está dividido en capítulos, sino que aparecen unas pocas citas en cursiva, intercaladas en el relato, en diferentes idiomas: inglés, francés, alemán, catalán o castellano, sin reseñar el autor o procedencia. La relación con el texto al que anteceden no siempre está clara, de hecho a menudo parece más bien irónica o cómica, ofreciendo otra lectura posible.
En la portada aparece el gato Fritz, fue creado por Robert Crumb en el año 1959. Es la la figura animada más representativa de los años 60, especialmente en Estados Unidos y por ello forma parte de esta primer libro de la trilogía. El autor comenta que la utilización de esta imagen, es porque es de la época en la que se desarrolla la novela, pertenece a la contracultura neoyorquina, la cual era representada por este gato, que era de la calle, medio canalla, un vividor.
La novela finaliza la nochevieja de 1973 y deja pendiente nuevas aventuras para Rufo Batalla.